Maxine.
Teníamos aproximadamente siete horas en el aire, durante todo ese tiempo me había quedado dormida en la habitación del avión acurrucada a Alek, quien no se ha despegado de mí, ni por un solo minuto, lo sé porque estamos en la misma posición de hace horas; yo encima de él con la cabeza escondida entre su hombro y cuello, inhalado todo el perfume que sea posible. Paso mi nariz por ese lugar donde es más intenso el olor de su loción, es fresca, delirante, adictiva también, porque no puedo evitar que mi nariz recorra toda esa parte.
Sé que está despierto, pero me deja olerlo como un sabueso. Me hago a un lado, solo dejando la mitad de mi cuerpo encima de él, una de mis manos va a su cabello, pasando sus sedosas hebras por mis dedos proporcionándole al mismo tiempo leves masajes que le sacan un suspiro.
—No te sigas haciendo el dormido, sé que llevas rato despierto— Alek sonríe y me rodea con sus brazos más fuerte, aplastando mis senos contra su torso.
— Nena, tengo el sueño ligero— me besa el cuello y un escalofrío pasa por mi columna vertebral erizando me los pelos—. Ahora, sigue lo que estabas haciendo— su voz suena amortiguada por mi cuello y su aliento me causa cosquillas.
— Mimado— continuo con mi labor y otra vez suspira, me recuerda al gato que tienen Dasha y Dean. El gato es gordo y perezoso, le encanta que lo acaricien y parece un tractor de lo mucho que ronronea.
— Soy el favorito de mi madre, que puedes esperar— suelta engreído.
— No creo que tu mamá tenga favoritos, pero no hay dudas que te alcahuetea todo— le hago masajes en la oreja; según muchos profesionales dicen que esa zona específicamente, relaja bastante.
— Era cómo para mantener un equilibrio, siempre fue así. Antes que llegarán mis hermanos, papá era la persona más estricta del mundo y mamá la que me consolaba después— le presto atención a lo que dice, porque ya va siendo hora de que empiece a conocer al ruso—. Hubo un día que su nivel de presión sobrepasó el límite, mamá se molestó tanto que decidió dejarlo— prefiero no interrumpir lo y solo escuchar—. No hizo maletas, solo nos fuimos de la casa y nadie se dio cuenta. Una amiga de mamá estaba pasando por casi exactamente lo mismo, la gran diferencia es que su esposo la maltrataba a ella y a su hijo físicamente — suelto un jadeo y Alek me acaricia la espalda—. Se fugaron juntas.
— Siento admiración por ellas, primero eran sus hijos— me pongo a su altura y le toco la cara— Sígueme contando— me acaricia la barbilla.
— Mi abuelo le había dejado una casa a mamá a las afueras de Rusia, fue ahí a dónde fueron, pasaron solo un día— arrugo el entrecejo y él me acaricia esa zona— Mamá antes de tener una relación con papá, tuvo un novio que estaba obsesionado con ella y estuvo a punto de matarla si no es por papá, lo logra, el tipo era un completo loco que ya había violado y matado a varias mujeres— un sonido de exclamación sale de mis labios, sin poder creer aquello—. Para resumir un poco más, el tipo nos secuestró a todos. Papá siempre ha sido una persona controladora y nos mantuvo rastreados hasta que nos hicimos mayores.
— A rastreados te refieres, que les puso un chip de esos para saber en dónde estaban a cada momento— Lo escucho reír.
— Así es, de esos. Mi abuelo materno me dejó una joyería, pero como aún estaba pequeño quién la manejaba era papá, ahí se encargó de que todos nuestros accesorios tuvieran un rastreador. Bastante precavido de su parte.
— ¿No heredaste eso de tu papá, verdad?— me da un leve apretón en la cadera.
— ¿El ser precavido?— sabe que no me refiero a eso— Soy muy precavido nena— claro, ahora precavido es el sinónimo de controlador.
» Gracias a la precaución de mis padres fue que nos pudo encontrar.
— Y que paso después?
— Ese bastardo cuando nos secuestró no estaba solo, tenía un chófer y mientras íbamos recorriendo el camino él iba golpeando a mamá— sus manos se tensan—. Larissa Novikova es la mujer más fuerte que he conocido, mientras ese desgraciado la golpeaba ella no dejo caer ni una sola lágrima porque su único objetivo era cuidar que ese bastardo no me pusiera una mano encima— Una lágrima rueda por mi mejilla, ante imaginarme esa escena—. Cuando llegamos al lugar ya varios de los hombres de papá nos estaban esperando.
— Me imagino la angustia del señor Dimitri, se nota que es un buen padre y esposo.
— Si lo es, siempre cuido de nosotros y hasta el día de hoy lo sigue haciendo— Limpia mis lágrimas—. Pero aprendió de la peor forma la lección que mamá le quería dar. Al bajarnos de la camioneta, mamá se desmayó en los brazos de mi padre. Esa fue la primera vez que vi tanta angustia en su cara y aumentó cuando la llevó al hospital y le dijeron que estaba embarazada y podría perder al bebé, ahí fue que papá entendió lo que estaba haciendo mal, cuando estuvo a punto de perder a lo que más amaba.
Mis ojos se vuelven a llenar de lágrimas, siempre sentimental.
— Eras tan pequeño— sollozo—. Y tú madre también sufrió.
— Nena, no llores— me besa los ojos y lo abrazo fuerte —. Todo salió bien, mamá estuvo en cama por dos meses recuperándose. Dasha lucho por vivir, papá recapacitó, la amiga de mamá dejo a su esposo y vivió por un tiempo con nosotros hasta que se divorció, y todos fueron felices— beso su pecho desnudo y ahí me quedo— Mi cometido siempre será dañarte el labial, no la máscara de pestañas.
Suelto una carcajada que me saca más lágrimas.
— ¿De dónde sacaste eso?
— Mamá, ella siempre les dice a los gemelos que le dañen el labial a las mujeres, pero jamás eso que se colocan en las pestañas por hacerlas llorar.
— Una mujer sabía— río — ¿Y por qué solamente a los gemelos?
— Porque son los más mujeriego de la familia.
— ¿Y tú no?
— No, yo le pertenezco a una sola mujer.
— A la señora Larissa, claro— Chillo cuando me da una nalgada, que seguramente se pondrá roja dejando una marca.
— A Maxine Durand, esa mujer me tiene agarrado de las pelotas, lamiendo el piso por dónde pasa. Me pide que le baje el cielo y estoy dispuesto a hacerlo con todo el gusto. ¿La conoces?
– No, no la conozco– suelta una pequeña risita que se convierte en carcajada cuando comienza a hacerme cosquillas.
– Segura, nena?– ríe junto conmigo.
– Nono, si la conozcoo– digo entre risas– si la conozco, la conozco perfectamente.
– Eso creía– deja mis caderas y me besa la frente– Me haces feliz.
Aquella confesión, me deja muda por unos minutos.
– Agradezco al destino, que te haya puesto en mi camino, mi vida ha comenzado a tener otro rumbo.
No digo nada, solo le acaricio la cara hasta llegar a sus labios y acercarme, para besarlo y sellar esas palabras.
†
Arriba otro más, porque relativamente son cortos y tienen relevancia con los anteriores
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Mi Ruso
RomanceDos almas, dos corazones. Un solo destino. Una casualidad lo llevo a conocerla. El destino los únio y ni la tormenta mas grande los separará. Correrá sangre si es necesario, solo por mantenerse unidos. Él no la dejara ir. Y ella no dejara que...