Capitulo 32

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Maxine Durand.

Bajo las escaleras de la casa en busca de Alek y de Mikhail, ninguno de los dos se encuentra en la planta de arriba. Me desperté con el lado de la cama que ocupa Alek frío y al pasar por la habitación del niño esta estaba totalmente vacía sin rastro del pequeño, con la cama totalmente hecha.

El silencio reina en toda la estancia, no se escucha el mínimo ruido, ni siquiera Hades y Drogo andan rondando el salón. Ingreso a la cocina bostezando y veo a Celia metiendo cosas en el refrigerador, ordenando las minuciosamente.

– Buenos días Celia– despejo mi cara y me coloco el cabello suelto en la espalda.

– Buenos días niña Maxine– sigue ordenando y posicionando todo con suma delicadeza.

Miro más allá, paseando mi mirada por el jardín sin rastros de las personas que estoy buscando, solo dos hombres que caminan mirando los alrededores. Tiemblo al verlos, afuera se nota que está haciendo bastante frío y ellos tienen una vestimenta no tan adecuada para resguardarse de la baja temperatura, están en traje y corbata, podrían terminar enfermos. Agradezco que en la casa haya calefacción, porque sería imposible para mí andar en pijama y descalza.

– ¿Que hacen recorriendo los alrededores, pueden morir del frío?– sigue mi mirada y se queda unos minutos viéndolos.

– No lo harán, están acostumbrados. Han vivido en el frío desde que nacieron, si entran en calor sí se terminarían enfermando– saca todos los alimentos de las bolsas– El niño Alek cuando viajaba a otros lugares siempre regresaba enfermo, ahora su cuerpo ya se ha acostumbrado al cambio de temperaturas.

– Hablando de Alek, ¿En dónde está él y Mikhail? – me acerco y miro los productos que tiene dispersos por todo el mesón de mármol– ¿Cómo fuiste tan rápido a comprar todo esto?– hizo mercado como para tres meses y no pasan de las ocho de la mañana.

– No lo hice yo mi niña, fue Alek quien mandó a comprar todo esto con Viktor para poder darle una mejor alimentación al niño. Hace una hora se fue el pediatra y el nutricionista.– deja todo de lado y se centra en mí, me sostengo de una de las sillas y la miro interrogante– El niño Alek no te quiso despertar porque te encontrabas cansada, pasaste una mala noche en la clínica y no deseó molestarte.

Me siento a procesar la informacion. Pediatra y además un nutricionista, ¿cómo hizo para que vinieran tan temprano y sin cita previa? porque dudo que los haya llamado ayer en la noche luego de quedarme dormida, ya era lo bastante tarde para que alguien le contestara.

Las últimas cuarenta y ocho horas han sido un sentir de emociones fuertes. El cómo todo puede cambiar en cuestiones de segundos y darle una vuelta de trescientos sesenta grados, solo necesitas parpadear para que ya nada sea igual.

Y ahora Alek confundiendo me con su drástico cambio de actitud me ha enredado los pensamientos, no había terminado de procesar que había aceptado seguirme en esta travesía y ahora esta muestra de compromiso hace que solo quiera comérmelo a besos.

– Ese hombre cada día me deja más sorprendida– murmuro en voz baja

– Y te vas a sorprender más cuando vayas a su estudio– me guiña y sigue con lo suyo– Cuando termine aquí te sirvo el desayuno enseguida.

– No creo que me deje más sorprendida– murmuro bajando de la silla, me acerco al refrigerador y tomo un bol de fresas que están perfectamente cortadas– Con esto es suficiente Celia– le beso la mejilla y ella sonríe.

– No deseas un poco de chocolate– mira las fresas y luego me guiña, asiento cuando mi estómago gruñe de ansias– Ya lo sabía yo.

Saca unas barras de chocolate para calentarlas rápidamente en el microondas.

Mi RusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora