Capítulo 6

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Maxine.

Una semana después.

Me encuentro sentada en mi escritorio revisando una gran cantidad de documentos que ni yo misma se de dónde salieron, solo sé que al entrar a mi oficina esta mañana ya tenía el escritorio totalmente colapsado de papeles, la cabeza está a punto de estallar me y los dedos me duelen de tanto usar el bolígrafo.

Cierro los ojos y me inclino en mi silla ejecutiva. Masajeo mis ojos los cuales tengo un poco irritados de forzar tanto la vista, estoy trabajando desde las siete de la mañana y presumo que deben ser más de las cinco de la tarde.

Tomo aire y lo suelto desde lo más profundo de mis pulmones tratando de relajarme un poco, tanta tensión acumulada me está pasando factura.

Llevo varios días sin dormir, más todo el trabajo que tengo, me está matando del cansancio. Mis días de insomnio se deben a qué cierto ruso de ojos más azules que el océano no sale de mi cabeza, el día que tenía que volver no pasó nada más que toqueteo, las cosas no llegaron a más como yo hubiese querido.

Eso abarca la mayor cantidad de mi frustración.

El punto es que no hicimos nada porque recibió una llamada y tuvo que salir prácticamente volando de la cama, me pidió que me alistara rápido que uno de sus guardaespaldas me iba a llevar al aeropuerto pero que él por algunos inconvenientes no podía. Me molestó bastante que ni siquiera pudo llevarme él.

Estos días ha estado llamándome continuamente y enviándome mensajes a los cuales no he respondido a ninguno, no me apetecía hablar con él. Todavía no estoy segura de lo que está sucediendo o pueda suceder, me atrae claro que sí, pero ese día descubrí a una persona diferente a lo que me mostraba, al recibir la llamada se convirtió en alguien con la mirada oscura y realmente daba miedo el hablarle.

Suelto un suspiro.

No logro entenderlo del todo. Y quisiera, porque de verdad me atrae como ningún otro lo ha hecho en muchos años.

Alek tiene ese aura que te hace delirar, cometer todos los delitos sin preveer las consecuencias. Esa actitud oscura y enigmática que lo caracteriza, solo hace que la ansiedad de pecar aumente en grandes medidas.

— ¿Por qué no contestas a mis llamadas?— hablando del rey de Roma y el que se asoma erizando me todo el cuerpo— ¿Y mucho menos a mis mensajes?— su voz ronca denota molestia.

Me vale, no me importa su molestia.

Quería tener un espacio y pensar las cosas sin tener su imponente cuerpo cerca que me nublara el juicio. Pero ocurrió todo lo contrario, estos días lo tuve cada minuto y cada segundo en mis pensamientos incluso dormida lo soñaba, no importa cuan lejos esté para desestabilizar mi mente y lo más absurdo es que no necesitó meses para hacerse dueño de mis pensamientos y de mi cuerpo.

Eso asusta y mucho.

— Cuando una persona no atiende es porque está ocupada o en mi caso no deseaba hablar contigo— lo miro luego de abrir los ojos, sus azules se encuentran mucho más oscuro y su mandíbula apretada con los brazos cruzados— Ah y antes de entrar a los lugares privados, se toca la puerta o se espera a que se notifique su llegada.

— Me vale mierda— camina lentamente como ya lo he visto hacer, para tratar de intimidar— Ahora mismo me vas a decir la verdadera razón por la cual no atiendes mis llamadas.

Me desestabilizas, eso pasa. No tengo control de mí, cuando te tengo cerca. Pienso en mi interior.

— Siento lastimar tu ego, pero realmente no me apetecía hablar contigo. Por si no lo notas estoy muy ocupada— enfatizo con la mano los documentos arriba del escritorio— así que agradecería que te vayas ya que no tenemos ningún asunto que tratar y me haces perder mi valioso tiempo.

Mi RusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora