Capítulo 29

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Maxine.

Llevábamos dos horas sentados en el mismo sitio, esperando que el doctor Rustam apareciera en cualquier momento para darnos información de la salud del niño. Yo me estaba comenzando a inquietar y Alek tenía que colocarme la mano en el muslo para detener los movimientos involuntarios que hacía. Controlaba uno y se movía mi otra pierna. No podía parar. Estaba demasiado nerviosa y ansiosa.

– Tienes que calmarte, nena– toma la decisión de sentarme en su regazo, comenzó a acariciar me el cabello– Giorgio trae un café cargado para mi mujer.

– Por favor– a pesar de todo no pude evitar decirle eso, antes que fuera a cumplir las órdenes del tirano de su jefe–. Amor, ya tienen bastante tiempo y ni siquiera una enfermera ha venido.

La silueta del doctor apareció de pronto, como si hubiesen escuchado, Rustam venía silbando totalmente desenfadado.

– No te preocupes más, futura nuera– fue lo primero que dijo al verme la cara de sufrimientos, me levanté rápido escuchando los gruñidos de Alek, le sonreí a Rustam–. Ahí está esa encantadora sonrisa, la propuesta de presentarte a mi hijo sigue presente. De hecho, te lo presentaré en el cumpleaños de la abuela Novikova.

– Mi mujer no necesita que le presentes a nadie– habla el hombre a mis espaldas imponiéndose– Y me aseguraré que no te llegue la invitación para la fiesta de la abuela.

– Ya confirmé mi asistencia– suelta con burla.

– Entonces le ordenaré a mis hombres que no te dejen entrar– contraataca

– ¿Pueden dejar su discusión para después y me puedes decir cómo está el niño?– les interrumpo.

El doctor deja atrás el ambiente simpático y se coloca la máscara de profesional.

– Siéntense, por favor– me asusto, Alek nos sienta en los sofá de la sala de espera nuevamente y Rustam frente a nosotros– Tiene un brazo fracturado, le hemos colocado una escayola y en un mes ya estará bien, es un niño por lo que sus huesos sanan más rápido que los de un adulto. Pero eso no es lo más alarmante.

Las manos me comienzan a temblar, odio cuando los doctores empiezan a hablar con suspenso en vez de abordar el tema sin andarse por las ramas. Es como si amaran ver el agobio en los familiares.

– ¿Que sucede?– pregunta Alek mientras separa mis manos y las entrelaza con las de él.

– Lo demás curará rápido, los hematomas desaparecerán. Le hemos agarrado cinco puntos en la barbilla y en el labio, en una semana ya estarán curados. Pero a mí lo que realmente me preocupaba no son las heridas reciente. El niño tiene cicatrices viejas, cicatrices que parecen ser hechas por un pequeño cuchillo o algo no tan filoso, estas no son uniformes y no fueron curadas debidamente, me atrevo a decir que fueron con esos cuchillos de mesa– las lágrimas que ya se habían secado anteriormente vuelven con más fuerzas– Ese niño ha pasado por muchas cosas. Cómo padre y abuelo que soy, me duele verlo en ese estado, se ha negado a hablar con nosotros. Desde que lo han curado se ha limitado a ver a un punto fijo, ni siquiera se ha quejado del dolor. Es un niño fuerte que ha atravesado por muchas cosas, necesita de mucha atención y cuidado, pero sobre todas las cosas, de mucho amor y paciencia.

– ¿Puedo verlo?– inquiero angustiada, por todo lo que nos ha dicho, no me imagino por cuánto a pasado ese pequeño seri indefenso.

– Hace unos minutos atrás la clínica le proporcionó un psicólogo debido a su estado– muestra una sonrisa amable– Pero ya tuvo que haber terminado, así que vamos.

Tomo de la mano a Alek para ir a ver al niño. Me acaricia con su pulgar y suspiro.

– Señor– habla detrás de nosotros Viktor, impidiendo que avancemos–. Le traigo información.

Mi RusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora