Especial de Hallowen.

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Octubre, el mes del otoño para Estados Unidos, y también, el mes del terror. Halloween, era una de las épocas más divertidas para los niños y adolescentes. Hacer disfraces, pedir dulces o trucos, y de vez en cuando hacer fiestas con amigos o familia. Pero lo mejor de todo, era la temática de horror, terror, miedo que le daba vida. Clásicos como Frankenstein, Drácula, fantasma, demonios, y muchos más nunca estaban muertos.

La puerta había sonado en ducha de la casa del vecindario, un pequeño niño de 6 años, que llevaba una manta blanca y vieja, con un parche en su cabeza y ojo derecho, abrió la puerta para recibir sus invitados.

—Dulce o truco.

Una joven de primaria con un pelo negro, ondulado hasta los tobillos, llevaba un disfraz de un prisionero de rayas negras y blancass. Mientras quien lo acompañaba a un lado, era su hermanito menor de 5 años, quien estaba llevaba el disfraz de policía.

— ¡Mari! ¡Sunny! Pero que lindos son con esos disfraces jaja, se ven adorables.

Una señora de mayor de edad se había acercado hacia la puerta, era la abuela del niño disfrazado de fantasma.

— ¡Gracias señora! Las calabazas le quedan muy bien en la casa.

Había unos pequeños adornos en la casa de abuela, calabazas con esas sonrisas escalofriantes pero divertidas de hacer. Rió.

—Te lo agradezco, Mari, pero no lo hice sola. Mí nieto me ayudó a hacerlas— dijo con una sonrisa. Aunque su nieto no estaba del todo contento, o no lo notaba porque se escondía detrás de su querida abuela. Saco una bolsa con una gran cantidad excesiva de dulces— Tengan.

Los hermanos alzaron sus baldes de Hallowen, Mari llevaba una calabaza y Sunny un cráneo de esqueleto humano. Recibiendo la lluvia de dulces que caen dentro.

— ¡Muchas gracias! Aunque veníamos a preguntar si a Basil le gustaría juntar dulces con nosotros.

El niño de fantasma se había a escondido más y más detrás de su abuela, la cual había volteado su vista para verlo.

—Basil, ve con ellos, será divertido.

El niño dudaba mucho, pues de cierta manera se sentia nervioso. Y más con la sonrisa de la pelinegra mayor, pero al ver la sonrisa de su abuela, era probable no negarse.

— Bue-bueno...

Dio un pequeño tartamudeo, aun estando detrás de su abuela. Aunque la respuesta puso feliz a la pelinegra.

— ¡Genial!

La anciana le entero un saco con un estampe de murcialos pequeños de color amarillo volando por la bolsa, con una imagen del castillo de Drácula. Salió de su casa, dónde lo estaban esperando Mari y Sunny en la vereda.

— Verás que te divertidas ¡Vamos a encontrar a los otros chicos!

Basil no había dicho mucho, solo asentía con la cabeza, mientras seguía por detrás a los hermanos de pelo negro. A unas pocas cuadras, se podían ver a dos chicos más en las afueras de su casa.

— ¡Kel! ¡Hero!

Mari fue quien los había llamado, al parecer se llevaba bien con todo el mundo. Ambos morochos, quienes también compartían la misma sangre, miraron a la pelinegra que lo habían llamado.

— ¡Mari! Están aquí—dijo Kel, el hermano menor de Hero. Tenía la cara toda pintada de verde, y como si tuviera cocido la boca. Llevaba una vincha de tornillos de ambos lados, y una ropa desgastada y vieja, aunque también le quedaba grande.

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⏰ Última actualización: Nov 01, 2021 ⏰

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