PRÓLOGO

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PEDRO

Eran las 5 de la mañana cuando recibimos la llamada.

Lena llevaba horas dando vueltas en la cama y, yo no había caído en ese sueño profundo.

Como si ambos esperáramos algo.

Primero llamaron al móvil de Lena, seguidamente al mío.

-Dime- contesté sin mirar quién llamaba.

-Pedro, a las 8 de la mañana tenéis el vuelo, ha pasado algo-

En ese momento, Lena pegó un grito ahogado. Efectivamente, también estaba hablando con alguien.

-Helge, estáis todos bien, ¿verdad?- pregunté

-De momento si-

La llamada terminó y ambos empezamos a temblar aún bajo las sábanas.

-Sabía que iba a pasar algo- dijo Lena mirando al techo.

En las maletas metimos todo lo que pudimos, no sabíamos qué iba a pasar, durante cuánto tiempo y cómo iba a ser todo.

Y a las 8 de la mañana, nuestro vuelo comenzó.

Mi llamada con Helge había sido muy corta y realmente él solo me había dicho “ha pasado algo”.

Pero, Lena, que habló con su hermano, se enteró de todo.

Alguien a la madrugada había entrado en la casa de los padres de Gisli. Habían ido a la habitación de Elin, que seguía igual a como ella la dejó. Rompieron todo lo que pudieron y escribieron en las paredes con tinta negra “no ha acabado aún”.

No tenía ni idea de a que se podían referir, pero sí que os puedo explicar cómo me sentía en ese momento. Sentía miedo. Sobre todo miedo, pero un miedo raro. Como cuando vas a que te saquen sangre, que sabes cómo va todo, pero aun así te pones de los nervios, por si algo pasa. Algo dentro de mí ya me estaba preparando para lo peor, algo dentro de mí gritaba “CUIDADO” pero como siempre, decidí meterme en la boca del lobo.

Nos vinieron a buscar al aeropuerto Helge, Gisli y Esben.

-Gisli y yo hemos hecho un plan para el día de hoy- nos contó Esben nada más subir al coche- Ahora iremos a casa de los padres de Gisli e investigaremos todo lo que podamos, después, iremos a dormir a nuestro piso-

Cuando Esben dejó de hablar, un silencio tenso inundó el coche que estaba conduciendo Gisli.

Tardamos poco en llegar a su antigua casa, la cocinera estaba esperándonos en la puerta y enseguida nos llevó a la habitación de Elin.

A Gisli seguía afectándole la muerte de su hermana, por mucho que los años hubieran pasado, volver a la habitación en la que su difunta melliza dormía y que todo siguiera totalmente igual, debía doler mucho.

En efecto, la pared frente a la cama estaba pintada por una tinta negra. “no ha acabado aún”

Esa mañana no averiguamos mucho, solo supimos que habían entrado a las 22 del domingo.

LA NOCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora