HELGE
La luz entraba por la ventana, se escuchaban voces, mi dolor de cabeza se fue intensificando hasta que alguien entró por la puerta, provocando que me metiera debajo del nórdico.
-Te traigo una pastilla para el dolor de cabeza, baja en 10 minutos- dicho eso escuché como dejó un vaso en la mesilla.
Y así era, Luna me había dejado un vaso de agua junto a una pastilla. Me la tomé, me lavé los dientes y bajé a la cocina donde todos me esperaban. La española vino corriendo a abrazarme como si lo de arriba no hubiera sucedido. Los demás me sonrieron con la mayor cara de sueño posible.
-¿Qué pasa, la gente tan pequeñita descansa poco?-dije poniéndome un poco de café en una taza y mirándola de reojo, ella me reprimió una risa y se quedó parada- Quiero decir…¿Luna cómo es posible que tengas tanta energía a las 7 de la mañana?-
La mañana transcurrió normal, Gisli y Esben se fueron a estudiar, Eyra y Rún se fueron a pasar el día con su familia, Luna y yo fuimos a mi piso y la otra pareja se quedó en casa descansando.
La nevera estaba vacía y no había ni un solo vaso limpio, todo estaba hecho un desastre y me avergoncé mucho por ello. Luna se quedó mirando al piso con cara de sorprendida, se quitó el abrigo y lo tiró en el sofá, después se puso a recoger los cojines tirados en medio del salón.
-No tienes que hacer esto Luna, lo haré yo más tarde- le dije cogiéndola de las manos.
Levantó la mirada y me miró atentamente. Sus grandes ojos verdes me miraban con ternura y a su vez desafiantes. Comenzó a reírse y no tardamos mucho en tener un ataque de risa. Diez minutos más tarde, Luna cambió su cara risueña por una seria. Se sentó en el suelo con las piernas cruzadas y dijo “Tenemos que hablar”. Me senté enfrente de ella y comenzó a hablar súper rápido.
-Te noto peor Helge- me miró directamente a los ojos- Y te conozco desde hace relativamente poco, pero me preocupo mucho por ti. No puedes seguir así, tienes que buscar ayuda, ella no va a volver y tienes que aceptarlo. Háblalo con Gisli y Esben, ellos sabrán ayudarte-
-No es eso, simplemente siento que mi vida no puede ir a mejor, nunca lo hará- dicho eso me levanté y fui al baño a lavarme la cara.
Frente aquel espejo se veían las grandes ojeras que el alcohol y las drogas marcaron en mi piel. Sobre mi brazo izquierdo las marcas de los pinchazos eran más que evidentes, solo una persona más me las vio y era algo que no pensaba volver a repetir.
Me estaba convirtiendo en alguien que desconocía por completo, antes era una persona que no dejaba que nadie ni nada le hundiera, tenía muy claro quién era y en quién me quería convertir, pero una vez que Elin murió, todo eso se esfumó para convertirse en “a ver si me levanto al día siguiente”
Un fuerte olor llenó el baño y dejé de mirarme al espejo, para buscar el procedente. Todo estaba en orden, excepto por la cortina de la bañera, que de normal estaba abierta y en esa ocasión no.
-Luna, ¿has cerrado la cortina?- grité y me respondió que no había sido ella.
Sorprendido por la respuesta, corrí la cortina para encontrarme con un cuerpo tumbado y empapado. No olía mal, era un hedor que me recordaba a momentos buenos, a felicidad, a cariño. Hasta que el cuerpo que pensaba que carecía de vida, se giró y me miró con ojos de sorpresa. Me llevé las manos a la cabeza y quise salir del baño, pero ella me lo impidió.
-Luna, necesito tu ayuda- grité mirándole con terror.
Su mano me apretó más y decidí dejar de gritar. Era Elin, mi novia, la única persona que supo ver algo en mí cuando nadie más lo hizo, estaba ante mí, de rodillas en la bañera, con su bonito pelo negro empapado, sin maquillaje y con la ropa chorreando. Estaba muy fría y tenía los ojos llorosos.
-No eres real, las drogas me están haciendo efecto aún, será eso- pero ni siquiera conseguí convencerme. Estaba cagado de miedo porque ella estaba a mi lado, una muerta estaba en la bañera de mi piso y no quería que se fuera.
-Helge, te he echado mucho de menos- me dijo saliendo de allí y dándome un abrazo. Tardé en corresponderle, pero acabamos abrazándonos. Su pelo seguía oliendo igual, su tacto aunque estaba húmedo, seguía siendo igual que antes, en ella no habían pasado los años.
-Desde que me fui he visto cómo te vas destruyendo la vida poco a poco y quiero decirte que estoy bien. No tienes por qué estar así, mucha gente te cuida, por favor deja de hacerlo- Se separó para mirarme a los ojos y ambos estábamos llorando.
-Quédate conmigo Elin, hoy quédate conmigo, te puedo presentar a Luna y podemos dormir abrazados como hacíamos antes- le pedí entre llanto.
-No puedo hacer eso, en cuanto la puerta de este baño se abra, yo desapareceré- me sonrió de medio lado- Disfrutemos ahora que podemos. Bésame Helge- me pidió acariciándome la cara.
-No puedo besarte. Estás muerta y cuando salga de aquí no te volveré a ver. Han pasado ya 3 años- le respondí, pero acabé besándola.
El beso se fue intensificando hasta que Luna llamó a la puerta y gritó “Helge, ¿estás bien?”, contesté que sí y le miré a los ojos. Sus ojos azules eran idénticos a los de su hermano Gisli y ambos me desprendían muchísima calma. Había echado de menos sus caricias, sus besos, sus bonitos ojos mirándome intensamente, su sonrisa al hablar conmigo.
-Ahora no pienses, solo disfruta- me pidió y volvió a besarme. Se sentó encima del lavabo, con cuidado de no abrir el grifo y se quitó la camiseta. Nunca le había visto así, por lo que me dio vergüenza al principio pero ella lo notó y me pegó a su cuerpo. No quería hacer nada, me veía incapaz de poder verla desnuda, después de todo lo que había pasado. Pero no tardamos mucho en estar los dos al igual, sin ropa y con ganas de más. Mi cabeza había dejado de pensar y lo único que hacía era besarla y tocarla. Sus gemidos eran música para mis oídos, había deseado tanto ese momento que lo disfruté muchísimo. Hasta que alguien entró a mi piso, Luna estaba en el salón (lo sabía porque estaba viendo la televisión) y se levantó inmediatamente para recibir a esa persona.
-Lena, no te esperaba por aquí tan pronto- le dijo
-He venido a ver a Helge, tengo que hablar con él, ¿está en el baño?- ella debió de asentir porque llamó a la puerta.
Le dije que enseguida saldría. Me coloqué la ropa como pude y Elin se vistió también. Un sentimiento de nostalgia hizo que se me erizara el vello de los brazos, la miré con los ojos llenos de lágrimas y ella me dedicó una sonrisa triste.
-¿Volverás?-
-Nunca me fui- me respondió- Te cuidaré mi amor, rehaz tu vida, no te castigues más- se metió en la bañera y agarró la cortina que estaba cerrada.
-Casi se me olvida, ten mucho cuidado con Sten- y la cerró.
Su olor desapareció de repente, ella se fue y mi cabeza seguía en shock.
Al salir del baño, mis ojos estaban rojos de llorar, tenía la ropa mal colocada y el pelo revuelto. Ambas me miraron sorprendidas, pero optaron por hacer que no habían visto nada, me senté en una de las sillas del salón y Lena se puso enfrente de mí de pie.
-Tenemos un problema chicos- dijo mirándonos a Luna y a mí-Brenda ha contactado con Angus-
-¿Cómo?- respondí sin entender nada.
-Ahora Angus está pasando tiempo en la casa del padre de Eyra y el otro día mencionó que Brenda está en España, con sus padres-
-¿Y cómo sabemos que ha contactado con él?-pregunté de nuevo sin enterarme.
-Porque si Gisli, que es con el que se ha criado, no sabe nada de ella, Angus tiene que saberlo porque han hablado- respondió la pelirroja.
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LA NOCHE
Random3 años más tarde algo dispara las alarmas de cada uno de los personajes de "El día". ¿Que pasará esta vez? ¿Será una falsa alarma?