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-Las paredes de aquella casa estaban más oscuras, como si después de toda la historia se hubieran puesto tristes. No sabíamos qué buscábamos, pero no nos fuimos hasta que obtuvimos respuestas. No se oía ni un solo ruido, mi respiración iba súper rápido y temía que alguien que no fuéramos nosotros pudiera oírla, pero eso no pasó- terminó mirando a su acompañante para que continuara con la historia.

-Una pequeña luz se iluminó en medio de la mesa del comedor, todos nos giramos asustados hacia aquel sitio, encontrándonos una foto con una vela encima- respiró profundamente y en un susurró casi inaudible continuó- Era Elin la de la foto, la hermana de Gisli. Murió en esa casa-

Pasó su mano por su precioso pelo moreno y mientras cerró los ojos intentando relajarse. Se sentó al lado de ella y continuó contándome la historia.

“Enseguida todos nos asustamos, no sabíamos si eso lo había puesto alguien que quería hacernos daño. Mientras intentábamos calmarnos, un chillido horroroso nos inundó los oídos. Provenía de la parte de arriba, la cual habíamos pisado tan solo una vez. Pero en ese momento ya éramos mayores, habían pasado unos cuantos años y estábamos protegidos, o eso creíamos.

Las escaleras eran de madera y crujieron cada vez que apoyábamos los pies, por lo que intentamos subir lo más rápido posible. La parte de arriba estaba completamente a oscuras, caminamos tanteando para no chocarnos con objetos, hasta que vimos una figura de una mujer en el balcón. Estaba mirando hacia abajo, hacia la piscina y parecía horrorizada de miedo.

Gisli y Esben se acercaron sigilosamente a ella y comprobaron si la mujer tenía armas. Pero antes de que ellos pudieran hablarle, antes si quiera que se acercaran lo suficiente. La mujer de cabello negro y corto, se tiró de la misma manera en la que Kaira tiró a Elin. El mismo sonido sordo y seco retumbó en aquella casa, causando el peor sentimiento que podíamos sentir.

Lena que había estado a mi lado en todo momento, salió corriendo para comprobar si seguía con vida. Todos la seguimos corriendo mientras le indicábamos que no la tocara. El cuerpo de esa mujer estaba tumbado bocarriba con los brazos haciendo una cruz, cerca de la piscina. Su cara no reflejaba nada, pero había algo que nos encendió las alarmas.

Sus ojos eran del mismo tono que los de Gisli y Elin. Su corte de pelo era el mismo al de Elin, incluso la palidez de la piel parecía el de ella. “Mira, ¿ves la sangre de las orejas? Está muerta, no hay nada que hacer”. Al principio pensé que esa frase solo había sonado en mi cabeza, por consecuencia del shock, pero mis compañeros también lo escucharon. Era la dulce voz de Ludmila la que sonaba, la que repetía una y otra vez lo mismo.

Esa escena nos puso de los nervios, todos comenzamos a buscar desesperadamente el origen de aquella voz, incluso algunos entraron al interior de la casa. Nos quedamos fuera Gisli, Luna y yo. Los tres buscábamos con la mirada cualquier cosa que nos hiciera sospechar, pero parecía que la casa estaba vacía y solo nos encontrábamos nosotros. Tardaron más o menos media hora en volver a donde nos encontrábamos nosotros, todos con caras que no reflejaban ningún sentimiento, como si la casa se los hubiera arrebatado.

Rún se agachó a coger un trozo de papel que flotaba en la piscina y nos lo enseñó mientras todos hacíamos un círculo de confidencialidad”

-¿Qué decía en ese papel?- me atreví a preguntar cuando vi que ninguno de los dos tenía la intención de seguir.

-Es hora de dormir, mejor seguimos mañana- me informó mi madre limpiándose una lágrima que le caía por la mejilla.

No respondí a aquello, tan solo subí a mi habitación y me tumbé en mi cama.

En algún momento de la noche, alguien entró a casa, mis padres estuvieron hablando con el individuo y al rato se fue. Minutos más tarde la puerta de mi habitación se abrió y entró mi madre, al verme con los ojos abiertos se sentó a mi lado y me abrazó de medio lado.

LA NOCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora