TN la heredera de un negocio familiar muy interesante.
Cabe recalcar que en esta historia TN es rica, una genio y suele pensar más en si misma que en los demás porque así fue criada. Pero eso va cambiando tras irse enamorando de los chic@s de su Har...
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Empezaba hacer calor por las tardes y frío por las noches. Recién salías del Blue en soledad pues Waka tuvo que hacer un encargo junto a Senju para los negocios de Brahmán.
Buscaste un encendedor en la chaqueta de Waka pues era la que tomaste de tu oficina antes de salir.
—¿Buscas esto?— una mujer mostró su encendedor de color plateado con una piedra de color jade al centro.
La miraste con algo de duda pero intentando seguir con una mueca de póker como si no hubieras notado que cojeaba un poco de su pierna izquierda lo suficientemente discreto para entender que ella portaba un arma.
—Me has salvado, bonita— sonreíste con amabilidad en tanto te acercabas con el cigarrillo para que ella pudiera encenderlo.
—Oh— ella te miró de arriba abajo —Mira nada mas— habló intentando acariciar tu rostro pero diste un paso atrás —Eres muy atractiva. El dicho de «Las mujeres son diamantes» se rezo para niñas como tú.
—No te quedas atrás, eres muy hermosa— diste una bocanada al cigarrillo y tras dejar que el humo se perdiera en el aire, posaste tus orbes sobre sus ojos esmeralda —Pero me encanta la sinceridad, así que dime ¿En que te ayudo?
—No esperaba que te parecieras tanto a Hiei— la mujer también encendió un cigarrillo —Pero siendo honesta te pareces más a Law. Si fueras un hombre ya estaría sobre ti.
—Woa. No necesito ser hombre para darte una linda noche... Pero por desgracia como mujer y como hombre; no eres mi tipo.
La mujer dejó escapar una sonrisa y luego el humo de su cigarrillo —No tientes al diablo. Tal vez has escuchado mi nombre soy Ruka Matsuda.
Alzaste las cejas y sentiste un balde de agua fría caerte de lleno.
—Por tu cara ya sabes quien soy— se acercó a ti dándote un beso en la mejilla —Te espero en el Red. Tienes un mes, si no te apareces... ya sabes que pasará.
—Tranquila. Aquí estoy para el día que quieras, pero te advierto que a veces muerdo— sacaste la lengua en forma de burla.
—Ardo de deseos de que seas mía— te guiño un ojo y salió de tu visión contoneando sus caderas hasta llegar a un auto de color negro que la alejo de ti.
Dejaste ir un grito interno y te dejaste caer en la calle —¡Maldita sea!— diste un golpe fuerte en el suelo con el puño cerrado. Eso apaciguó un poco tu ansiedad, te pusiste de pie y caminaste sin un rumbo fijo. No querías ir a casa y no querías ver a ninguna de tus cosas bonitas con esos sentimientos revolviéndote el estómago.
Escuchaste una motocicleta a tus espaldas y rezaste porque no se tratara de Kazutora, esa era una mala noche para toparte con tu gatito.
