TN la heredera de un negocio familiar muy interesante.
Cabe recalcar que en esta historia TN es rica, una genio y suele pensar más en si misma que en los demás porque así fue criada. Pero eso va cambiando tras irse enamorando de los chic@s de su Har...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Al despertar lo hiciste entre los brazos de Wakasa. Él se veía lindo mientras dormía, te quedaste unos momentos mirándolo, te preguntabas que quería él de ti pues tú no creías estar lista para ofrecer mucho pero también lo querías a tu lado. Deseabas que él aceptara tenerte a medias.
Te pusiste de pie para arreglarte e ir al colegio, dejaste una nota sobre la cómoda junto a una tarjeta de crédito. Suponías que si Waka aceptaba estar contigo de la manera en que querías tú tendrías que cuidar de él o al menos eso había echo Hiei con Merle así que entendías que eso se hacía en esos casos.
Eras consciente de todas las ganancias que compartías con los Black Dragons y ahora tenías mucho más en tu cuenta secundaria con los pagos del Blue Hospital, el cual te dejaba mucho más que tu negocio primario. Para ti hacerte cargo de Waka no era gran cosa, podía despilfarrar todo y al final sabias que en unos años podías triplicar esas ganancias con facilidad. El dinero no era algo de lo que tuvieras que preocuparte.
Caminaste hacia la habitación de Ran, él también lucia tierno mientras dormía. Te acercaste para revisarlo y ver el monitor con sus signos vitales.
—Doctora bonita— te hablo en tono meloso.
—Oh, mi atractivo paciente— te cercioraste de que todo fuera en orden —Por la tarde vendrá Yuu, seguramente tú podrás irte para entonces.
Acariciaste su cabello y él te tomó de la mano —¿A donde vas?
—A la escuela.
—¿Una genio cómo tú realmente necesita ir a la escuela?
—Una genio como yo necesita una licencia médica real— hiciste una mueca de fastidio tampoco era que te gustara mucho el colegio, solo te interesaba la medicina.
—Doctora bonita, quiero volver a verte.
—Ya sabes dónde encontrarme. Si vuelves a salir lastimado, Ran... ven a verme y yo lameré tus heridas— le diste un pequeño beso en la frente y luego te apartaste de él para salir corriendo antes de que se te hiciera tarde.
Ran te miró con la boca abierta, quería gritarte a que te refieras con lamer sus heridas y necesitaba preguntarte de donde venía esa seguridad tan sexy.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
