2. De gira

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RHYS

Un año después

Kendra, la guitarrista de Far Star, nuestro grupo abridor en Texas estaba sentada a mi lado acariciándome el muslo hasta llegar peligrosamente a mi pene. Casualmente la había conocido en un pub irlandés antes de recibir la sorpresa de que era parte de nuestro grupo abridor.

Kendra, para ser rubia, era lo suficientemente bonita para tentarme, pero no para seguir viéndola. A pesar de ser una local famosa, era fan de nosotros, pero no del tipo del que hay que huir, sino de las que están dispuestas a acostarse contigo solo por el placer de presumir con sus amigas.

Esas me gustaban porque no buscaban una relación, solo diversión. Lo que yo quería en este momento.

Kendra conversaba con Corey de las cosas maravillosas que tenía Texas. Para ser honestos, no era de mi agrado. Demasiado árido y caluroso. Cuando estábamos aquí solo quería tomar cerveza fría todo el día.

Lo que sí admiraba del estado era su gente. Enérgica, decidida y sincera. La prueba la tenía a mi lado.

Nuestro grupo abridor de las últimas presentaciones era oriundo de este estado. Cuatro rubias texanas que tenían tatuado «Cogida segura» en la frente. Con mucho gusto hicimos caso del letrero.

No fue difícil pescarlas, solo bastó una cerveza gratis y un hola acompañado de una sonrisa pedante.

Kendra me confesó que cuando me escuchó hablar me convertí en su despampanante Romeo que le recitaba debajo de su balcón. Mi físico fue un plus, según dijo.

Pobre niña, nunca ha viajado a Inglaterra. Mi acento era londinense, pero era igual al de millones de personas. Debería visitar Londres, tendría a millones de Romeos a su alrededor para escoger.

Jamás me ha importado que las mujeres se me ofrezcan solo por mi acento. Mientras me dejen hacerles lo que yo quiera, les hablaría como el mismísimo Príncipe William.

¡Bah! La verdad era que mi fama la enganchó, lo noté cuando nos miramos por primera vez.

Corey revisó su celular en cuanto sonó, sin importar que dejara a Kendra con la palabra en la boca. Lo miramos fijamente, primero estaba serio y luego sonrió presuntuoso.

—¿Qué sucede? —le pregunté curioso.

—Es un tweet de The Border —respondió tecleando rápido mientras hacía una sonrisa engreída.

—¿Qué dice? —le preguntó Kendra subiendo una pierna sobre mi regazo para que la acariciara.

—Cassie publicó que el público de Dallas era increíble. ¡Carajo! Nuestra parada ahí es dentro de tres días —balbuceó al final.

—¿Cassie? ¿Desde cuándo la sigues? —le preguntó Patrick. Dejó de besar un segundo el cuello de Nelly, la baterista.

—Desde que aparecieron en nuestro mapa —respondió Corey, poniendo su celular en standby para beber su cerveza mientras sonreía a su chica, Becky, la vocalista.

—¡No puedo creer que te interese lo que haga ese pseudo grupo! —dijo Kendra con gestos despectivos.

Reí entre dientes.

—¿No eres su fan? —le pregunté.

—¡Claro que no!... The Border es un grupo de lo más hipster que puede haber en la música Indie. No ocultan para nada que son ingleses.

Volví a reír entre dientes. Tenía algo de razón.

Noah Olsen, el baterista, volvía locas a las mujeres con su actitud desaliñada. Al parecer tomaba de la vida solo lo que le ofrecía. Una vez una chica me dijo que tenía una sonrisa para desmayarse. Por supuesto, esa chica no recibió «mis atenciones» esa noche.

RhysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora