26. Fabuloso escondite

24 2 0
                                    

CASSIE

Llegamos a Heathrow a las diez de la noche. No hubo fans ni prensa. Nadie nos reconoció.

—¿Ocultaste nuestra llegada? —preguntó Paige a Brian. Cada quien jalaba su pequeña maleta hacia la zona de taxis.

—Sí.

—¿Cómo lo hiciste? —le pregunté.

—Sencillo. Dije a los medios que regresarán hasta mañana.

Nos miramos unos a otros, no podíamos esconder las sonrisas felices de que no seríamos acosados por al menos dos días. Eso me daría la oportunidad de escaparme a Surrey.

Bueno, primero tendría que ir a ver a Sophie por la mañana porque me preocupó esa zarza de mentiras que Liam me dijo. Temía que estuviera cumpliendo su plan de usarla como muñeca inflable.

Cada quien tomó un taxi por separado. Desde ese momento empezaba por fin nuestra separación temporal.

Apenas se detuvo el taxi frente a la casa y bajé, respiré un extraño aire de libertad. Me agradó recordar que no habría paparazzi por la mañana ni por un tiempo porque Paige y Patrick serían el centro de atención hasta que Rhys y yo reveláramos nuestra relación. Que esperaba sucediera en dos meses, al menos.

¡No podía creer que iba a pasar unas largas vacaciones con Rhys!

Todo aún se sentía tan irreal. Que ya tuviéramos una vida en pareja y tomáramos decisiones de acuerdo a la felicidad de ambos. Que ya no tuviera que conformarme con un pensamiento, un suspiro y una fotografía robada cada vez que lo extrañaba. Ahora podía llamarle y escuchar su voz diciéndome palabras bellas.

Me eché al sillón en lo que marcaba a su celular para avisarle que había llegado bien.

Dos tonos...

Tres tonos...

¡Cinco tonos y entró la grabadora! Colgué y volví a marcar. Me contestó al tercer tono, todo adormilado.

—¿Estabas dormido? —le pregunté en tono burlón, y un poco demandante.

—¡¿Quién habla?! —me preguntó enfadado.

—¡Cassie! —le espeté alterada porque no me reconoció.

—¡Ah! ¿Qué quieres? —preguntó estoico.

—¡Nada! —respondí y colgué.

¡¿Qué carajos le pasaba?! ¿Por qué me trataba así? ¿Tan pronto se rompió el encanto? Esa contestación no tenía nada que ver con su trauma.

No quise pensar que tal vez lo había agarrado en el acto. No, no podía hacerlo después de lo que pasamos... ¡De lo que él pasó por años!

«No, no haría eso», me tranquilicé.

Me dejé caer en el sofá, un resoplido disgustado salió cuando el respaldo me golpeó la espalda.

—No debí haber caído en su encanto de nuevo —comenté en voz alta—. ¡Argg! ¡Soy una estúpida!

Fui a la cocina por una cerveza, necesitaba un poco de alcohol para relajarme y no seguir pensando en el idiota que me trataba mal de nuevo.

Entonces escuché a mi celular berreando. Me asomé a la sala como si el aparato fuera una persona que demandaba mi atención. Y yo, harta de excusas, lo ignoré y fui a sentarme de un brinco en el mueble de la cocina para beber mi cerveza lentamente.

El celular calló, pero volvió a gritonearme desde allá a los pocos segundos. Me bajé del mueble sin dejar de refunfuñar. El tono ya me estaba pareciendo el llanto berrinchudo de un bebé.

RhysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora