10. Tatuaje y canción

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CASSIE

Escuché una tonada melódica dentro de mi sueño. Era tranquila, muy tranquila; sin embargo, su interrupción constante me sacó de quicio hasta que desperté bien.

Rhys fue lo primero que vi borrosamente. Me restregué los ojos mientras le reprendía con un gemido por haberme despertado.

—Perdón, preciosa, pero la tonada vino a mí en sueños y no podía dejar que se esfumara.

Rhys estaba sentado en el puf, solo vestía sus jeans y tenía la guitarra en su regazo. Sus tatuajes terminaron de dejarme con la boca abierta.

Él era una fantasía cumplida, digno de alborotar las hormonas de cualquier mujer. Y ahora es mío.

Me estiré para despertarme y luego le pedí que me pasara mi ropa.

Era hora de componer.

Mientras me vestía, noté que su concentración estaba totalmente en su cuaderno y la guitarra. Tocaba y apuntaba, apuntaba y tocaba. No le importó mi desnudez.

Me miró de reojo cuando me senté a su lado y me dio un beso rápido en los labios. Lo sentí nervioso.

—Inauguraste mi futón —comentó travieso.

—¿Eh?

—Es la primera vez que hago..., bueno, es la primera vez en toda la casa —dijo ocultando su nerviosismo.

—¡Ah! —bajé la mirada apenada cuando entendí a qué se refería.

—Escucha esto —dijo cambiando de tema completamente.

Tocó la melodía que aún tenía esa sensación de ser inventada al momento.

—¿Qué te parece? —me preguntó después de que dejó de tocar lo poco que tenía ya.

—Bien... para ser un bebé aún.

Sonrió y siguió tocando notas que podrían quedar.

Lo miré con la esperanza de que me besara de nuevo, así lo atraparía con mi deseo para llevarlo de nuevo a la cama. Pero no me hizo caso.

No iba a rendirme tan fácilmente; después de todo, él quería una segunda vez.

Seguí admirándolo hasta que me detuve en el infame tatuaje que tanto ha sido tema de debate entre Paige y yo. ¿Era un símbolo tribal o era una figura?

—¡Es un ave fénix! —exclamé cuando reconocí la figura.

Era hermoso, en tonos grises y negro, y tenía una realidad impresionante.

Rhys se detuvo para verme cuando no pude evitar acariciar sus líneas.

—Un ave fénix renace... ¿Renaciste de entre tus cenizas? —pregunté para mí.

Ese tatuaje era una prueba de que Rhys era un alma torturada. Pero ¿qué lo había torturado tanto para ser ahora una persona indiferente a la vida? Incluso cínica.

Me echó una mirada que me dijo que no me metiera en asuntos que no me incumbían.

—Estoy perdida en el mar de tu soledad —dije cuando me perdí en sus ojos color avellana.

—¿Mi soledad?

—Perdón, la soledad.

—¿Estás componiendo? —me preguntó confundido, frunció el ceño.

Asentí.

Eso vino a mi mente cuando su mirada dura me hizo recordar todas aquellas que me ha dedicado desde que nos vimos en persona por primera vez.

RhysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora