Epílogo

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RHYS

Un año después

El sonido de las olas logró escabullirse en mi sueño y la briza acarició mi espalda desnuda para despertarme a tiempo y poder admirar a la hermosura que tenía a mi lado, y que estaba levantándose de la cama.

Se sentó un momento para terminar de despertar.

Su cabello oscuro llegaba a media espalda desnuda, dejando al descubierto el tatuaje que se había hecho en el hombro unos meses atrás.

5 niveles para amarte siempre.

Cinco palabras que tenían mucho significado para ambos.

Para dar un toqué aún más personal, la sencilla frase estaba escrita con mi letra. Yo también traía el mismo tatuaje en las costillas, debajo del que ya tenía, pero con su letra.

Aun no tenía la intención de borrar la antigua frase, la que muchas veces me levantó de la cama cuando la depresión quería atraparme con sus garras. Era lo más lógico de hacer, según me dijo Lily-lil, como un paso a seguir en el proceso de curación. Pero ese era el problema, no creía que me curaría algún día por completo, solo tenía que aprender que el dolor ya no tenía que regir mi vida y dejar que la felicidad se abriera camino por si sola.

Creo que Cassie pensaba lo mismo cuando me acariciaba ahí con una mirada amorosa que me decía que me amaba completamente, con todo y cicatrices.

Fue toda una experiencia el momento en que ella se tatuó. Mientras yo sostenía su mano protectoramente, me miró cual virgen asustada de su primera vez. Tuve que consolar su dolor durante todo el proceso del tatuaje. Sin embargo, cuando vio el resultado final, su sonrisa feliz fue orgásmica para ambos.

Ese tatuaje sublime ha sido mi droga sexual cuando le hago el amor en posición de cuchara.

Mi vida a lado de Cassie era como nunca lo llegué a imaginar. Ella no solo era mi novia, mi amante, la persona con quien podía dejar libre mi lado romántico y sexual, la mujer con quien caminaba por la calle de mano agarrada, presumiendo a todos que su corazón palpitaba siempre para mí; también era mi mejor amiga, mi terapista, mi fuerte muro que siempre estaba ahí para protegerme y apoyarme.

Mi hermoso ángel de la guarda que me daba paz con una sonrisa entre sueños. Especialmente en esas noches que despertaba sobresaltado cuando Gabriella y el bebé solían aparecer en mis sueños. En esos momentos solo me bastaba voltear a mi lado para ver a Cassie en paz, siempre apoyándome silenciosamente; potenciaba más ese sentimiento cuando me acercaba a ella para abrazarle cariñoso.

—Por favor, quédate conmigo siempre. Cásate conmigo —le susurraba al oído todas esas veces.

Ella no despertaba, pero siempre he tenido la esperanza de que algún día lo haga y me dé el «Sí». Porque me ama y me necesita a su lado tanto como yo a ella.

Seguiré murmurándoselo hasta conseguir ese «Sí».

—No te levantes aun —pedí a Cassie con voz adormilada, también me levanté un poco para llegar a su cuello, que tanto me gustaba besar. Pero antes dediqué un segundo a su tatuaje como siempre lo hacía.

—Tenemos que terminar de empacar —dijo ladeando la cabeza para que me complaciera besándola.

—Mmm, cambiemos el vuelo...

—No, no podemos —interrumpió levantándose finalmente para cortar mi ruego.

Me dejé caer sobre la almohada con un resoplido frustrado, y enseguida me puse boca abajo, en esa pose sensual semidesnuda y con tatuaje al descubierto que siempre la volvía loca; dejaba todo para echarse encima de mí y acariciar mi brazo del tatuaje hasta llegar a mi mano en donde nos aferrábamos completamente, entonces me volteaba y dejaba que ella se satisficiera con mi cuerpo.

RhysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora