Pink Love: CHAPTER IX

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ROSAS DE CHOCOLATE.

¿Una persona podía enamorarse de una mentira? ¿Alguien tan enamorado podía dejar de estarlo sin dolor alguno?

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Sus pequeños ojos se abrieron con pereza pero con cierta rapidez antes de disponerse a recorrer la habitación con los mismos, la televisión seguía en función y su cuello dolía infernalmente por el hecho de perder la conciencia en el incómodo y viejo sofá. Voces pertenecientes a los vecinos se filtraban por las paredes del departamento y entre ellas resaltaban los gemidos de la pareja de enfrente.

"Puedo apostar que Tiffany y yo sonamos mejor. "

Murmuró con diversión para si misma a la par que observaba el gran reloj que colgaba de una de las paredes para confirmar la hora en que vivía; eran más de las diez pm y su novia aún no aparecía por ningún lugar. Fue en ese momento que comenzó a formular diversas situaciones en su cabecita. ¿Y sí Jessica había seducido a Tiffany? ¿Y sí les había pasado algo? ¿Y sí las habían secuestrado? Seguramente hubieran regresado a la rubia oxigenada de Jessica, seguramente.
La cerradura en forcejeo de la puerta principal le saco de sus pensamientos sobre influenciados por películas de terror, haciéndole mirar aquel pedazo de madera con expectación.

"Nos vemos mañana, Tiff."

¿Mañana? ¿Ver? ¿Tiffany y Jessica? ¿Qué?

"Aún debo consultarlo con Taeyeon, Jess... "

Esa es mi mujer; sonrió por sus reacciones mentales mientras observaba la escena de una despedida un tanto amorosa entre las dos chic-... ESPERA, AMORSAQUÉ.

La puerta se cerró al fin y la amante del rosa encendió la luz del lugar mientras reposaba un ramo de rosas gigante en la barra de la cocina para después abrir sus ojos con sorpresa y un tanto de diversión.

¿Tae? ¿Qué te pasó? Luces como si un camión te hubiese atropellado tres veces consecutivas. -La menor sonrió con sumo cariño a su contraria a la vez que se aproximo con pasos cortos hasta poder rodearle en un cálido abrazo; la más bajita mantuvo una expresión fría hasta que se vio indispuesta a causa de las mariposas que le provocaba la cercanía con su chica, SU chica, no la de Jessica, ni la de la vecina que gime fuerte, no, sino de su chica, la suya. -

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