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Al mencionar su nombre, apretó los ojos, y fingió que no era nada, aquel nombre no le decia nada...

¿O si?

Serkan llevaba años soñando con una niña, la imagen de ella era borrosa, pero su risa, su voz, se sentia tan real, que por mas que se esforzaba no lograba quien era o por qué esos sueños.

Cuando era pequeño le preguntaba a sus padres, y ellos, mirandose hicieron como si nada..

Lo único que recordaba claro era un nombre; Eda, pero no podia ser ella, ¿no? ¿Cuántas Eda habría en Estambul?

-¿Todo bien? Quizas tú si debas ir al médico, ¿eh?

La joven le miraba de forma gélida, y entendia por qué, el no le habia tratado bien antes y era evidente que se acordaba.

Se acomodó la corbata y carraspeo, estaba todo muy bien.

- Perfectamente, pero tú iras al medico.

Dicho eso, le cogió de la mano y entraron en el salon, pasando por detrás de los asistentes. De lejos, una preocupada Balca los miró incredula. Deniz no pudo evitar acercarse.

- ¿Va todo bien? ¿Eda, estas mejor?

La joven aprovechando ese momento, se soltó de Serkan y le miró a regañadientes, posteriormente miró a Deniz y sonrió.

- Muy bien, con ganas de seguir trabajando.

Serkan interrumpió, y la agarró de nuevo antes de que se le escapara. Si algo estaba seguro era que aquella mujer era cabezota, pero su cabezoneria era superior.

- Mejor vamos a ir al médico, eh..¿Deniz, no?? ¿Podreis estar sin ella?

Deniz miró al hombre, luego a ella...Eda parecia estar bien, pero aquel tipo estaba seguro que necesitaba la observación del médico.

El encargado se encogió de hombros y asintio.

- Ya queda poco, podré hacer lo que quede. Con tal de mantener a una de mis mejores trabajadoras, lo que sea...mucho cuidado.

El joven sonrió y se despidio, volviendo a la barra con Balca y le explicó el encuentro con Serkan Bolat.

Ya fuera del hotel, Eda se zafó de la mano del hombre y le miró fulminadole con la mirada.

- Estoy perfectamente, ¿quien eres tu para tratar a la gente como si fueras un ser superior? No soy de tu propiedad, es mi trabajo, es mi salud...

Serkan le miraba y ensanchó sus labios mostrando una calida sonrisa, sin decir ninguna palabra mientras buscaba la llave de su BMW M4 de color negro, y escuchando a la muchacha relajadamente.

- ¡Oye tu! Te estoy hablando, ¿sabes? Hay algo que se llama educación, por si no lo sabes...aunque claro, creo que no la conoces, tanto dinero, tanta 'clase' para nada.

- Eda.

- Serkan.

Ambos se miraron quedandose parados a mitad de la calle, en un silencio extraño. Ella se perdía en aquella mirada que le decia que era la de aquel niño rebelde que le hacía trastadas. Él se perdía en ese rostro que le hacia estremecerse, sin saber por qué.

- Metete en el coche. -ordenó el varón mientras se acercaba a ella y le rozaba la espalda para que siguiera caminando.

Eda le miró, no sabia si pegarle dos ostias, o escapar, y sin embargo se mantuvo en silencio, caminando y cuando fue a abrir la puerta, Serkan le cogió la b y se la abrió.

Eda le dirigió una mirada fulminante.

- Que detalle. -dijo sarcastica, mientras se metía dentro de el, observando la comodidad de ese coche y la parte delantera. Se veia bastante manejable.

Al entrar Serkan este trató de deshacerse un poco el nudo de la corbata, pero no era capaz.

- Maldita sea.

- Dejame a mi bruto.

La joven se inclinó, levantándose un poco para ver el nudo. Estaban a escasos centimentros, y cuando se dio cuenta de ello, mirándose por unos segundos (aunque parecía una eternidad) a los ojos, las piernas comenzó a temblarle, pero no queria que Serkan se diera cuenta por lo que deshizo la corbata y la tiró hacia atras, volviendose a su asiento y mirando a la ventana.

- Ya no te podras quejar mas.

Serkan la miró sin saber que decir, no solia quedarse sin palabras muy a menudo. Observó la corbata que estaba revuelta en el asiento trasero y con la ceja levantada miró a Eda.

- ¿Puedes ponerla bien? No me gustan el desorden.

Eda inmeditamente le miró sorprendida, y no pudo reprimir unas carcajadas antes de hablar. Aparte de ser un idiota, era un idiota maniático, perfecto.

- Ponla tu.

- Me has quitado la corbata entera.

- Te estaba apretado.

- Solo queria deshacerla un poco.

- Pues ya te lo ahorras.

-¿Por qué eres tan cabezota?

- ¿Por que no conduces de una vez?

Finalmente y por segunda vez, se quedó sin palabas y sonrió. Arrancó el motor comenzando a moverse por la ciudad, aunque algo perdido.

Lo que la mente olvida, el corazon mantieneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora