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Eda decidió tomarse unos dias de desconexión con Ceren y Melo en Antalya, una ciudad increible, con zonas de mar y con lagunas y cascadas. En cuanto las chicas se enteraron de todo, se quedaron totalmente sorprendidas.
Melo, en comparación con Ceren estaba encantadisima con el regreso de aquel amigo especial de la infancia.

- ¿Sabes Dada? Yo creo que el te recuerda, quizas no tan bien como tu, no se, quizás tenga recuerdos borrosos porque han pasado muchos años, pero te recuerda.

Las chicas estaban paseando por la playa donde habia algunos grupos de amigos que jugaban al voley.

- Melo, si me hubiera recordado me hubiera dicho algo cuando le confesé...

- Exacto. - decia Ceren con la mano agarrada del brazo de Eda.- Lo hubiera dicho, pero como no pasó, es mejor que se quede la cosa asi, que el se vaya a donde viva actualmente y que la deje tranquila.

Melo sacaba morros mirando a Ceren con malestar.

- Pues yo creo que deberian de hablar y sincerarse en condiciones.

- No Melo, eso le hará mas daño a Eda,
lleva muchos años sufriendo, ¿no la has visto o que?

Melo miró a Eda que en ese momento se sentaba en la arena frente al mar soltando algunos surpiros.

- Melo me gusta que seas como eres, que tengas esa confianza a ciegas en el amor, pero dudo mucho que entre Serkan y yo hubiera algo mas. Hay que ser realista, no me conviene y punto.

- Exacto - decia Ceren que se sentaba al lado de ella.

Melo fruncia el ceño, ella seguía creyendo que entre estos dos podrian tener una historia bonita, de esas que te calen el alma. Pero no quiso hablar mas, se sento en el otro lado de Eda y las tres quedaron en silencio mirando al mar, mientras se escuchaba el vocerio del grupo de voley que marcaban otro punto.

Serkan llegó a Estambul de noche, y dudaba si le abririan la puerta a esas horas, se acercó al vecindario de Eda y aparcó justo en frente de la casa azulada donde otros tantos recuerdos salian de su mente.
De la casa, había algunas zonas con luz. Miró el reloj, las 20.30h y suspiró dudoso.
5 minutos despues estaba ya en la puerta y llamó con varios toques. El corazon del chico parecia que se le iba a salir de la boca de lo nervioso que estaba.
Ayfer fue la que abrió la puerta y su cara no le decia mucho, si era la madre de Eda, no la reconocia.

- ¿Si? ¿Que quiere?

- Eh, hola, soy...- no sabia como decirlo, jamas habia estado tan nervioso como entonces, y si no querian verlo? - Soy Serkan.

Ayfer retiró la mano de la puerta al escucharle, no podia ser verdad, y asi era, Eda le describió tal cual como lo estaba viendo. Y aquellos ojos...de las de un niño travieso, ese niño travieso que le quitaba las coletas o le hacia enfadar a su pequeña Eda.

-¿Está bien?

- Si, uf, perdona es que no te esperaba Serkan, ha pasado...

Serkan lo entendia, y asentia, habia pasado 20 años, muchos años en los que el aspecto cambiaba y mas para unos críos.

- Lo sé, soy el primero en sorprenderme. ¿Es usted la madre de Eda?

Aquel trato tan educado la sorprendió, y mas ante la pregunta. ¿No la reconocia?

- Cielo soy Ayfer, la tia de Eda.

- Ayfer...- murmuró en voz baja tratando de recordar, cerró los ojos pero no lograba tener imagenes claras, ¡maldita sea!

Aquel momento le hizo encogerse el corazon de Ayfer y le dejó pasar, Semiha había salido con unas amigas por lo que no habria problemas en que hablaran. Antes de que entrara a otras estancias, pidió al chico que se quitara los zapatos, y este lo hizo encantado.

Posteriormente, Ayfer le invitó a sentarse en un cómodo sofá de tres piezas, y ella se sentó a su lado, ofreciéndole un té.

- No gracias, verás, por desgracia no puedo acordarme bien del pasado. Cuando me marché, mis padres me llevaron a Boston y según me contó mi madre, cogí el coche de mi padre para volver y tuve un accidente que hizo perder mi memoria. - hizo una pausa mirando al suelo y luego la miró, notando su inquietid.

- Oh dios mio! Entonces por eso no la escribiste.

- Así es, por eso tampoco lo recuerdo bien, estos 20 años ha sido tener recuerdos vagos con una niña que me llamaba, o se enfadaba conmigo, una niña algo mas pequeña que yo, pero no alcanzaba nunca verla, siempre la veia borrosa, y a veces hasta lejana.

Serkan le habló todo lo que su madre le había reveleado, las movidas con las drogas, la amenaza de su padre hacia su madre de saber de los Yilidirim y pedirles perdón.
A Ayfer se le encogió el corazon de escucharle, a su modo de ver, tambien Serkan habia sufrido.

- Si no es indiscreción, ¿donde estan los padres de Eda?

Ayfer tomó un poco de té antes de contestarle, necesitaba tener los labios mojados.

- Murieron en un accidente cuando Eda tenia 14 años, asi que yo y mi madre nos vinimos a esta casa porque aqui ella fue donde nacio o donde tiene sus recuerdos mas importantes, sus padres, y tú.

Aquellas palabras le hizo estremecerse, queria recordar cada momento, pero por mas que lo intentaba mas borroso y mas complicado se hacia.

- Lo siento, siento mucho como acabó todo y siento no acordarme, si no hubiera cogido ese dia el coche.

Ayfer sonrió con levedad poniendo sus manos en las manos del chico, agarrandolas.

- Escuchame Serkan, la mente podrá olvidar pero el corazón siempre lo mantiene. Y es lo que ha pasado cielo.

Aquellas palabras le hizo soltar una lágrima, Ayfer vio en él que lo estaba pasando mal. Asi que le hizo levantarse y le guió hasta la habitación de Eda. Y esperaba que al ver las fotos, tuviera alguna reacción.

- Pasa, mi sobrina no está.

Pasaron dentro y Serkan se quedo mirando la decoración del cuarto, había Hadas diminutas en las paredes, un Sol dorado junto a una Luna brillante. Y fotos, montones de fotos, que colgaban tanto en la pared como en las dos estanterías que estaban en ambos lados del escritorio.

Serkan fue mirando una a una, habia una Eda con sus amigas, riendo. Otras con su tia y una persona mayor, que seria la abuela que habia mencionado antes Ayfer, o quizás la otra abuela.

Ayfer le acercó la foto que tenia en la mesita de noche y sonrio esperanzada.

- Quizas esta si logres reconocer quiénes son.

En el momento en el que cogió el marco y vio la imagen, reconoció al instante a la niña, por fin los recuerdos borrosos que tenía de aquella cria que lo llamaba constantemente durante tantos años se difuminaron volviendo a tener la imagen reconocible de Eda.

Lo que la mente olvida, el corazon mantieneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora