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Las tres se fueron cambiando mientras Eda repitió lo que habia pasado desde que se encontró con Serkan (eso si, tanto con Ceren como con Melo evitó comentar lo del gemido) y Melo como era de esperar, muerta de amor, abrazada al cojín, disfrutando de aquella bonita historia.

- ¡Que bonito! Es que de verdad, cuanta razon tiene tu tia...siempre tiene frases que son como la vida misma; lo que la mente olvida, el corazón mantiene. Ay, se viene llorera. - la castaña escondió su cara en el cojín y sus amigas, mirandose la una a la otra se le acercaron para animarla. - Nada, nada, que es que estas cosas me pueden, ale, vamonos.

Dicho eso, y listas, salieron de la habitación que yacia con una pequeña luz de una de las lámparas de la mesita de noche.

Lentamente fueron bajando procurando no molestar a los demas huéspedes. Llegaron a la playa a los dos minutos y se sentaron en la arena, abrazadas mientras en el horizonte, muy pausadamente, el sol comenzaba a enseñar su cara con unos colores anaranjados.

- Algun dia viviré una bonita historia de amor, donde se me declare en la playa, aish.

Eda y Ceren sonrieron, animando aquel sueño de Melo, mientras dejaban reposar sus cabezas en los hombros de la romanticona, ignorando que a unos pocos pasos se encontraba un castaño mirandolas, especialmente a una de ellas, con una amplia sonrisa y las manos metidas en el bolsillo.

- Ejem, ¿me puedo unir tambien?

Las tres se giraron algo asustadas hasta que sonrieron al reconocer al tipo.

- ¡Cuñado! Claro que si, unete.

Eda miró a Melo y le dio un codazo un poco molesta mientras Ceren y Serkan reían divertidos presentándose en cuanto se les pasó las risas.

Serkan se sentó al lado de Eda y le puso la mano en la pierna mientras ella le miraba radiante.

- ¿Nos has estado espiando?

- Para nada, solo estaba paseando y te reconocí. - Le miró divertido, besando su hombro. Aunque realmente la habia visto cruzar la calle con sus amigas desde su ventana.

- Oye, ustedes dos...¿conoceis Kurşunlu Waterfall? -dijo Melo recordando que ambos habian estado en la playa, y que conocian entonces la ciudad.

Pero tanto Eda como Serkan se negaron, aunque solian veranear desde niños por la zona, siempre se quedaban correteando por la playa.

- ¿No? Esto hay que arreglarlo, chicos...- Melo se levantó e inmediatamente cogió el brazo de Ceren para levantarla.

- ¿Que haces Melo? - la rubia trató de zafarse hasta que entendió lo que queria hacer su amiga.

-Nosotras...si eso, nosotras vamos a desayunar por ahi, ustedes ir, ir ahora que es precioso ¿vale? Ah, y poneros algún bañador. -en cuánto cogió el brazo de Ceren comenzaron a caminar, despidiendose con las manos de los chicos. Mientras que Eda, se quedaba un poco (muy) sorprendida ante aquello.

Sin mas, ambos se miraron, sacaron varias fotos al amanecer y se levantaron caminando de nuevo hacia el hotel, donde, no sin antes, Serkan procuraba convencer a Eda de que usaran el ascensor.

- No Serkan, solo son dos plantas...- pero al mirarlo, un brillo travieso y divertido apareció en los ojos del castaño haciendo rapidamente reir a Eda.

Saludaron dando los buenos dias al recepcionista y caminaron hacia el ascensor, mientras sus manos se entrelazaban, felices.

Apenas habia gente, aun era temprano, y la mayoria estarian durmiendo o ni siquieran habrian pisado el hotel. Muchos turistas europeos y americanos, solian pasar la noche empalmandola por ahi, sin pisar siquiera el hotel, o simplemente lo usaban como un armario donde iban para cambiarse y volver a salir.

En cuanto el ascensor bajó a la planta baja y se abrió, Serkan, como caballero que era, dejó pasar primero a la chica poniendose ambos rectos, como si fueran dos alumnos en los que fingian ser buenos cuando realmente iban a liarla parda.

En el momento en que las puertas del ascensor, que por cierto era amplio y las tres paredes y el techo eran de espejos, se cerraron, ambos se arrimaron con rapidez, abrazándose, sintiendo el cuerpo del otro, ansiando descrubir lo que habia debajo de la ropa.

Y en el momento en que el aparato se puso en marcha, Serkan le dio al botón de parar.

- Eda...- murmuró el joven acariciando su cara con lentitud, deseandola ver entre las sabanas.

Eda llevó sus manos a las suyas sujetandose y perdiendose en su mirada, sin saber si saldria de ahi con alguna pizca de vida. Rodeó poco despues el cuello del muchacho y hundió los dedos en su corto cabello mientras sus narices se rozaban, mezclando sus respiraciones ya algo agitadas.

Lo que la mente olvida, el corazon mantieneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora