27. Quédate una y otra vez

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- Tenías razón – Dice ella después de un rato.

Tiene la espalda apoyada en las almohadas del hotel y yo estoy recostado en su vientre, rodeándole la cintura con un brazo mientras me pasa los dedos por el pelo aún húmedo de sudor.

Las sábanas están llenas de tinta corrida de su espalda, que supongo que pondrán a pensar a alguna mucama que demonios pasó acá.

Larga historia, señora.

Debería ponerme en la tarea de rescatar en papel lo que todavía quedó visible luego del sudor de su espalda y de mis dedos trayéndola más y más cerca de mí, pero francamente estoy demasiado drogado de endorfinas como para hacer algo que no sea esto.

- Casi siempre – Estoy de acuerdo. Me da un golpecito en la mejilla - ¿En qué?

- Tu canción para hacer el amor – Aclara ella. Sonrío

La música cambió de nuevo.

Ella volvió a poner Morat de manera obstinada, lo que francamente es un poco extraño, pero también algo tierno.

- Usted es mi canción para hacer el amor – Respondo simplemente

- ¿Estamos bien? – Pregunta. Giro sobre mi espalda para quedar boca arriba y poder ver su rostro

- Yo estoy mejor que nunca

Baja una mirada descarada a lo largo de mi cuerpo aun desnudo y pasa la lengua por su labio inferior de manera francamente pornográfica.

- Si, se nota – Dice. Me sonrojo como un quinceañero y ella sonríe. Luego aclara la garganta y se pone seria – Pero no me refiero a tu estado de deliciosidad. Me refiero a...tú y yo

- Me debería disculpar por lo de esta noche

- No – Niega con la cabeza, y acaricia suavemente mi mejilla – No, disculparte no. Solo...¿Estamos bien? – Repite

- Debería disculparme por lo de esta noche, pero no lo voy a hacer, Lola. Odio haberla lastimado, odio que haya parecido que rechacé lo que hizo, porque no fue así. Me conmovió hasta el alma oírla cantar, y sobre todo después de saber lo que significa para usted pararse ante un público. Pero...no me fui para rechazarla, ni para minimizar ese gesto increíble. Me fui porque tenía miedo. Todavía lo tengo

- ¿De qué? – Pregunta, mientras peina hacia atrás el pelo de mi frente

- Sigo siendo el niño idiota que se estaba emborrachando en su bar para olvidarse de lo que en ese momento creía que era un corazón roto. Sigo siendo el mismo imbécil que eligió ese espejismo antes de atreverse a sentir todo lo que sentía con usted. Sigo siendo el que le escribió canciones por 8 años, pero siempre tuvo miedo a buscarla. Sigo siendo el mismo romántico que cree que cuando las cosas buenas tienen que pasar, simplemente pasan; y por eso a veces fallo en hacerlas pasar. Sigo siendo ese hombre tan, tan incompleto. Y estar a la sombra de ese buen hombre que la supo querer como usted se merecía es solo... – Niego con la cabeza y suspiro, porque no sé cómo decirlo – No quiero que solo se conforme conmigo porque lo perdió a él. No debería, Lola. Soy una obra en progreso más de lo que una mujer como usted se merece

- ¿Te puedes vestir? – Me pide. Se me van los colores de la cara, creo que de forma evidente, porque ella se ríe – No te voy a echar, cielo. Es solo que la charla se puso muy seria, y para decirte lo que tengo que decirte....Bueno, no me puedo concentrar – Admite.

Dejo escapar el aire que no sabía que estaba reteniendo mientras ella se ríe.

Encuentro mis boxers, y ella se pone sus bragas y mi camiseta. Mmmm. Sip, eso no me ayuda a concentrarme tanto como esperaba.

La miro mientras se vuelve a recoger el cabello, y luego toma mi mano y me guía para que me recueste en las almohadas. Se acuesta frente a mí, mirándome a los ojos.

- No olvidé a Marcos. Para ser absolutamente claros, nunca me voy a olvidar de él. Me voy a poner nostálgica ciertos días. Te voy a hablar de él cuando vayamos a ciertos lugares que me lo recuerdan. Hay una foto suya en mi oficina del Balas Perdidas, y se va a quedar ahí. Él es parte de mi vida y de quién soy hoy. Una parte de quién soy, va a estar unida a él para siempre – Me dice. Me doy cuenta de que está escogiendo sus palabras con mucho cuidado, y luce tan nerviosa que no puedo evitar encontrarla adorable

Pone una mano suavemente sobre mi corazón, y sonríe cuando lo siente desbocarse.

- Pero he llegado a entender que puedes ser más de una cosa. Yo, la abogada, dueña de un bar, rockera y fan de Morat, puedo atesorar el recuerdo de alguien a quien amé muchísimo; y amarte a ti, en tiempo presente, al mismo tiempo. No porque me esté conformando. No porque esté desviando mi duelo. No porque me hayas coaccionado con canciones y orgasmos. Simplemente porque te amo, Villa. Ojalá pudiera explicarlo mejor, pero es así de simple

Me cubro la cara con las manos, porque oír eso por primera vez me hace sentir un idiota.

Sé que me he puesto rojo hasta las orejas, y construir un caso acerca de que soy el hombre maduro que esta mujer se merece mientras me porto como un preadolescente va a ser muy difícil.

Pone las manos en mis muñecas y tira de ellas suavemente. Sonríe cuando ve mi rostro en llamas y mis ojos lagrimosos de quinceañera en un concierto de RBD.

- Los dos nos fuimos cuando debimos habernos quedado. Los dos tuvimos miedo. Pero hoy estamos aquí, juntos. Por fin. Luego del punto y aparte, empezamos a escribir juntos, y aquí nos quedamos, ¿vale?

- Quédate una y otra vez – Es todo lo que le respondo.

Sería el momento ideal para un discurso. Para decirle que sé que el hecho de verme llorar en ese bendito video fue su detonante, y que lo entiendo. Que la amo más si es posible por eso. Que valió la pena si fue eso lo que la llevó a perder el miedo. Que no necesito que olvide su pasado para abrazar un presente con ella, porque sé que todos traemos nuestro equipaje, y que la amo sobre todo por sus heridas. Que lo que hizo esta noche no se me va a olvidar nunca, y que no voy a parar de escribirle canciones hasta que me perdone por no subirme a ese escenario y besarla hasta que no tuviera dudas.

Pero no le digo nada de eso con palabras, porque nos queda toda una vida.

En su lugar, me levanto y voy por su guitarra.

Empiezo a tocar.

Ella me sonríe.

No necesitamos nada más.



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Capítulo cortico, porque hoy venimos con capítulo doble. 

Más tarde en la noche viene otro, para el que les sugeriría que se busquen algo fuertecito de tomar. 

Ya les di amor a quienes querían amor. Ahora que venga el guaro! 

 

Simplemente pasanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora