doce| final

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Antonella Granger.

Me dí media vuelta encontrando a JiMin detrás mío con los brazos cruzados, miraba de mala gana a mi hermana y su novio mientras ellos abrían los ojos sorprendidos.

⎯ É-él es...⎯ tartamudeó mi hermana.

Yo fruncí el ceño, ¿Qué hacía JiMin en mi casa? Y lo más extraño, ¿En qué momento apareció? Ni siquiera lo sentí llegar o algo.

Emma y Adam habían palidecido, como si estuvieran viendo un fantasma. Y tal vez los entiendo, el chico apareció sin siquiera dar una señal o hacer un movimiento, aparte de que no todos los días se veía a un chico con tonos azules en absolutamente todo, me parecía extraño que lo único no azul era su piel.

Mi hermana tomó mi brazo y me atrajo a ella mientras le daba un vistazo a la ventana de atrás, verificando si estaba abierta. Adam se colocó delante de nosotras, yo bufé ante eso, ¿En serio se hará el héroe?

JiMin mostró una sonrisita traviesa y dió unos pasos hacia adelante, Adam tomó mi cuaderno y pretendía defenderse con eso. Encima de que estaba drogado y se tambaleaba de aquí para allá pensaba defenderse con un inocente cuaderno que no causaría ni cosquillas en el tritón.

⎯ ¡Aléjate o te mataré!⎯ amenazó Adam, yo quise golpear a mi hermana que había pasado el brazo por mi cuello con intensión de cuidarme del "desconocido".

⎯ Que inútiles son los humanos.⎯ respondió aburrido el chico de cabello azul. Emma soltó un suspiro de sorpresa y miedo a la vez.⎯ Déjenme llevarme a Antonella, no los quiero a ustedes, inservibles.

Me sorprendían las palabras del chico, nunca lo había visto tan neutral y al parecer con aburrimiento, como si mi hermana y su novio no estuvieran a punto de desmayarse por lo que decía JiMin.

⎯ ¿H-humanos?⎯ volvió a tartamudear Emma y me sostuvo con más fuerza.⎯ ¿Tú qué eres?

⎯ No te interesa.⎯ bufó para después verme.⎯ Vamos, Nella, tengo que decirte algo importante.⎯ se dió media vuelta.

Yo pisé el pie de mi hermana para que me suelte y así sucedió, me dispuse a seguir a JiMin pero Adam me tomó por la ropa llevándome hasta él, pretendiendo cuidarme.

⎯ Suéltame, maldito drogadicto.⎯ le dije molesta.

⎯ ¡¿De dónde conoces a éste chico, Antonella?!⎯ preguntó mi hermana a los gritos. Bufé y la miré mal, no le contesté y quería salir del agarre del pelirrojo.

Él no me lo permitió y con sus dos manos en mis brazos me obligó a mirarlo y así lo hice. En sus ojos se marcaba la desesperación y miedo, me movió un poco de adelante hacia atrás.

⎯ Antonella, aléjate de él, dile que se vaya. Puede hacerte daño.⎯ pidió con las pupilas temblorosas.⎯ Sé que nunca fui el mejor cuñado o te trate de lo mejor pero verdaderamente me preocupo por tí, eres la hermanita pequeña de mi novia y no quiero que te pase algo.

Levanté una ceja y lo ví incrédula. ¿En serio pensaba que me iba a comer ese cuento de que me quería?

Adam desde que lo conocí, o sea cuando tenía solo siete años, me molestaba por absolutamente todo. Primero comenzó por el color de mi cabello; decía que los colorados éramos tontos, y como mi hermana y padres son de cabello castaño asumía que yo era adoptada, cosa que para una niña de tan solo siete años era molesto y doloroso. Luego continuó con mis ojos, yo desde siempre supe que mis ojos eran extraños por ser de colores diferentes, nunca supe bien el porqué de mi heterocromia, suponía que era porque papá tiene los ojos marrones y mamá celestes, pero aún así, mi hermana sacó los dos de color marrón miel. A decir verdad, mis ojos fueron una inseguridad que tuve por años, ser diferente a los demás me hacía sentir mal, siempre fui una chica tímida y centrada en sus cosas, lo menos que quería era que hablen de mí o me estén viendo, ya sea de buena o mala forma.

Atlantis| pjm.✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora