Cursed Witch |PJO|

10: Estúpido, Estúpido Grover

Los siguientes días transcurrieron normales, iba a clases de griego en la mañana, aunque no me servían de mucho porque seguía sin mejorar. En las tardes acudía a las clases de tiro con arco con los de mi cabaña, y antes del almuerzo a clases extra con los hijos de Apolo.

Vi un par de veces a Percy practicar tiro con arco, pero después de casi dejarle una cicatriz nueva a Quirón decidió detenerse. También lo vi en las carreras, las ninfas del bosque barrieron el suelo con él. Y ni hablar de la lucha libre, más de una vez tuve que intervenir antes de que él terminara inconsciente a manos de Clarisse.

Pero, la mayor sorpresa para todos vino un martes por la tarde, durante la lección de combate con espadas. Hace mucho tiempo que había desistido con esa clase, yo y las espadas no congeniábamos, el miedo que me daban era mucho. Aun así, me vi obligada a ir, desde la llegada de Percy había comenzado a rondar una apuesta para saber quién era su padre divino. Al principio no quise participar, pero finalmente cedí y aposté unos cuantos dracmas. La mayoría creía que él sería reconocido durante su primera clase de esgrima, así que todos los de mi cabaña hacían fila para tener el mejor lugar a la hora de que las lecciones de Luke comenzaran.

Empezaron con los tajos y las estocadas básicas, practicando con muñecos de paja con armadura griega. Luke fue bueno conmigo y no me obligo a practicar, pude observar todo desde una esquina. Percy no lo hacía tan mal, lo que me llevó a pensar que él podía ser un hijo de Ares, algo despistado, pero un hijo de Ares, al fin y al cabo.

Si eso era así iba a perder muchos dracmas.

Después empezaron a enfrentarse en parejas. Luke anunció que sería el compañero de Percy, dado que era su primera vez.

Me acerque a Percy para darle buena suerte, porque en verdad que la iba a necesitar.

—Buena suerte —le desee.

—Luke es el mejor espadachín de los últimos trescientos años —añadió un campista que pasaba por nuestro lado.

—A lo mejor afloja un poco conmigo —dijo Percy.

No pude evitar reír antes de apartarme de él.

Luke le enseñó los ataques, las paradas y los bloqueos de escudo de la misma forma que había tratado de enseñarme a mí, con dolorosos golpes. Y después me preguntaban porque les tenía temor a las espadas.

—Mantén la guardia alta, Percy —decía Luke, y le asestaba un cintarazo en las costillas— iNo, ¡no tan alto! iZaca! iAtaca! iZaca! iAhora retrocede! iZaca!

Otra razón por la que prefería los arcos.

Cuando pararon para el descanso Percy chorreaba sudor. El sol pegaba fuerte, y yo, aunque no había hecho nada más que mirar, parecía cerdo en horno.

Fui junto a todos los demás al refrigerador por algún refresco, y como no me gustaba esperar mi turno, le quité el agua a un campista menor. Clarisse hubiera estado orgullosa.

—Vale, todo el mundo en círculo, ¡arriba! — ordenó Luke apenas terminamos nuestras bebidas—. Si a Percy no le importa, quiero hacerles una pequeña demostración.

Nos reunimos alrededor de Percy para, bueno, reinos. No lo voy a negar, no nos pudimos aguantar la risa y aunque tratábamos de ocultarlo, estoy segura que Percy se dio cuenta igualmente. Luke le haría pasar la misma humillación a todos, era una especie de tradición.