16: Un encuentro extraño

61 12 0
                                    

Me encontré a mí misma en la una gran sala, vieja y polvorienta. Parecía una iglesia que no había sido limpiada durante un siglo. No había luz a excepción de una tenue luz verde que venía del final de la habitación. Pero esta luz era interrumpida por una joven vestida de sacerdotisa que estaba arrodillada frente al altar, rezando.

Lo último que recordaba era caer desde lo alto de un edificio a una muerte segura, y ahora estaba frente a un altar. Si no fuera hija de una diosa, y alguna vez le hubiera puesto atención a mi tía con sus enseñanzas religiosas, diría que había muerto y lo más seguro era que estuviera en el cielo. Aunque conociéndome el cielo seguro no me aceptaría.

La joven frente a mí no se inmutaba. Su cabello era rubio y muy largo, caía por su espalda hasta casi tocar el suelo. Como si me llamara no pude evitar acercarme y rodearla para verle la cara. Era como una estatua griega, pálida, hermosa y eternamente joven.

Las palabras salieron de mi boca antes de poder pensarlas bien.


—¿Mamá? —pregunte. Se me formo un nudo en la garganta. Esperaba que ella lo negara o que no respondiera por seguir con su rezo.


—Me alegra saber que puedas reconocer a tu madre, Morgana —respondió sin abrir los ojos, rezar le era más importante que ver a su hija.


Unas inevitables ganas de llorar me invadieron. En mi corta vida siempre me había imaginado la cara de mi madre, cada vez creando una distinta. Recuerdo que cada día de las madres lo pasaba encerrada en mi cuarto dibujando rostros, dándole forma a una mujer que siempre había añorado.

Ahora la tenía frente a mí y no sabía cómo reaccionar.


—Sobreviviste por muy poco —dijo.


Eso me desconcertó.


—¿Estoy viva?


—Si —su cara de mármol seguía sin mostrar ninguna emoción. —Pero debería estar muerta. Ni siquiera un semidios sobrevive a una caída de esa altura.


La imagen de Percy saltando desde lo alto paso enseguida por mi mente. El nudo que tenía en la garganta se disolvió y fue reemplazado por las ganas de gritar. Quería gritarle, reclamarle el porque me salvó solo a mí. Por qué no lo salvo a él.


—Tu amigo está vivo —dijo. Para mi sorpresa abrió uno de sus ojos y me dio una rápida mirada antes de volverlo a cerrar. Sentí un calor en el pecho al ver que sus ojos eran tan violetas como los míos.


Eso siempre me había molestado. Ese color no era normal para nada, la gente siempre me miraba raro y los niños me molestaban por ello. Mis tíos me habían llevado al médico y él les explico algo sobre una mutación genética, un cao uno en un millón. Pero ahora todo tenía sentido, mis ojos no eran otros que los mismos que la diosa de la magia.


—Si no debía haber sobrevivido, ¿Cómo es que estoy viva?


—Aunque ya nadie lo recuerde, en un momento fui una diosa importante —. Creí que ella dejaría de rezar para contar su historia, pero permaneció igual que al principio. —Tuve poder sobre los reinos de Zeus, Poseidon y Hades —una sonrisa se formó en su rostro, como si estuviera orgullosa de eso. Pero esa sonrisa no duro mucho tiempo —Hoy en día solo uno de ellos lo recuerda.

Cursed Witch |PJO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora