Capítulo 12

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(Lo siento muchísimo, se me olvidó por completo actualizar, soy un poco, bastante, desastre. Espero que disfrutes los capítulos, que te esté gustando la historia y tengas un bonito día.<3)

Y si quieres puedes ser lo que otros quieren que seas, un barquito de vapor yendo a favor de la marea. Pero, tú y yo sabemos que la realidad es fea, en este mundo Don Quijote mataría a Dulcinea....

El exilio de mi folio. -Sharif.

Giovanni

13 de septiembre.

Mi cumpleaños.

Los temidos veintidós.

Nací en un día cualquiera, de esos que no recuerdas porque no sucede nada importante. Mi madre estuvo sola en el parto, papá y ella se separaron después de estar dos años juntos, por lo que mi vida estaba dividida en dos. Se supone que debe ser divertido tener el doble de cosas, dos familias, dos casas e incluso más regalos. Se supone que eso es interesante, eso creía cuando era pequeño, pero no lo es.

No recuerdo ninguno de los sabores que han tenido mis pasteles de cumpleaños a lo largo de los años, tampoco recuerdo las fiestas o si había alguien conmigo ese día. En mi familia los cumpleaños no se celebran, las navidades son insignificantes y año nuevo es un día cualquiera. Si me preguntaran con quien celebro este día, mamá y papá no serían la respuesta. En mi soledad comprendí que no necesito celebrar mi cumpleaños, he pasado por mucho para darme cuenta que esa fecha no es importante para nadie.

Me acurruqué en la cama con la esperanza de quedarme dormido y cuando cerré los ojos escuché unos golpes. Por un momento pensé que estaba soñando, hasta que volví a oírlos y supe que alguien llamaba a la puerta de mi apartamento. Maldita sea. Me levanté y fui directo a la entrada. ¿Quién podría ser a estas horas de la noche? No solía decirle a la gente donde vivía, me gustaba mi privacidad, así que mi dirección solo la sabían Ric y Luis. Por ese motivo no me sorprendí cuando vi a uno de mis amigos ahí.

-¡Por fin! -exclamó. -Pensé que estaría llamando a la puerta toda la noche.

-¿Qué pasa, Luis?

-Tengo un problema con el coche, necesito que me lleves a un sitio.

-¿Es una broma?

-¿Te parece un chiste?

Resoplé con fastidio.

-¿Necesitas que sea ahora? Estaba a punto de ir a dormir.

-Dormirás después. -respondió distraídamente.- No creo que mueras por dormir una hora menos, tal vez estés de peor humor, pero no morirás.

Intenté permanecer serio, pero me resultó bastante difícil. Aun así no dije nada, esperé a que cambiara de idea y se fuera a casa.

-Sabes que no te lo pediría si no fuera importante. -insistió. -Tengo que recoger una pieza en la casa de mi padre y necesito que me acerques.

Suspiré.

Podía negarme, si, pero Luis me había salvado demasiadas veces como para no hacerle un simple favor.

Me cambié rápido y cogí las llaves del coche. Arranqué el motor y conduje a la dirección que me indicó Luis, en ningún momento mantuvimos una conversación. Yo tenía demasiado sueño como para hablar y él parecía nervioso, demasiado. Aun así no pregunté, aparqué el coche y esperé a que bajara. Pasado unos minutos me fijé en que Luis no dejaba de mirar por la ventana, sin intención de moverse.

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