Capítulo 15

62 3 1
                                    

Quiero brindar por el amor, ¿vale? A veces es remedio, y otras, enfermedad...

Apolo y Dafne. -Sharif.

Vanessa

Respiro.

Uno, dos.

Inhalo.

Tres, cuatro.

Exhalo.

Estoy tan concentrada en que quede perfecto, que no me doy cuenta de que mi abuelo está ahí de pie, mirándome, hasta que escucho su voz.

-Cariño, como sigas así vas a desgastar el suelo.

-¿Eh?

Resopla.

-¿Vas a decirme qué es lo que ocurre? Soy consciente de lo perfeccionista que eres cuando limpias, pero parece que lo haces más para distraerte.

-No...

-¿Vas a mentirme? -me interrumpe.

Si iba a hacerlo y lo peor es que nunca lo había hecho, sí que mentía, una que otra vez lo hacía, pero no a él.

Suspiro, derrotada.

-Solo intento que quede limpio. -susurro.

-Creo que ya está muy limpio, demasiado, incluso parece que nadie ha pasado por aquí.

Sonreí.

-Vamos a sentarnos, ¿quieres?

Abrí los ojos.

-Pero es tu hora de leer.

-No pasa nada porque hoy no lea.

-Nunca has dejado de leer por un día.

-Tienes razón, pero esto es más importante, hablemos.

Nos dirigimos al sofá, él tiene el diccionario verde que siempre lee, lo sostiene como si fuera su mayor tesoro y estoy segura de que lo es. Desde que era pequeña el abuelo siempre leía ese diccionario, a la misma hora y en el mismo sitio. Era algo así como su tradición. Sola suya. Ante mi silencio, se aclara la garganta, lo que significa que va a decirme algo importante.

-¿Qué ha pasado?

-Nada, solo quería ayudar a la abuela.

Levanta una ceja, siempre lo hace cuando no cree lo que le digo.

-No ha pasado nada, por lo menos no nada malo. -explico. -Solo que ya no estoy con el chico que salía.

Sonrió.

-Así que un chico...

-No es importante, de verdad.

Aún me parecía increíble que estuviera hablando de esto con él, no es que no tuviéramos la confianza para hablarlo, pero era realmente incómodo.

-Tiene que serlo si llevas varios días así.

Tenía razón.

Llevaba cuatro días limpiando sin parar, ponía todas mis energías en mantenerme ocupada para no pensar. Cuando llegaba la noche, intentaba hacer cualquier otra cosa. Dibujaba, escribía, y aun así en mi cabeza siempre aparecía él. En todos los dibujos y en todos mis escritos. Siempre estaba él. Podía pasarme noches enteras escribiendo poemas, pero no sé si soportaría que él fuera el tema de todos y cada uno de ellos. No sé si podría con eso.

-Pensé que no me afectaría tanto. -admito. -Es decir, lo de darnos un tiempo fue idea mía, pero era para aclarar mis sentimientos por él.

-¿Por qué querías aclarar tus sentimientos?

La historia mejor contadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora