El invierno solía ser implacable, y para los habitantes del estado de Washington era natural convivir con el frío y la humedad, usar ropa térmica o encender a diario la calefacción... para Jacob las cosas no funcionaban así.
No tenía ni necesitaba nada contra el frío: ni ropa, ni calefacción ni una enorme cobija para dormir, mientras corría con Edward en su lomo pensó que se sentía increíblemente feliz y quería seguir sintiéndose de esa forma, pese a tener 16 años era la primera vez que se podía divertir de verdad, cuando era niño siempre tuvo la enorme responsabilidad de cuidar de su padre y ayudarlo a movilizarse, prestarle especial atención a su alimentación y reconfortarlo cuando se sentía solo y devastado.
Pero Edward había mitigado todas esas preocupaciones dentro de él con su manera audaz de resolver problemas y encomendando a Leah el cuidado de su padre ofreciéndole una buena remuneración y sólo haciéndolo en el tiempo en que el joven lobo Black no estaba en casa.
-Jacob, no tienes que estar preocupado, al llegar a casa podrás hablar con Billy, él está de acuerdo con nuestr... -Edward se detuvo en seco al caer en cuenta de que probablemente estaba hablando de más.
El paisaje era majestuoso a su paso y el vampiro estaba agudizando sus sentidos porque algo no le parecía normal en el ambiente, había mucho silencio en los alrededores de la reservación y era una nueva regla tener a dos lobos en los límites al menos en estos días de amenazas por parte de un clan desconocido y enemigo.
-Edward, no pierdas de vista la casa de mi padre, sé que algo malo está pasando, hay unos aromas desconocidos y son vampiros... -Bramó Jake a la mente de Edward confirmando sus sospechas de que los intrusos estaban usando un camuflaje para borrar su rastro de otros vampiros.
-Jake, -le llamó con una voz serena intentando tranquilizarlo, el lobo temblaba con furia y su cuerpo estaba lleno de la naturaleza protectora por su manada-. Jake, debes pensar bien, mi familia debe venir cerca, no podemos atacar así
-mi padre Edward, mi padre está indefenso, entiende.
Lo siguiente fue un lobo completamente descontrolado adentrándose a la reservación desde los enormes árboles, dándose paso por los senderos y desarrollando una fuerza descomunal bajo su pelaje, su alma mitad humano, mitad lobo, en ese momento se encontraba cegada por su instinto y no descansaría hasta dar con su padre y líder simbólico de los quileute.
Edward intentaba no perder la cabeza al ver que se conducían hacía una trampa, necesitaba ayuda de su familia y no sabía si esto estaba siendo controlado por las predicciones de Alice o solamente era un truco para que pareciera seguro. No había forma de que pudieran escapar si los vampiros estaban dentro y con el padre de Jacob entre sus garras.
Los segundos que sus largas patas zurcaron el terreno se sentían pesados y tardíos por la ansiedad, Edward sabía que era imposible detener a Jacob y estaba preparado para lo peor.
-Si a mi padre le pasa algo por mi culpa, nunca podré vivir con eso. Prefiero ser sacrificado ahora mismo -fue el pensamiento más o menos coherente que el vampiro pudo oír hasta que llegaron a las orillas del patio trasero de la casa de Jake y pudo percibir el fuerte olor a vampiro, y un poco de olor a sangre humana pero con el tinte lobo: había un quileute herido.
Jacob también lo notó, un rugido feroz inundó su garganta y la fuerza con que tiró a Edward de su espalda lo sorprendió, el lobo estaba fuera de si, siguiendo el aroma se introdujo directamente en su casa, y lo que continuó fue realmente incomprensible y hostil.
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Inalcanzable
VampirEdward viene buscando el amor desde hace cien años, y cuando eso pasa todo se pone de cabeza: deberá enfrentar el hecho de amar a un hombre lobo joven que será perseguido por enemigos vampiros al tener una peculiaridad única en sus genes, él da todo...