Capítulo VIII

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El vampiro no podía soportar más dolor, sus cabellos estaban goteando agua sucia, de las cañerías, y el olor era repugnante; tenía los ojos virados por la fuerza que había estado haciendo intentando soltarse del acero que le habían sellado alrededor de sus brazos y piernas. Era tan bochornoso.

Él se creía fuerte, si, pero sabía que los sujetos que lo habían apresado lo eran mucho más, había perdido el conocimiento después de leer su mente y fue como un segundo: despertó allí en ese pasaje bajo tierra, desnudo e inmóvil oliendo a mierda, los sujetos se habían ido pero dejaron una grabadora de sonido reproduciendo sin cesar unas frases que querían sonar intimidantes, y realmente lo eran.

"dejalos solos si quieres vivir"
"Alejate de Forks"
"Qué bonito se vería tu nombre en las filas de Italia"
"Sabemos todo sobre ti Edward, y podemos acabar con toda tu familia"
"¿Recuerdas cómo llegaste aquí? jajaja, no, no nos puedes recordar"
"Podríamos ser cualquiera a tu alrededor, incluso un lobo"

Todo sonaba tan lento que no se podía distinguir el género de la voz o algún acento particular. Las descargas eléctricas que había recibido debieron ser de miles de voltios, sus venas estaban moradas y aunque casi no contenían sangre si albergaban aire que había explotado dentro, Edward estaba irreconocible.

Su cara tenía tonos morados y verdes, ojos saltones a punto de salirse de sus cuencas, el cabello mojado se veía muy oscuro al igual que su piel. En ese preciso instante Edward si parecía un verdadero monstruo, y se percató de una cosa crucial para él: había bebido sangre humana. La resequedad abrumadora de su garganta se lo demostró, ya no había vuelta atrás, al menos no en esa situación, lo querían volver peligroso para estar en Forks... y obligarlo a irse.

Estaba seguro de que eran muy astutos, él si se podría liberar del acero, sólo era cuestión de minutos para que la sangre le llamara tanto que la fuerza descomunal que producía en un vampiro se desatara y también la razón de Edward se nublaría.

-Necesito tener fuerza, fuerza para parar... No te quiero perder Jake -le dominaba más aquel sentimiento de amor por su lobo que su fuerza física estaba débil, Edward se percató de que la única manera de liberarse era dejándose llevar por la sed y tenía que lograr contenerse de sangre humana al menos hasta estar en sus cinco sentidos: una victima, eso sería más que necesario-. Lo siento Carlisle, tengo que salir de aquí.

En ese momento se concentró tanto en percibir aromas, en imaginar escenas sangrientas y violentas que su naturaleza en realidad disfrutaba, las victimas gritando mientras él se alimentaba de ellas, era ensordecedor el deseo que le provocaba todo aquello y lo fuerte que se contraía su garganta de la cual brotaban gritos agudos casi de otro ser, su cuerpo empezó a convulsionar y sus ojos se tornaron tan negros como el azabache pero de un modo terrorífico, Edward no estaba, estaba la bestia más peligrosa que haya existido en la tierra.

De dos golpes secos se liberó rompiendo los gruesos pliegos de acero y fue como ver a súper man atravesar un edificio, pero con la diferencia dolorosa de que el vampiro no era un héroe, era un asesino y estaba en busca de alguien corriendo a una velocidad increíble, la persona más apetecible tenía una herida y no le importó en qué situación se encontrase, él iba a cazarla -aunque cazar para un humano era absurdo siendo que un vampiro tiene tales ventajas increíbles-. No tardó más de treinta segundos en hallarse en el lugar, era un desafortunado accidente en una carretera que da a las afueras de Seattle, un par de personas que observaban asustadas a la pobre muchacha con una pierna rota después de haber caído de su motocicleta se espantaron aún más cuando aquel hombre que pareció llegar de la nada se ciñó al cuello de ésta y le chupó la vena aorta con una fuerza descomunal, terminando de quebrar sus huesos de los brazos y columna, se sirvió cuanto pudo, hasta quedar saciado totalmente.

InalcanzableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora