Capítulo V

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-¡Jacoooob!, ¿dónde estás? -Edward seguía gritando y estaba aterrado, su olfato tan nublado por el hedor de los lobos no le dejaba percibir a su lobo, no lo sentía ni mucho menos le escuchaba, corría peinando la zona desde el último punto en sentir a Jacob.

Se trepó sumamente rápido a la Copa de un árbol inmenso y llamó a su familia,  continuó llamando a su lobo también.

-JACOOOB, DÓNDE TE ENCUENTRAS, POR FAVOR RESPONDE.

Edward sabía que los minutos se trataban de horas en una situación así y aún más en contra de vampiros, se sentía tan agobiado  y desesperado, necesitaba hayar a Jacob Black sano y salvo o no soportaría la culpa.

-¡Edward! Edward uno de los otros vampiros está aquí, ven para que lo estudies.

No pasó ni un segundo para que él totalmente colérico arremetiera contra el vampiro desconocido, tenía una cabellera larga y ojos muy rojos, la piel tan blanca como la nieve y una socarrona sonrisa que se borró con el segundo puño que Edward le dio, logrando fracturar un poco su pómulo.

-Dime cuántos son ustedes y dónde está el lobo.

jajaja, ése lobo ya es comida para peces

Los pensamientos del vampiro le alteraron más de lo que ya estaba, pero pudo ver que estaba pensando en su grupo: eran 4 en total. Al menos en esa oportunidad. A través de su mente pudo ver que tras un árbol de encontraba otro de los suyos, Edward en un ágil movimiento lo trajo al frente.

-Eso si me impresionó -bramó el de cabello largo con los ojos muy abiertos intentando liberarse del agarre de Emmett.

-Dime dónde está el lobo o los mato aquí mismo -amenazó-, a los cuatro, no sólo a ustedes dos.

La mente del otro vampiro era más legible, pero él no sabía nada de Jacob porque se estaba preguntado de qué lobo hablaba, también vio que ése otro vampiro estaba ahí provisionalmente: el miembro número 4 de su grupo aún estaba escondido: el miembro real.

Un abrazo roto al del cabello largo fue suficiente-: ¡Ahh! maldición, está bien. Te diré.

-¡¿Dónde?! ¿Dónde está?

-Mi líder lo quiere porque encontró una manera de fusionarse con un lobo, y él es perfecto por dos cosas -el vampiro hablaba rápido al sentir las manos en su cuello amenazando con matarle-: la primera su fuerza física y mental, la segunda y más importante... porque él no se podrá imprimar nunca. Él es el único lobo de esta generación con la maldición de la veesla grise, no tiene el don de la imprima, pero si lo quieres encontrar ya mismo deberías empezar a buscarlo, mis otros dos compañeros lo llevan al norte de Canadá en este momento.

Aunque no le creía nada, si estaba totalmente seguro de una cosa: no tenía más opciones que hacer caso. Con una señal dejó a los vampiros prisioneros con sus hermanos y empezó a correr a toda velocidad hacía la dirección que le indicaron, le animó sentir que le acompañaban Esme y Carlisle a pocos metros. Su velocidad era admirable pero se sentía muy mal por haber perdido tanto tiempo, aunque suponía que dos vampiros con un lobo a cuestas serían un poco más lentos de lo normal, eso sumado a que el miembro Cullen conocía mucho mejor el terreno, al menos hasta la frontera.

Esme poseía una agueza muy fuerte que estaban usando para seguir el rastro de los vampiros, y Rosalie fue a advertirles a los lobos que se agruparan para poder resguardarlos a todos de otro posible secuestro.

Edward quería morir. Se sentía sólo nuevamente, una presión en el pecho, un dolor agudo en donde antes tenía un corazón, ése que ahora latía fantasmagoricamente sólo por ese pequeño y hermoso lobo de piel canela, Edward sabía que este tipo de vacío y tristeza vienen acompañados del amor, del apego... pero el saberlo no le hacía poder controlarlo.

InalcanzableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora