—«¿Despertaste?»
Los parpados del hombre recostado en su lecho se fueron abriendo con mesura, los orbes se movían de lado a lado tratando de ubicarse en su lugar. Hubo un momento, fue cuestión de segundos, en donde en el rostro del mayor se vio dibujada una mueca; una mueca porque se había acordado de cómo había llegado ahí. Volteo a ver al que estaba a su lado, Dazai traía los ojos cansados y en los labios una expresión indiferente, mientras en una mano le alcanzaba una taza de la que se desprendía humo blanco.
Olía a naranja.
—«¿Q-Que... que es?»— pregunto con dificultad el de ojos azules refiriéndose al contenido del vaso.
Dazai le indico que se incorporara un poco, y luego, se lo extendió para que lo recibiera.
—«Dime... ¿A que huele?»— cuestiono Osamu.
El contrario hizo una mueca de confusión; ¿Para que necesitaba eso? No obstante, y luego de que entendió que la cosa iba enserio, lo olio para así poder captar toda su esencia.
—«Huele a naranja... y jengibre»
El menor soltó un suspiro aliviado de repente y rio un poco al ver como la confusión hacía que el mayor se irritara.
—«No creas que te he pedido que huelas la bebida para burlarme o algo así; quería comprobar que aun tuvieras el sentido del olfato»— comento Dazai mientras se incorporaba y se alejaba para dejar en paz al poeta.
—«Ósea que si no tuviera el olfato...»
—«Te habría sacado de mi casa como fuera, lo menos que necesito ahora es contagiarme de tu gripe»
Una estruendosa carcajada del pelinaranja retumbo en el lugar; una buena señal porque eso significaba que lo ocurrió no era tan grave como para que ya no le hicieran gracia o molestia sus bromas.
No obstante, el ambiente tomo de nuevo la sequedad y la alojo como su invitado especial. Se volvió incomodo, desagradable aquel silencio y aquellas incertidumbres que se generaban en el cuerpo del castaño. Se devolvió de la cocina luego de asegurarse de que nada estuviera prendido, y observo con sumo detenimiento como Chuuya tragaba el remedio.
—«¿Esto es un menjurje de abuelas?»— cuestiono con una sonrisa burlona al terminar de dar su sorbo.
—«Técnicamente, aunque no precisamente lo saque de mi abuela»
Nakahara se tragó todo el contenido del pocillo sin dudar ni un segundo; lo paso tan rápido que sintió un alivio en su garganta al sentir como esta se calentaba por el líquido.
En primera se había asqueado, eso no era secreto ni para el menor; la cara de asco que puso al ver que efectivamente era un jugo de naranja calentado lo obvio todavía más. Pero el sabor al final, no fue desagradable; el jengibre picaba un poco, pero era refrescante junto el sabor a naranja, además estaba endulzado, no sabía con qué, pero lo estaba, y al final, que estuviera caliente era mucho mejor.
—«Supongo que... debería agradecerte por tomarte la molestia de prepararme algo»— comento avergonzado mientras le devolvía el frasco al más alto, quien aún seguía estático observándolo; con labios entreabiertos tratando de decir algo que no quería salir aún.
Se destrabo de su garganta cinco segundos después del incomodo ambiente generado.
—«Oye... cuando llegaste... estabas a punto de llorar...»— empezó a contar el castaño mientras movía sus dedos contra la cerámica blanca del vaso, inquieto—«Tal vez, no tengo derecho de exigirte que me cuentes, pero... al menos, me gustaría saber que ocurre»
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Como la flor de durazno (BSD chuuzai/dachuu authors au)
FanfictionEn el momento en el que te das cuenta que aprecias algo o alguien de verdad, es cuando ya lo has perdido; cuando ya es muy tarde para hacerlo. Pero los seres humanos no hacemos caso a esto, lo entendemos, lo aplicamos y lo recomendamos; la misma fra...