>.< Capítulo Siete

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Tony y Steve caminaban por el parque, mientras charlaban sobre cualquier cosa en general.

Aveces incluso se mantenían en silencio, pero uno nada incomodo, más bien reconfortante.

- Ya se que ayudas en una escuela de arte por las mañanas ¿Pero y en las noches? - pregunto Tony curioso.

El cuerpo de Steve se estremeció.

- Nada - respondió llevando sus manos a los bolsillos de su chaqueta - No hago nada.

- No te creo - dice Tony son una sonrisa.

- Lo juro. Solo me quedo en casa - Tony detiene su paso.

- Que mentiroso - se queja el castaño.

- De verdad, no hago nada - Steve hace lo mismo, parándose delante de el.

- La última vez dijiste que llegarías tarde si no te ibas rápido ¿En que estás metido? - Tony frunce el ceño y Steve traga saliva.

- ¡En nada, Tony! - el castaño se paraliza ante el repentino alzamiento de voz del rubio - Perdón yo no...

Tony simplemente siguió de largo sin escucharlo.

- Tony, en serio no quise alzar la voz de esa manera - el castaño solo abrió la puerta de su departamento.

- Buenas noches, Steve - dijo para luego entrar y cerrar la puerta.

Steve se quedó quieto en su sitio mientras observaba la puerta.

Dio un suspiro, mientras pasaba las manos por su cabello.

- ¡Idiota! - se dijo así mismo mientras golpeaba su cabeza.

Bajo la mirada deprimido y bajo las escaleras, dio una última mirada a la puerta del castaño y luego solo coloco sus manos en sus bolsillos y se marchó.

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Tony apenas llegaba de casa de sus amigos.

Pepper y Rodhes, lo habían invitado a cenar con ellos.

Por lo que el aceptó, estos insistieron en que se quedará a dormir, pero Tony se negó.

Cuando estaba subiendo las escaleras de camino a su departamento, la voz de Steve lo sorprendió.

- Lamento tanto, lo de ayer - Tony se paraliza.

"¿Acaso lo había esperado todo el día ahí?" se preguntó a si mismo el castaño.

- Fui un completo idiota, no quise hacerlo - Tony suspira y niega.

- Está bien, da igual. También fue mi culpa, no importa. - Steve aprieta los labios y bufa.

- Tengo treinta, Tony - el castaño asiente ya sabiendo eso - Y no soy quien crees.

El castaño frunce el ceño en confusión.

- Durante mi adolescencia no fui alguien bueno. Yo...Era boxeador - Steve traga fuerte - Un chico malo, para ser exacto. A mi madre siempre le decepcionó aquello, por lo que huí de casa. Por las noches, peleo en luchas clandestinas, es de lo que me sustento.

Tony no pudo articular ni una palabra coherente.

Solo se claro la garganta, abrió la puerta de su departamento.

- Buenas noches - dijo el castaño para luego entrar a su hogar.

Steve alzó la mirada al cielo y suspira.

De repente su celular empieza a sonar, por lo que este contesta.

- ¡Hermano! La pelea está por empezar ¿Dónde estás? - Steve se golpea mentalmente.

Había olvidado la pelea que tenía hoy.

- Estoy llegando, Clint. Me había surgió algo - le dijo el rubio y el hombre tras la línea bufo.

- Muy bien, amigo. Solo date prisa o te dejarán fuera - Steve corta la llamada, le da una última mirada a la puerta de Tony y luego se marcha de ahí.

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Paso una semana, en la que Steve veía de lejos al castaño.

Lo seguía hasta su trabajo, luego hasta su casa.

Adónde sea que fuera, Steve se mantenía cerca.

No quería acercarse, tampoco molestarlo, por lo que quiso darle tiempo, debido a lo que le había confesado antes.

Sabía que Tony seguía sorprendido con lo que le dijo.

Por lo que prefirió dejarlo solo un tiempo.

Esa noche, Steve salió de ganar una nueva pelea.

Se dio cuenta de que aún era temprano.

Esa mañana cuando siguió a Tony, supo que este tendría una cena con todos sus compañeros de trabajo.

Se colocó una sudadera gris y se despidió de sus amigos, luego pidió un taxi para ir en busca del castaño, ya que su moto se había dañado y la había mandado a arreglar.

Cuando llegó, frunció el ceño, al ver a un hombre caminando a lado del castaño, solos.

Al parecer era el jefe de Tony.

El rubio los siguió hasta que llegaron a casa del castaño.

Tony le estaba agradeciendo por acompañarlo, pero cuando iba a cerrar la puerta, la mano del hombre se lo impidió.

El hombre le insistía en entrar y quizás tomar una taza de café.

Tony lo dejo pasar, inseguro.

Aquello alteró cada célula en el cuerpo de Steve, quien se mantuvo cerca en todo minuto.

Hasta que de pronto Peggy salió asustada de su casa.

- ¿Margaret? - esta gira y abre los ojos con sorpresa.

- ¡Tony! - es lo único que dijo la mujer y aquello hizo que algo dentro de Steve se alterará.

El rubio entra a la fuerza, al departamento del castaño.

Y lo que vio le hizo hervir la sangre.

El bello rostro del castaño estaba lastimado y su camisa blanca rasgada.

Steve miro al hombre sobre el castaño.

Apretó las manos en puño y en momentos, ya estaba sobre el asqueroso hombre, golpeándolo con enojo.

- ¡Para, detente! - suplico Tony, quien cubría sus oídos con miedo.

- Lárgate o te juro que te asesino - dijo entre dientes Steve.

El hombre con debilidad salió a rastras del departamento.

Steve corrió hacia Tony.

- ¡Está bien! ¡Estás bien! - Tony lo abrazo y este correspondió - Ya pasó, estoy aquí.

- No vuelvas a irte - suplico entre lágrimas el castaño.

- ¡Jamás! - le respondió Steve.

Peggy quien había entrado después de que el hombre se fue.

Miro la escena algo preocupada y a la vez enternecida.

- Peggy, podrías traer el botiquín de primeros auxilios - la anciana asintió, mientras que entraba al baño del castaño y buscaba el botiquín.

Un Gran Amor En La OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora