Capítulo 19

241 14 0
                                    

1 semana, 2 semanas, 3 semanas sintiéndome miserable en el rincón de esa habitación oscura, lo único que me iluminaba era el sol por las mañanas, aunque recientemente el clima había estado variando y llovía mañana seguido. Me sentía aliviada cuándo hundía mi cara en la tina del baño, aunque sinceramente, era demasiado cobarde cómo para tomar una decisión ahí mismo, tenía ojeras y nuevamente me había demacrado, parecía que me habían castigado con la comida porque rara vez me traían, aunque no es como sí tuviera ánimos de comer. Habitaba sola en este lugar desde que él y yo discutimos, no tenía idea de dónde se estaba quedando pero tampoco me importaba, afortunadamente no había necesidad de que yo saliera del cuarto, le había colocado el seguro a la puerta para que nadie invadiera mi espacio, tampoco es cómo sí le importará a alguien en esta casa o en el mundo siquiera. Había llorado tanto que me había quedado seca, ahora solo me invadia un dolor de garganta y pecho profundo, pero las lágrimas no salían, dejaban un ardor molesto en mis pupilas solamente. ¿De que sirve la vida sí no puedo disfrutarla cómo tal?, he llorado más de lo que he sonreído en los últimos años, el único que me ha frecuentado es mi amigo Noah, a veces me llama por unos minutos ya que trabaja en un lugar de comida rápida, por lo tanto, casi siempre está ocupado, me envía mensajes todas las mañanas para saludarme y a final de la noche para despedirse. Encendí mi celular y lo primero que me sale en Facebook es una nota de una próxima fiesta con vestimenta antigua, se realizaría en una terraza apartada por la familia Bautista este fin de semana, agradecía que no se me haya notificado, eso significa que no estaré presente y podré quedarme encerrada aquí por lo que resta de mis meses. Lancé un suspiro y me dejé caer en el suelo con pesadez, me sentía más liviana que una pluma y mis piernas se sentían débiles. Escuché la puerta, varios golpes insistentes después de que el picaporte se giró y no se abrió, escuché su voz ronca pero no tenía intenciones de abrir, habían pasado 3 semanas y un poco más desde la última vez que nos vimos, aún no tenía ánimos de verlo. Me hice bolita en el suelo, abracé mis piernas y hundí mi cara en ellas para tratar de dormir por tercera vez en el día. Pasaron unos minutos y escuché unas llaves golpeando la puerta, la abrió después varios intentos, solo miré sus zapatos por debajo de la cama y una bolsa que colocó en el suelo, camino hacia el baño y después regreso con paso apresurado, volví a hundir mi cara entre mis piernas y fue en ese momento cuándo lo sentí cerca, me tomó entre sus brazos y me recostó en la cama.
Mario: ¿qué sucedió? ¿qué hiciste?- lo miré, se veía preocupado e incluso se veía pálido.
T;N: estoy bien.- susurré y evité sus manos tocando mi cara, me senté recargando mi espalda en el respaldo de la cama y suspiré.
Mario: no, no lo estás.- volvió a tocar mi cara para checar sí no tenía temperatura.- ¿te volvieron los dolores de cabeza?, no has comido ¿cierto?
T;N: ¿eso importa?- soltó un suspiro.- por favor vete, no me molestes y déjame aquí hasta que este contrato terminé.
Mario: le hablaré a Marco para que te ponga un suero multi-vitamínico.- sacó un celular de su bolsillo, al parecer era nuevo ya que nunca antes lo había visto, comenzó a marcar pero lo tomé del brazo para detenerlo.
T;N: no quiero eso.- lo miré.- solo quiero estar tranquila y dormir por lo que reste del día.- él me ignoró, se colocó el celular en su oído y escuché la voz ronca del chico del otro.
Marco: dime.- él me miró y continuó hablando.
Mario: necesito que vengas a la casa y le pongas un suero multivitaminico a T;N.- suspiró.- está muy pálida y desforzada.- dicho eso, colgó, ni siquiera era para decir un "por favor" o un "gracias", maleducado.
T;N: ¿volvieron a cambiar mi vestimenta?- dije mientras veía un par de bolsas a lado de la puerta, él las miró y negó enseguida.
Mario: serán para la fiesta de este sábado, me informaron que te hicieron llegar ese atuendo desde el lunes.
T;N: ¿y qué día es hoy?- estaba desconcertada.
Mario: es jueves, ¿me podrías decir que estuviste haciendo durante todo este tiempo que ni siquiera te diste cuenta de que la ropa estaba ahí?- ¿por qué se molestaba ahora?
T;N: estuve demasiado ocupada con todo lo que hay que hacer aquí.- suspiré mientras veía el techo de la habitación.
Mario: no soporto tu lado sarcástico.- yo no soportaba muchas cosas de él pero no se lo decía, o tal vez sí, pero no de esa manera.- escucha, sé que la última vez que hablamos dije algo que no tenía caso y no debí de haber dicho, me cuesta decirlo...pero te pido perdón.
T;N: sí te cuesta decirlo, no lo digas.- él me miró con atención.- cuándo de verdad te nace decir algo, no se te complica.
Mario: sé que lo que dije estuvo pésimo.- suspiró.- pero es que entiéndeme, también tengo un pasado y recuerdos que aún me atormentan.
T;N: te entiendo pero no te justifico.- me sentía molesta aún, pero más que eso, estaba dolida.- estaba pasando por un momento muy complicado, he vivido por años bajo eso y tú lo dices cómo sí yo hubiese quedado encantada con que un hombre me tocará sin mi consentimiento, así que deja de recordarme lo que sucedió, lo que suena tan fácil para ti, para otros es una tortura.
Mario: lo lamento ¿bien?- se puso de pie y golpeó sus piernas con frustración.- pero es que ni siquiera te conozco, no sé qué parte de ti es vulnerable y para mí mala suerte, siempre termino golpeando ese lado tuyo, no sé que es lo que te sucedió en el pasado que te mantiene en alerta de cualquier toque, tampoco sé porque ese idiota te dió un beso cómo sí se conocieran de años, dice que es tu ex pareja pero tú me dices que no, después los encuentro besándose y no sé que pensar, parecía que lo disfrutabas.
T;N: ¡¿Cómo voy a disfrutarlo?!- grité, estaba harta de la situación, mis ojos se inundaron en cuestión de segundos y se desbordaron las lágrimas.- ¡Ese tipo abuso de mí, ¿no te das cuenta del miedo que siento cuándo lo veo? ¿no te das cuenta cuándo corro hacia ti para que me ayudes?!- sin pensarlo ya lo había dicho todo, no podía dejar de llorar e incluso sentía que me faltaba el aire, comenzó a moverse de un lado a otro mientras despeinaba aún más su cabello castaño, no podía explicar su actitud, ni su expresión ahora mismo, mi corazón latía con fuerza, y a pesar de que anteriormente las lágrimas se habían secado por completo, hoy salieron cómo sí se estuvieran guardando para este momento.

UN CONTRATO AMOROSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora