Capítulo 63

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El escritorio estaba lleno de documentos, un abogado que los representaba a ellos, Martín, Mary y Mario se encontraban situados frente a la silla de aquel escritorio grisáceo, y yo estaba del otro extremo, sola y sin nadie que me diera algún amparo u orientación. Mis ojos se sentían pesados de tanto llorar, el nudo en mi garganta no se iba y mi labio inferior temblaba.
Martín: bueno, entonces el contrato finaliza aquí.- el abogado asintió, sin embargo, no me mostró ningún papel y tampoco rompió ninguno frente a mí.
T;N: ¿dónde está el documento?- pregunté con la voz entrecortada, ellos me miraron, Martín hizo una mueca casi en forma de sonrisa y se encogió de hombros.- se supone que tengo que recibir una copia o al menos ver qué ese contrato existió.
Martín: existió.- fue lo único que dijo antes de cerrar el portafolio, lancé un suspiro, ya no quería más discusiones, además de que no me sentía con la fuerza suficiente para tener una.- ya no tienes que preocuparte por ningún documento o proceso, no hubo una boda real cómo tal, mucho menos matrimonio por el civil, así que no hay nada más que firmar.- eso sí me sorprendía, no sabía que la boda había sido facil y que incluso el sacerdote había sido un actor más de esta telenovela.
T;N: ¡woah!- burlé mientras los veía.- se armaron toda una obra de teatro desde el inicio y yo jamás estuve enterada de ello.- suspiré, él me veía con lastima pero yo lo odiaba, y también me odiaba a mí misma por haber permitido que me usarán de esa manera, por haberle entregado mi corazón y haber confiado en él cómo una completa estúpida.
Martín: cómo sea.- suspiró.- es todo entre nosotros, ya te puedes ir.- me acerqué más al escritorio y lo miré fijamente a los ojos, tratando de que sintiera la rabia que tenía por dentro.
T;N: oh, señora Mary.- desvíe mi mirada por unos segundos y después lo miré nuevamente.- ¿sabía que su esposo le es infiel con una de las secretarias?, ¿cómo es que se llama? ¿Lorena?- él tensó su mandíbula.- en fin, nos veremos pronto.- dicho esto, salí de aquella casa, en cuánto toque la banqueta, sentí una mano posarse en mi antebrazo y me giró con fuerza.
Mario: entiendo tu odio hacía mí y que quieras destruirnos, pero no tenías que decir eso.- lo miré.
T;N: ¿Por qué no?- suspiré.- lamento haber desmascarado a la persona más perfecta para ti, pero tu madre tenía que saberlo para que termine de darse cuenta.- él revolvió su cabello con frustración.- y sí, los odio con toda la fuerza que hay en mi ser y quiero destruirlos hasta verlos completamente en el suelo, rogando por compasión.- me desconocía, tengo que aceptarlo, jamás había pensado de esa manera.- a tu madre no la incluyo en esto, porque siento que fue la única que actuó con sinceridad y tuvo empatía, no la culpo ni la odio por no haberme dicho esto, hasta cierto punto la comprendo.- sentía que poco a poco mi alma se estaba liberando, sentía menos pesada la carga en mi espalda.- estaré en la casa mientras consigo una propia, después de eso la pondré en venta, solo quería que estuvieras comunicado, esa casa fue comprada por ambos y al menos tenías que saberlo, aunque eso no te importe.- dije, tratando de recordarle lo que había dicho ayer sobre eso.- adiós, Mario.- me alejé de él, sabiendo perfectamente que él no me buscaría, pues estar bajo las órdenes de su padre se lo impediría totalmente, es por eso que ni siquiera le pedí que se alejara de mí y que ya no me buscará más, sentí nuevamente el llanto desbordar y empapar mis mejillas, no sé que sería de mí ahora y tampoco tenía planes a futuro, no tengo ningún talento y mucho menos el impulso que todos necesitamos para poder lograr algo, podía sentir la contracción en mi pecho y la dependencia emocional que me decía la falta que él me haría y que seguramente sin él no podría, odiaba mi vida, odiaba haber estado tan cerca de él hasta el punto en el que me di cuenta de que estaba perdidamente enamorada, me reclamaba un sin fin de veces y me culpaba por el dolor emocional que sentía, odiaba haberlo puesto por encima de mí, odiaba haber permitido esas migajas de amor, odiaba haberlo amado tanto hasta el punto en el que me dejé de amar a mí.
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UN CONTRATO AMOROSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora