Harry Potter. Lizzie Potter.
Prácticamente casi toda la vida sin saber de ella, años después tiene la oportunidad de ir a Howgarts. Y ahí durante dos años de aventuras, nuevos amigos y no tan amigos sigue sin saber ese secreto tan oculto.
Ella. Ter...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
"Yo maté a Sirius Black"
Sus miradas estaban perdidas, habían perdido a su padrino. El flash de las cámaras les cegaba. El profesor Dumbledore le tomó el hombro haciéndolos caminar.
"¡Eso es Lily!"
"¡Sirius!"
La chica despertó con un ardor insoportable en el cuello, aunque ya era costumbre que su cicatriz doliera cada dos por tres, pero pegó un grito cuando se percató de que en la puerta estaban sus padres adoptivos y el profesor Dumbledore.
—Profesor — se levantó tan rápido que tuvo que volver a sentarse para que su dolor cesara —¿Qué hace aquí?
—Les he comentado que debes venir conmigo.
—¿Ahora? — empezó a colocar su cama.
—Seré comprensivo y dejaré que te vistas y desayunes, mientras tanto... ¡Bauleo! — pronunció el director e hizo que todo se colocara perfectamente en la maleta de Lizzie.
—Oh... Gracias.
—Vístete cariño, haré el desayuno — sonrió Mad.
Cerraron la puerta, la chica pensó en enviar una carta a su hermano pero descartó la idea, no llegaría tan rápido.
Se empezó a vestir velozmente mientras hacía su cama, se colocó una camisa de cuadros blanca y negra con sus dos botones superiores desabrochados, un pantalón negro y bambas del mismo color.
Fue a la cocina para desayunar y observó como Albus se comía unas tortitas.
—Cuando termines irás conmigo a buscar a Harry.
—¿A Privet Drive? — El señor negó.
—Está en otro lugar.
—Pero... Pero volveré, ¿no? Aún queda para que empiece el colegio — recordó.
—Cariño no te preocupes, Dumbledore nos ha contado todo, no pasa nada — abrazó Jason al ver cómo Potter se tensaba.
—¿Estarán bien? — se preocupó la mujer.
—Por supuerto Maddison — confirmó —Ahora, me temo que no hay más tiempo.
Lizzie se levantó abrazando a ambos adultos quienes le dijeron que no se preocupara por irse antes de tiempo, que lo entendían.
—Toma mi brazo.
—Adiós — movió la mano despidiéndose.
Tomó el brazo del director y acto seguido desapareció de su hogar apareciendo ahora en una estación de tren.
—Aparición — recordó la Slytherin.
—Si, y eres una de las pocas que no ha vomitado — sorprendió el profesor.
