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Observo a Eric nervioso a mi lado ¡No se que le pasa! Hace ya bastante rato que está sudando Y no me habla.

Lo observo y el se levanta, se va hacía la casa, estamos afuera sentados en unas sillas tomando té y comiendo galletas.

Es de mañana, observo la hora en mi móvil -10:45- .

Me levanto de la silla para ir a ver que hace Eric, pero Héctor se me acerca.
—¡Cuñada! —Me abraza y me apretuja, intento salir pero el es más fuerte.
—¡Héctorrr! ¡Me estás matandoo!
El me suelta y se ríe.
—No es la idea.
Luego se acerca a señora Rosa.
Ahora sí, puedo ir a donde Eric.

Camino silenciosamente, y siento gritos en el cuarto de Héctor, pongo mi oído en la puerta y escucho.
—¿Que? ¡No! Pero si te e pagado.... Dios... ¡Me la debes devolver!.... No estoy alterado.... Bien.... ¿Pasado mañana?.... Bien, nos vemos.... Adiós.
Suspiro y corro hacía la señora Rosa.
—Señ....
Oigo como alguien abre el portón, me volteo y observo como entra una señora delgada de rulos, vestida con un vestido floreado y una señora mayor de edad, rubia y delgada también.

La señora Rosa se les acerca.
—¡Hermanita! ¡Mami!
Ah.
Me acerco, la que supongo que es la hermana me mira sonriendo.
—Hola, tu debes ser Lorraine ¿Cierto?
Asiento.
—Un gusto.
Le extiendo, mi mano, ella la toma.
—Un gusto, Georgina, dime Tía Georgina.
Asiento.
Eric se posa detrás de mí y las saluda.

La abuela también me saluda, se llama "Armandina"

Eric me toma de la cintura y me indica a que siga, pienso en quedarme ahí, pero no quiero más peleas.

Tiene a otra.

Derrepente, viene ese pensamiento hacía mí.

Suspiro y avanzo con el, el me observa de reojo.
—¿Ocurre algo?
Niego y le sonrío.
—Nop.
El me besa los labios y me lleva de la mano hacia adentro, suelto su mano y me apoyo en el umbral, se voltea y arquea una ceja.
—Te pasa algo, dímelo, soy todo oídos.
Suspiro.
—¿Con quién hablabas?
Se cruza de brazos.
—¿Cuando? ¿En el cuarto de Héctor? —Asiento— Es que.... No te lo podría contar ahora ¿Sabes? Te lo podría contar en unos días más, lo prometo, confía en mí.
Me abre los brazos y lo abrazo.
—Si, confío en tí.
Murmuro contra su pecho, el sonríe y me suelta.
—Buena chica.
Frunzo el ceño y lo sigo, me acerco a su tía, ella nota mi presencia y me sonríe.
—Lorraine, ¿Cómo estás?
Le sonrío y me gano al lado de ella.
—Muy bien, ¿Y usted?
Asiente y saca algo de su bolzo.
—Muy bien también.
Observo el helado que saca y me dan ganas de quitarselo y comermelo todo, comienzo a sudar por las ganas de arrebatárselo de la mano, las manos me sudan y me arde la cara, ella se da cuenta y me mira con el ceño fruncido.
—¿Estas bien?
Asiento y me encierro en el baño, me lavo la cara y derrepente me surgen las ganas de hacer pis.

Hago y tiro la cadena, me vuelvo a lavar las manos y salgo, el helado sigue allí e intento ignorarlo, salgo de allí y me acerco a señora Rosa.
—¿En que le ayudo?
Ella niega sonriendo.
—En nada.
Le sonrío.
—Oh, bien, ¿Los gatos tuvieron...?
Me callo cuando miro un arbol de limón, la saliva se me hace agua en la boca, trago y observo el limón, lo apunto.
—¿Puedo?
Ella asiente.
—Claro, tenemos muchos.
Le sonrío y saco un limón, entro sonriendo y corto la cascara, muerdo el limón y cierro los ojos disfrutando del sabor....
—¿Que haces?
Dice Héctor detrás de mí, me volteo y le muestro el limón, le doy otro morsisco, luego otro y me lo acabo, derrepente me vuelven a dar ganas de comer helado, luego papas fritas y ¿Que me está pasando?

Rápidamente salgo de allí y saco mi teléfono, me alejo de todos y llamo a Lidia.
—¿Aló?
Contesta.
—Lidia, no se que me pasa, quiero comer helado, limón, papas fritas, de todo.
Se hace un largo silencio.
—Oh, dios, estás embarazada.
—¿¡QUÉ!? ¡NO!
Respiro rápidamente, y me asusto.
—Claro que sí, ya tienes.... 21 años.
—No, no, no, no, no... ¡Necesito una prueba! Comprame muchas, porfavor, de todas las marcas.
—Bien, lo prometo, apenas te vengas vienes a la casa de mi madre, allí estaré, ¿Ok?
—Ok, adiós.
Corto la llamada y respiro, me tocan el hombro y grito.
—Ey, ¿Estás bien?
Asiento.
—Si —Miento— estoy perfectamente bien, Eric.
Me sonríe, suspira y se pasa las manos por el cabello.
—¿Estas bien?
Asiente rápidamente.
—Si.
Entro a la casa y miro unas galletas que se ven exquisitas en el plato, saco una, luego otra y otra.
—Ey..... Lorraine ¿Estas bien? No estarás....
Le tapo la boca a Héctor y niego con los ojos cerrados.
—No lo se.
Le digo lentamente, el abre los ojos y yo retiro la mano lentamente.
—Quiero ser tío, no me decepciones, les diría que me digan, Tío Tito.
Lo miro con el ceño fruncido.
—Tengo hambre.
Digo, el sonríe.
—Vamos al negocio, prometo comprarte lo que quieras.
Arqueo una ceja.
—¿Lo que quiera?
Asiente y yo hago lo mismo, me toma la mano y mira a Eric, pasamos por su lado.
—Vamos a comprar.
Le dice y Eric asiente, abre el portón y salimos, caminamos y el rompe el silencio.
—¿En serio? ¿Tienes retraso?
Lo miro como si estuviera loco.
—Eso déjaselo a las mujeres.
Se ríe.
—Oka, oka, pero ¿Venderán pruebas de embarazo en el negocio?
Niego.
—No, Lidia me va a comprar.
Asiente y luego achica los ojos.
—¿Quien es Lidia?
—Mi mejor amiga.
Llegamos al negocio y observo todo: Doritos, m&m, skittles, Snickers, Cheetos.
Cuando caigo en cuenta ya tengo todo eso en mis manos, Héctor asiente y paga, abro los Doritos y como.
—Dame.
Le extiendo la bolsa y saca un puñado, abro los labios y lo miro indignada.
—Oye, acá la posible embarazada soy yo.
Sonríe y se termina de comer el puñado.

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