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Martha Spencer.

1983

1 de enero.

-Ten, un Corset victoriano. -Le sonrío a mi hermana, Sylvia.

-Gracias....

- ¿Estas segura? -Frunzo el ceño y dejo de mirarme en el espejo, observo como se levanta y se acerca a Macarena, mi hija que a nacido hace un mes, la toma y se sienta a mi lado- ¿No crees que no es seguro llevar a una bebe casi recién nacida a un festivo?

-Sylvia, no es un festejo, es una...celebración, y solo irán amigos, conocidos. -Ella suspira y asiente, me quito mi vestido ceñido y voy tomando el corset cuando...

- ¿Te has medido la cintura? -Niego y miro por el espejo como ella se levanta y deja a Macarena en su cuna, rebusca en su cómoda con espejo una cinta de medir, se acerca a mi- Levanta los brazos.

Lo hago, pero antes vuelvo a dejar el Corset en la silla, levanto los brazos.

-40... ¡eso es mucho! Vas a tener que comenzar a utilizar más el Corset Martha.

Me encojo de hombros, separándome de ella y tomando el Corset.

-Es normal para una mujer de 19 años que ya a tenido una hija. -Ella suspira y yo me volteo hacia el espejo, mientras me pongo el Corset vuelve a hablar.

-Gracias a dios solo te salieron dos cicatrices en el brazo izquierdo. -Pongo los ojos en blanco y le indico que me ayude con el corset, tira lo hilos hasta que ya no puedo respirar, lo amarra y yo finjo respirar bien, mientras observo en el espejo como mis clavículas se notan mas al ver como me dificulta respirar, me pasa un vestido negro de cintura alta, con moda vintage- ¿Sabias que este vestido es de los años 50? Y además es un vestido de oscilación con estilo retro, de los años 50 es un gran vestido elegante negro.

Me lo pongo y ella me presta el típico zapato Peep-toes, de color negro, me los pongo y mientras me levanto me tira unos guantes de opera de color negro con puntos blancos, me los pongo y me siento en la silla, y mientras me quita los tubos onduladores, me vuelve a hablar.

-Aun no sigo segura, lo mas bien la puedes dejar con nosotras, ya sabes, Mamá y yo.

La miro aterrorizada.

- ¿Qué? ¡No! Recuerdo perfectamente lo que paso el otro día.

Suspira, mientras se acomoda el flequillo rubio.

-No fue mi culpa, ya sabes... el solo viene una vez a las mil, es militar Martha. -Frunce el ceño, mirando mi cabello- Aun no entiendo por que saliste pelirroja y de ojos azules.

Me encojo de hombros.

-Macarena tiene el cabello rubio y.... bueno, los ojos azules.

Resopla, sonriendo sarcásticamente.

-Porque Thomas también los tiene. -Me levanto, enfadada y me volteo.

-Te he dicho que no nombres a Thomas, fue solo un error de una chica de 18 años.

Pone los ojos en blanco, pero luego mira a Macarena, preocupada.

-Se puede resfriar, y no me imagino como algo bueno que un bebe de un mes se resfrié.

Suspiro y niego.

-No la dejare contigo, Sylvia.

-Te traje una mamadera, aquí tienes leche de la que te gusta. -Se la doy, y se duerme, observo como todos bailan, los bellos de mis brazos y piernas descubiertas se me erizan con una brisa de frio que llega, ya son las 1:00 AM y no me imagino como algo bueno que Macarena este tan expuesta a esto, así que me levanto y me despido de todos, paro a un taxi y me subo, en el camino solo observo a Macarena, duerme plácidamente, le reviso la respiración y si respira, sonrío y le pago al taxista, este me sonríe, bajo con macarena en brazos y saco las llaves de mi bolso, abro la puerta y entro, mi madre me observa.

-1:00 AM ¿eh? -Le sonrío y le paso a Macarena.

- ¿La llevas a la cuna? Por favor. -Asiente y la lleva, yo cierro la puerta, voy caminando hacia la cocina, cuando oigo un grito desgarrador.

Corro hacia nuestro cuarto y observo a mi madre y a Sylvia, la primera abrazando a Macarena.

- ¿¡Que a pasado...!?

- ¡Macarena! ¡a muerto! -Me tapo los labios y corro hacia mi hija, le reviso el pulso y...

- ¡No! ¡Esto no puede estar ocurriendo! ¡No! -Grito, llorando.

Esa noche, ni siquiera dormí, solo pensaba en Macarena, en mi hija ahora muerta, todo por mi culpa, por haber asistido a una maldita fiesta, y nunca dejare de culparme, lo que no sabia era que, mi vida estaba recien comenzando, y que las cosas se iban a poner mucho peores, al menos tuve un mes de tristeza, por que luego solo tuve rencor y odio;

UN MES DESPUES.

-Tulipanes rojos. -Me entrega el ramo, le pago y entro al cementerio, puedo sentir ese peso en la espalda, siempre me ocurre eso.

Me acerco a la tumba de mi hija, dejo el ramo y derramo las dos primeras lágrimas.

-Lo siento mucho... no fue mi intención hija. -Hablo bastante rato con ella, hasta que se oscurece, me levanto y me sacudo las rodillas, me doy un beso en la mano y dejo mi mano en el ataúd pequeño, de unos 30 centímetros, no más, salgo de allí y camino por las orillas, voy a cruzar la calle, pero un hombre me tapa la nariz con un pañuelo.

Ese hombre me convirtió en mi peor versión, me violo, obligándome a tener una hija, la llame Lorraine, me obligo a casarme, a tener unos hijos más, me obligo a quitarle el novio a Lorraine, a tratarla mal, a actuar como soy, me obligo a ser la mala de esta historia, cuando realmente el lo es, me obliga a drogarme y a decir incoherencias, ahora, no debe obligarme a nada, por que el es el titiritero y yo el títere, creo a muchos más, pero solo una no es su títere, Lorraine, mi hija, a la que me obligo a tener, a la que mas quiero, y a la que debo tratar mal, esta es mi realidad, esta es mi verdad, esta soy, seré, pero nunca antes fui.

Esta es la realidad que debe vivir, la madre de Lorraine, Martha Spencer. 

Efímero #0 ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora