A sus dieciocho años de vida, Joshua está cansado de absolutamente todo.
Se ha ido de casa, ya no vive con sus padres, en su lugar vive con Jun.
Ambos pagan un piso, cada uno tiene su habitación y conviven en ese pequeño lugar que para ellos es cómodo.
Se siente la persona más estúpida en el mundo, aceptó vivir con Jun sin siquiera pensar en cómo sería, realmente lo único que importó en el momento era pasar cada día de su vida junto a él, porque cualquier lugar podría ser su hogar si estaba con Jun.
O eso fue lo que pensó.
Su relación era extraña desde aquella noche después de la graduación, Jun lo había besado pero luego de eso había ignorado el asunto por completo. No dijo una sola palabra, no lo mencionó, casi parecía que había sido todo una alucinación de Joshua, hasta había llegado a preguntarse si estaba ebrio o algo por el estilo.
No lo estaba, podía recordar vívidamente el toque de Jun, era un sentimiento que estaba seguro de que nunca iba a olvidar, pues Jun había dejado sus caricias tatuadas sobre su piel, recordaba incluso dónde lo había tocado y cada vez que la escena volvía a su cabeza esas zonas ardían tan fuerte que se sorprendía al saber que en realidad su piel estaba intacta.
Vivir con Jun era extraño, al principio le incomodaba.
No sabía si Jun era gay, no estaba seguro de qué era lo que prefería, nunca habían hablado de ello y de alguna forma Jun siempre había evitado el tema, Joshua lo notaba años después cuando se preguntaba si alguna vez Jun llevaría a alguien al departamento y ahí sus pensamientos lo llevaban a cuestionarse si sería un chico o una chica.
Jun era despreocupado, aunque Joshua estaba confundido, a veces creía que Jun sabía sobre sus sentimientos, sino no se explicaba como parecía hacer aquellas cosas que lo volvían loco a propósito, aunque no estaba seguro de eso, pues todo lo que hacía Jun lo ponía nervioso.
La primera vez que Jun salió de la ducha con solamente una toalla envuelta en su cintura se sintió un enfermo, después de todo lo había mirado por unos segundos y eso había bastado para que el calor lo invadiera, recuerda haberse ido a su habitación y sentir cierta molestia en su pantalón, seguramente Jun sentiría asco de él.
Después en algún momento Jun se había acercado detrás de él para buscar algo en la alacena, Joshua sintió su enorme cuerpo en su espalda y tembló, la cercanía era peligrosa para él y sus nervios no hacían más que incrementar.
Jun vivía tan despreocupado que quería golpearlo, Joshua era un caos por dentro mientras el contrario no se inmutaba en lo más mínimo.
Todo cambió una noche en la que Jun se metió a su habitación. Era sábado por la noche por lo que Joshua estaba despierto con su celular en sus manos, no recuerda qué hacía con exactitud, solo recuerda que no le importó dejar que su celular se resbalara de sus manos hasta dar contra el suelo en cuanto Jun se posicionó sobre él y lo besó tiernamente.
—¿Qué estás haciendo? —pregunta confundido mientras mira a su amigo debajo de la tenue luz del velador que tenía en su mesita de noche.
—¿Te molesta? Ya lo hicimos antes —responde despreocupado y Joshua se siente aún más confundido.
—No me molesta —dice más confundido y finalmente siente los labios de Jun sobre los suyos de nuevo.
Sin previo aviso Jun quita su camiseta y Joshua siente cómo la piel se le eriza al instante, no esperaba aquello en lo absoluto, no entendía cómo Jun estaba tan tranquilo cuando Joshua sentía que su corazón iba a explotar.
Traga saliva y sigue correspondiendo el beso aún cuando siente las grandes manos de Jun deslizarse por su abdomen, acariciando cada centímetro de su piel con tal cuidado que Joshua siente que va a romperse.
Tiembla cuando la mano de Jun llega al borde de su pantalón y jadea suavemente, puede ver a su amigo sonreír y quitarle la prenda con lentitud, aquella era la tortura más grande a la que lo habían sometido en su vida.
Jun sonríe y cada tanto lo besa, se siente expuesto, vulnerable, no sabe cómo sentirse realmente, ¿debería estar feliz? Quizás, fue lo primero que pensó hasta que recordó lo que había sucedido un año atrás con su beso, ¿Jun iba a fingir de nuevo que nada había pasado? Esta vez no estaba ebrio, ¿iba a hacerlo de nuevo?
Joshua se siente repentinamente triste pero la mano de Jun dentro de su ropa interior fue suficiente para distraerlo de aquel pensamiento.
Estaba seguro de que iba a arrepentirse de ello pero el Joshua de dieciocho años estaba confundido sobre lo que debería hacer.