Capítulo 5.

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El plan y la visita de la decepción.

Liz se acerca más para admirar las fotos y yo no tardo en imitar su acción, mis ojos recorren las palabras pintadas encima de las fotografías, "Los Merodeadores", las letras están escritas con pintura café y de vez en cuando emiten un brillo dorado, después de buscar alguna otra palabra escrita en la pared (sin éxito alguno) dirijo mi mirada hacia las fotos mágicas donde observo a mis padres, Sirius y otros chicos, en la primera están frente al lago negro, mi padre (quien se ve muchísimo más joven) avienta a un chico rubio quien lo jala junto a él y ambos caen al lago mientras los demás se ríen; en la segunda foto se ven más grandes y están sentados en una manta que está sobre el pasto, en esta se pueden apreciar mejor los rostros de los otros 2 chicos, el castaño con cicatrices en la cara se encuentra del lado izquierdo junto a mi madre y sonríe ampliamente mientras sacude su mano saludando a la cámara, después está mi madre quien se encuentra en el centro ella le saca la lengua a la cámara y después recarga su cabeza en el hombro de Sirius mientras sonríe, del lado derecho está Sirius quien imita la primera acción de mi madre y después deja un bezo en la cabeza de la misma, atrás de ellos está mi padre quien abraza al rubio y después sacude su pelo despeinándolo; en la tercera foto solo están mi madre y Sirius (quienes no se ven más grandes que en la segunda fotografía), él la abraza desde atrás y deja un beso en su mejilla antes de apoyar su mentón en la cabeza de mi madre, ella solo sonríe feliz mientras posa sus manos sobre las de Sirius; hay alrededor de 7 fotos más, pero todas muestran escenas similares, mi madre y Sirius abrazados, mis padres y Sirius junto a los otros 2 chicos mientras sonríen o hacen algo divertido y fotos de los chicos sin mi madre.

-Tal vez Marlene tenía razón...- la voz de mi hermana interrumpe mis pensamientos, yo me giro para verla y ella me da una pequeña sonrisa.

- ¿En qué? – ella suspira y aparata su mirada, estira su mano y la pasa suavemente sobre una foto dónde mi madre está sentada en las piernas de Sirius mientras habla con alguien (que no aparece en la foto) y él la abraza por la cintura antes de recargar su mentón en el hombro de ella.

-En que te pareces a Sirius... más de lo que me gustaría-

- ¿Enserio lo crees? –

-Claro...- de pronto ella parece triste y decepcionada... como cuando eres un niño y te dicen que tu perro acaba de morir.

- ¿Estás bien? – pongo mi mano en su hombro y ella se gira a verme, me mira durante unos largos segundos sin decir nada y después me abraza fuertemente, yo me tambaleo unos segundos por la intensidad de su abrazo, pero logro estabilizarme -wow tranquila, ¿qué tienes? –

-Nada... solo que... yo solo quería abrazar a mi hermano- le devuelvo el abrazo y así nos quedamos unos segundos hasta que decide separarse.

- ¿Enserio estás bien? – ella limpia su cara y asiente -sí sabes que llorar no es una buena señal ¿verdad? –

-Solo son las hormonas, no te preocupes-

- ¿Estás segura? –

-Sí- antes de que pueda decirle algo más se aleja de mí y se dirige al fondo de la habitación, yo miro una última vez las fotografías antes de seguir el camino de mi hermana, de pronto ella se detiene abruptamente y yo me acerco preocupado, está teniendo actitudes muy raras y eso me está asustando, cuando llego junto a ella observo que está sonriendo -bingo-

- ¿Qué? – ella apunta hacia la esquina con su dedo índice y yo sigo su dirección con mi mirada encontrándome con un montón de cajas amontonadas, a su alrededor flota una cinta amarilla con letras negras que dicen "no abrir por ninguna razón", ambos nos acercamos emocionados hacia las cajas, cada uno toma una para buscar el diario; después de alrededor de 30 minutos buscando entre las cajas (que por cierto la mayoría es ropa, zapatos y más cosas de Sirius) por fin encuentro el amarillento diario prohibido de mamá - ¡lo encontré! ¡Liz lo tengo! – en cuestión de segundos mi hermana se ubica junto a mí.

Cuando el amor se vuelve obsesión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora