Capítulo 2.

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La noche de sinceridad.

Contemplo el reloj sobre la mesita de noche que marca las 3 de la mañana, giro un poco mi cuerpo para tener una mejor vista del reloj mientras me debato mentalmente si debería levantarme a buscar el diario o si debería intentar dormir un poco más y dejar que me levanten, mis pensamientos se ven interrumpido cuando la puerta de mi habitación se abre ligeramente, a pesar de la espesa oscuridad que me rodea logro identificar la silueta de una cabeza que se asoma por la puerta.

-Lo siento, ¿estabas dormido? – el suave susurro preocupado de Liz me hace ponerme alerta, no es normal que ella esté despierta a esta hora y menos que venga a mi habitación.

- ¿Pasó algo? – me incorporo en la cama y prendo la lámpara que hay en la mesita de noche.

-No no no, no te asustes, yo solo...- la luz me permite ver como muerde con nerviosismo su labio inferior - ¿puedo entrar? – quiero decirle que no, que se vaya y me deje en paz, que aun sigo molesto por lo que pasó hace un rato, sin embargo, me trago me enojo y asiento, ella entra y se recarga en la puerta en cuanto la cierra.

-Yo... venía a disculparme...-

- ¿Por qué?, estás en todo tu derecho de no querer saber más sobre Sirius-

-Pero no lo manejé bien, te grité y-

-Y ahora te sientes mal, ya lo sé Elizabeth- la miro exasperado -si eso es todo lo que venías a decirme ya puedes irte- ella se despega de la puerta y se acerca a mí.

-Escucha, de verdad lo siento, es solo que... bueno me asusté-

-Sabes que no me interesa tu excusa, ya te dije que te perdono, ahora sal de aquí y déjame dormir-

- ¿A quién quieres engañar? Era obvio que no estabas dormido y tampoco lo tenías planeado Will-

-Como sea, lo que yo haga o no haga no es tu problema, ahora sal de aquí y déjame en paz- ella me mira arrepentida, no se si es la falta de sueño o alguna otra cosa, pero entre más tiempo está ella aquí más molesto me siento.

-Will... no quiero que estemos enojados... eres mi hermano y a pesar de que no tengamos las mismas ideas no me gusta que estemos peleados- ella retuerce con nerviosismo sus manos y yo me levanto furioso de la cama.

-Eso no es cierto y lo sabes, lo único que no te gusta es tener ese sentimiento de culpabilidad, porque te hace sentir que eres una mala persona y eso es algo que no toleras- ella me mira con los ojos abiertos y puedo ver como se cristalizan.

-Eso no es cierto, yo de verdad lo siento- yo avanzo hacia ella y ella retrocede.

-Elizabeth deja de mentir, tú no lo sientes, sabes que no te interesa nada de nuestra familia, sabes que estas buscando la primera oportunidad para huir de ella- avanzo más y ella sigue retrocediendo, sus ojos están completamente cristalizados y se muerde el labio inferior para no soltar las lágrimas.

- ¡No! ¡eso es mentira! –

- ¿Enserio?, entonces ¿por qué hace 3 semanas que no pones ni un pie en casa?, yo te diré porque, porque no soportas las reglas de mamá y papá, no soportas que te digan qué hacer y a qué hora llegar-

- ¡Mentira! ¡ellos me corrieron William! – ella mi interrumpe mientras las lágrimas brotan de sus ojos y yo me quedó estático - ¡¿quieres saber por qué ya no estoy en casa?!, ¡pues bien te diré por qué! ¡porque estoy embarazada y nuestros padres me corrieron de la casa en cuanto se los dije! – su confesión me deja completamente aturdido, ella está embarazada..., no sé cuanto tiempo duro en estado de shock, pero sus sollozos ahogados me traen de vuelta a la realidad, está sentada en el piso con la espalada recargada en la pared, cubre su rostro con sus manos y su cabello castaño las cubre como una cortina, y es en ese momento donde me doy cuenta de lo rota que está, así que si pensarlo 2 veces me agacho hasta su altura y la tomo entre mis brazos, ella no duda en aceptar mi abrazo y se derrumba en mi hombro, yo solo acaricio su espalda en un intento de tranquilizarla.

Cuando el amor se vuelve obsesión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora