Capítulo 23

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Dejé de picar la cebolla en cuanto los labios de Nat chocaron con los míos, pero todavía tenía el cuchillo en la mano. Natalia introdujo su lengua en mi boca y yo ahogué un gemido en su boca soltando el cuchillo para después pasar mis manos alrededor de su cuello.

-Tenemos que acabar la cena - susurró contra mis labios.

-Podemos pedir unas pizzas después - le quité la chaqueta de cuerro y ella después posó sus manos en mis nalgas apretándolas y apretándome contra ella.

-Créeme que tengo muchísimas más ganas que tú - dijo separándose un poco - pero no tenemos que hacerlo ahora si tú no quieres.

-Claro que quiero... y yo tengo muchas más ganas. Llevo tres meses sin hacerlo con nadie...

-Y yo tres largos años.

Me quedé petrificada. En shock. No sabía qué decir.

-¿Tres... años? - pregunté separándome sorprendida.

-Desde que te fuiste no he vuelto a estar con nadie - su afirmación me dejó completamente helada. No sabía si creer lo que estaba diciendo -. No espero que me creas, pero es la verdad - me dió un pico y me cogió de la mano. Caminamos hasta la sala, me sentó en el sofá y ella misma se sentó sobre la pequeña mesa frente a mí -. Me quedé tan mal cuando te fuiste... que all principio solo quería salir a olvidarte con la primera con la que me cruzara - eso me dolió - pero no pude... no pude... y no porque no haya querido, sino porque realmente no pude. Estabas dentro de mí en todo momento. Me acostumbraste a tí y cuando te dejé ir, supe que no podría reemplazarte. A pesar de todo lo intenté, quería sacarte de mi cabeza, quería borrar tus huellas, quería olvidar que tú solo estabas conmigo por dinero...

-Eso no es cierto - negué.

-Lo sé, lo sé y fui una tonta porque me dí cuenta una semana después...

-¿Una semana? - pregunté notando cómo mis lágrimas ya le hacían compañía a las de Nat.

-Sí. Cuando te fuiste me fui a casa de Marta y estuve ahí una semana. Cuando regresé a casa, abrí el regalo que me habías llevado y leí la dedicatoria... fue hermoso leer algo así, y en ese instante me sentí la peor persona que puede existir en el mundo. Y todo empeoró cuando Afri me trajo el sobre con los cheques. Te busqué, Alba. Te busqué como una idiota pero tus amigas no quisieron decirme nada, hasta que dejé de hacerlo - seguía llorando y yo la tomé de las manos -. En realidad no dejé de hacerlo, sólo paré un poco. Pero luego, como cosa del destino, volví a verte en esa discoteca - una sonrisa se dibujó en su cara -. Al principio creí que te había perdido, pero cuando te besé y me correspondiste... supe que me había ganado el cielo.

En ese momento me nació hacerle uma pregunta que ni yo misma esperaba que podría haberla hecho.

-Y... ¿por qué te fuiste cuando te dije que estaba embarazada?

-Estaba dolida, Alba. No sólo habías vuelto a estar con otra persona sino que también ibas a tener un hijo de esa persona. Y me cabreé aún más cuando me dijiste que ese chico de la discoteca era el padre - separó sus manos de las mías y me cogió la cara en ambos lados con las dos manos...-. Ahora el pasado no me importa, quiero construir un futuro contigo y con la pequeña que viene en camino - puso uma mano sobre mi estómago -. Y antes de que te enteres por otra persona necesito decirte algo - su gesto se tornó a uno más serio -. Contacté con ese tal Álex, él me dijo que te buscaría de nuevo para retomar lo vuestro y yo no iba a permitirlo - dijo seria y decidida.

-¿Qué has hecho, Natalia? - le pregunté.

Estaba asustada. Tenía miedo de que hubiera cometido alguna locura.

-Le he ofrecido muchísimo dinero para que os deje en paz a tí y a nuestra hija - me levanté bruscamente haciéndola soltarme de golpe.

-No tenías por qué hacer algo así, Nat. Yo no pienso volver con él aunque me bajase todas las estrellas del firmamento. Pero es el padre de la criatura que estoy esperando, ¿y si quiere verla algún día?

-A Oli no le va a hacer falta un padre, para eso estamos tú y yó aquí, ¿no es así?

-Bueno... sí. Pero...

-Pero nada, mi vida. Digas lo que digas, no voy a permitir nunca que ese imfelíz se acerque a mi hija.

Hablaba tan bien... con tanta seguridad. Me mató cuando se refirió a mi bebé como «mi hija».

-Tienes razón, mi amor - fui con ella y juntamos nuestras frentes un rato y luego nos besamos...

Esta vez las manos de Nat bajaron directamente a mis nalgas otra vez apretujándome contra ella.

-Quiero compensarte esos tres años, cariño - le susurré mordisqueando su labio inferior y ella me fue dejándome caer poco a poco sobre el sofá a la par que me desabrochaba los botones del pantalón que llevaba puesto después de haberme sacado la blusa negra que llevaba puesta.

Empezó un reguero de besos por todk mi cuerpo en cuanto me quedé completamente desnuda bajo ella. Su boca jugaba con mis senos mientras que sus dedos se introducían en mi boca y yo los chipaba gustosa hasta que los retiró y comenzó a bajar con sus besos por mi abdómen. Se paró especialmente en la zona de mi estómago y empezó a darme muchos besitos ahí...

-Hola, princesa. Soy mami. Tu mamá y yo te estamos esperando con mucha ilusión, no te imaginas cuánto - se piso a hablarle a mi estómago y yo la miré enternecida -...te queremos mucho, Oli. ¿Y sabes otra cosa?... Mamá y yo vamos a darnos cariñitos mientras te esperamos. Así que por favor, tápate los ojos.

-Qué tonta eres, Nat - dije después de una larga carcajada - qué tonta...

-Esta tonta desea hacerla el amor como nunca se ho han hecho, ¿tengo el permiso?

-Bueno... depende - me hice la interesante.

-¿De qué pende?

-De lo bien que beses - Natalia no tardó ni dos segundos y se incorporó para besarme tiernamente.

-¿Tengo el permiso? - me preguntó rozando sus labios con los míos.

-Sí lo tienes.

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