Capítulo 22

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¡Alba Reche embarazada!

Era la portada de casi todas las revistas de corazón de España. Yo sentí que me hundía, pero ya no había nada que hacer. Ella iba a ser mamá y yo... yo iba a volver a vivir sin ella.

-Es mejor así.

-¿Para ella o para tí? ¿Para quién es mejor, Natalia?

-Está embarazada, Marta.

-¡Y eso qué! Os amáis, y eso es lo importante.

-Ella no me ama. Y si no me crees, puedo leerte la parte en la que le preguntan si está enamorada de alguien después de responder que su hijo no tiene padre...

-Me he leído el artículo entero.

-No parece... te releo la respuesta de Alba... «No, ahora mismo en mi corazón sólo está mi bebé. No estoy enamorada de nadie más... Alguna vez sí estuve enamorada, pero eso ya quedó en el pasado..." ¿sigo?

-Eso no quiere decir nada. Obviamente no va a admitir en público que te ama después de que le hayas rechazado... Nati, búscala. Tengo un amigo en Valencia que te puede ayudar a encontrar este lugar...- dijo señalando en la revista la zona en la que se encontraba la casa de Alba.

-No pienso buscarla.

-Pues como quieras. Ya me voy...- se levantó y se fué...

Marta era casi una hermana para mí, y sus consejos muchas veces me ayudaban, por eso viajé a Valencia a intentarlo...

Contacté con el amigo de Marta y me llevó hasta la urbanización en la que vivía Alba. Reconocí la casa porque la había visto en la revista y practicamente sabía cómo colarme...

En cuanto estuve dentro del patio, escuché el sonido de una guitarra. Miré hacia la puerta y estaba medio abierta. Antes de ir hacia la puerta, abrí el cerco para que pudieran entrar los chicos que bastante llevaban en el camión.

Entré con cuidado y la encontré terminando la canción. Quise hablar, pero empezó a cantar otra...

Lo ví venir,
estabas tan cerca y me dejé ir
y fue inevitable ver qué pasaría.
Aún así,
creí en todo lo que fuiste
creí, que fue verdad lo que sentí.

La culpa es mía que
no quise darme cuenta de que no
sabes querer
la culpa es solo mía
tengo que aprender...
Ahora, que tiendes a pasar
sin mirarte,
recuerdo que dormías en mi cama
tú sigues preguntando por mí...
Ahora, que ya no puedo
verte la cara,
lo hablo conmigo y admito
que me dejé mentir por tí...

Me acerqué lentamente a ella, en cuanto ví que tenía los ojos cerrados me paré frente a ella. Escuchar a Alba Reche cantar era como escuchar cantar a los pájaros. Tenía una voz angelical.

La culpa es mía,
la culpa es mía,
la culpa es mía...

La culpa es mía,
la culpa es mía,
la culpa es mía..

La culpa es mía,
la culpa es mía,
la culpa es mía...

Acabó de cantar y por sus mejillas deslizaban las lágrimas. Me acerqué más a ella y se las sequé, eso hizo que se sobresaltara y abriera de golpe los ojos.

-¡Natalia!

-Hola.

-Qué... ¿qué haces aquí?

-Antes de que digas nada, ven conmigo...- le quité la guitarra de las manos y le ayudé a levantarse.

-Natalia, no estoy para estas cosas, y sinceramente no entiendo qué haces aquí...- seguía quejándose mientras atravesábamos la puerta delantera y yo le tapaba los ojos con las manos.

En cuanto lo consideré necesario, quité mis manos de su cara y la dejé ver el camión de mudanza que llevaba la cuna y los armarios de la niña.

-¿Te gusta? - le pregunté, pero ella estaba un poco entre perdida y emocionada -. Ya que el cuarto de la prqueña Oli es de color rosa, consideré que estos muebles pegaban a la perfección.

-¿La pequeña Oli?

-Sí. Me gusta mucho ese nombre y considero que así debería llamarse nuestra pequeña.

-No estoy entendiendo nada, Natalia.

-Lo único que tienes que entender...- me acerqué a ella y la tomé de la cintura - es que te amo. Y estoy dispuesta a ser la mejor mamá del mundo para nuestra hija.

-Sigo perdida, Natalia.

-Esperemos a que se vayan primero los chicos.

Los chicos del camión llevaron todos los muebles a la habitación de la niña guiados por Alba que les enseñó cómo quería que se colocaran. Mientras tanto, hice entrar mi coche al patio de Alba y me despedí del amigo de Marta que me ayudó a llegar al lugar.

En cuanto se fueron todos, recogí unos cuántos juguetes que tenía en mi coche y los llevé a la habitación de Olivia.

-Quedó precioso - dije abrazando por detrás a una Alba todavía en shock.

-No entiendo qué haces aquí, Natalia.

-Estoy aquí para recuperarte, mi amor...- le dí la vuelta e hice que nos quedáramos frente a frente - te amo, Alba y no puedo vivir sin tí, ¿sabes por qué? - ella negó con la cabeza -. Porque sin tí, la letra de mi canción pierde el sentido. Sin tí la luna, las estrellas y el sol dejan de brillar con fuerza. Sin tí mis horas, días y noches no son iguales. Sin tí estoy perdida. Sin tí mi vida pierde el sentido... Porque yo te amo y quiero que estés conmigo para siempre...- entonces me arrodillé y saqué una cajita de la chaqueta de cuerro que llevaba -. Sin tí no quiero estar nunca más... Alba Martínez Reche, ¿quieres casarte conmigo y concederme el deseo de ser una buena mamá a tu lado?

-Sin tí las cosas no son iguales, Nat. Sin tí, la noche es el doble de fría... y yo no quiero seguir estando sin tí. Sí quiero casarme contigo...- las palabras de una emocionada Alba me tocaron de lleno y fueron directas a mi corazón.

Le puse el anillo y la besé como nunca la besé. Y el cuarto de nuestra niña fue el testigo de aquel maravilloso momento junto a la mujer que yo más amaba en mi vida entera.

-¿Qué te hizo cambiar de opinión, Natalia? - me preguntó mientras picaba la cebolla preparando la cena.

-Digamos que... no sé... tienes tanto amor alrededor y todo el mundo vela por tu felicidad. Yo no quería ser la excepción.

-¿Y cómo diste conmigo?

-Bueno... digamos que... me las ingenié como pude...- me acerqué a ella y besé tiernamente.

Comprando El AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora