capítulo 19

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—Muchas gracias Finn—susurró mi madre.
—Oh, no hay de qué—exclamé sonriendo y marchándome a mi carro para encontrarme con Mercedes, mi guía de grupo.

Sentí unas pequeñas manos golpear mi espalda y voltee sonriendo ya que sabía de quien venían.
—Yo no sabía que eras un ángel, hermano—susurró de manera casi inaudible Frank. Sonreí y lo tomé en brazos para luego sentarlo sobre la delantera de mi auto.
—No debes decirle a nadie—le exigí riendo.
—No le diré a nadie—me prometió—siempre y cuando tu prometas que te quedaras—me pidió de manera dulce.
—Lo prometo—mentí.
Me abrazo y rió.
—Si mamá pudiera verte todo estaría mejor.
No se a que se refería con eso. Pero aún así sentía que mis padres estaban nerviosos con su demora, entonces lo deje ir.

Subí al auto y conducí de manera rápida hasta un lugar seguro y prendí vuelo hacía donde siempre.
Arriba me encontré con los arcángeles molestos por mi demora. Mercedes estaba sería, poco común en ella y a su lado estaba Santana.
—Siento la demora—susurré.
—Ay, siento la demora—se burló Santana imitando mi voz.
La fulminé con la mirada.
— ¿Qué?—cuestionó haciéndose la ofendida.
—Ya ¡basta Santana!—gritó Mercedes—y tú Finn—me llamó—por favor deja de bajar a verla, recuerda, tú ya no tienes que hacerlo, tú ya no estas capacitado para está misión.
—No puedo—susurré.
— ¿Por qué no?—preguntó irritada.
—Porque la amo.
— ¿Cómo la vas a amar?—gritó, haciendo que todos los que por allí paseaban se detuvieran para observar.
La última vez que un ángel se enamoro de su misión fue echado del 'cielo'.
—La amo, la amo como tú amas a Sam. La amo como las personas aman respirar, la amo; porque ella es lo único que me hace sentir vivo—exclamé disminuyendo mi voz hasta convertirla en un pequeño susurro.
— ¡Te lo dije!—gritó Santana—te dije que Finn se había enamorado de esa perra.
—No le digas así—dije entre dientes.
—Santana ya deja de tratar a la chica de esa forma. No debe ser una perra si Liam se enamoro de ella—murmuró Kate.
—Gracias—susurré.
—Pero Finn, debes olvidarla—musitó mi guía.
—No puedo—me quejé.
—Si se puede, yo te puedo ayudar—dijo Santana algo más gentil.
—No, yo no quiero a nadie más que no sea ella.
¿Acaso Santana se estaba ofreciendo para ser algo más que mi 'amiga'?
—Finn—susurró Mercedes algo piadosa, posó sus manos sobre mis hombros y me miro con pena—tú decidiste acabar con tú vida, ahora no puedes desear volver a ella.
—Cometí un error—dije con una lágrima atrapada en mi garganta.
—Todos hacemos eso, lo siento Finn, de verdad. Si estuviera en mis manos hacerte volver sabes muy bien que lo haría, pero esto no está a mi juicio.

Mercedes se marchó junto a Santana, y yo quedé allí de pie en medio de la nada.
Sentía como mi chica me llamaba, lo sentía. Y no comprendía porqué lo seguía sintiendo si se suponé que mi misión junto a ella había acabado.
Bufé y entré a mi cuarto en donde comencé a tararear canciones para que sus llamados se ahogaran con mi voz, pero era imposible, si no la oían mis oídos, la oía mi corazón.
Me puse de pie y nuevamente estaba dispuesto a escabullirme para verla.
Crucé la entrada. Por suerte, no había arcángeles vigilando. Y me lancé. Caí justo en su casa, por suerte ella ya estaba ahí. Sentía su calmada respiración. Ingresé a su cuarto y la vi recostada. Sus llamados eran porqué estaba soñando conmigo.
—Aquí estoy—le susurré al oído.
Se movió un poco dándome espacio para recostarme a su lado.
—Te extrañé ¿Dónde estabas?—consultó algo adormilada.
—Por allí—susurré y con mi brazo rodee su cintura para apegarla a mi.
Besé sus labios lentamente y ella escondió su rostro en mi cuello, sentir la magia de su respiración chocar contra mi piel, era algo que no quería dejar de sentir nunca. Yo no quería que esto acabase.

*

Abrí mis ojos y me encontré con los de él observándome de manera especial. Como amaba a ese ruliento.
—Dormir—susurró—me gusta dormir porque duermo a tu lado.
Sonreí y bese sus labios.
Él era un caso imborrable en mi vida.
Me puse de pie lentamente aún estaba algo delicada.
—Yo te ayudo—susurró y tomo de mi brazo para ayudarme. Siempre teniendo en cuenta el horrible parche que adornaba mi muñeca.

Bajamos las escaleras de mi casa y nos adentramos a la cocina, la cual por suerte estaba vacía. Quizás adonde habían ido mis padres.
—Ayer me fue a visitar la familia Hudson—susurré riendo y tomando asiento en la barra de la cocina.
—Lo sé—murmuró colocando dos vasos delante de mi.
—¿Cómo lo sabes?—le consulté mirando como vertía jugo dentro de ellos.
—Me topé con ellos antes de marcharme—me anunció sonriendo. Colocó pan dentro de la tostadora y saco algunos ingredientes para hacer nuestro desayuno más exquisito.
—Y que tal ¿tuviste problemas con ellos?—le pregunté mordiendo una rebanada de mi pan.
—Frank lo sabe todo—dijo.
Casi me atoré con el pedazo de pan que había en mi boca y le mire como quien mira a un extraño.
—Finn, sabía que hacíamos mal al hacer trato con Ryder—exclamé.
—No te preocupes—susurró—Frank prometió no decir nada, es más, sabe que soy un ángel.
Sonreí, Frank era el mejor.
—¿Te había comentado que amo a tú hermanito?—le pregunté riendo y enredando mi mano sana en sus rulos.
—¿Ya no te encanto yo?—preguntó preocupado, más bien ofendido.
Comencé a reír, pero Finn de alguna forma se mantenía asustado o con esa cara de ofendido. Algo que me hacía reír aún más.
—¿Sabes qué? Frank es lindo. No me había dado cuenta de eso, si él tuviera unos años más que yo, quien sabe...
—Calla—susurró Finn interrumpiendo mi ágil hablar.
—¿Celoso?—susurré sonriendo.
Me encantaba sacarle celos a Finn, y eso que jamás lo había intentado.
—Es mi hermano pequeño—susurró—deberías ser bien pedofila como para estar con él.
Amaba cuando Finn estaba tan alegre, me ponía de buen animo a mí.
—Te amo—susurré y me acerque para besar sus labios.
—Yo tambien—dijo mirándome a los ojos—Este sentimiento es lo mutuo Rach.
Y luego de aquella frase tan hermosa, sus labios fueron míos y los míos de él.

Mi querido ángel (Adaptada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora