capítulo 21

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¡Nuestro prado!... me encantaba cuando todo lo relacionaba a ambos. Nuestro amor, nuestro prado, nuestra vida.
—Y ¿ahora?—pregunté al verlo pensativo.
—¿Qué te gusta más?—dijo sonriendo y tomando mis manos para que pudiera bajar el tronco que tapaba la entrada a nuestro prado.
—¿Ah?
Me miro y luego sonrió nervioso.
—Me refiero a si me prefieres junto a ti por las noches o por el día—me explicó.
Me regaló una de esas miradas tan encantadoras y beso mi mejilla.
—Mmm...—pensé por unos segundos. ¡me gustaban las dos cosas! Mientras más tiempo pasase con él mucho mejor—¿Por qué?—cuestioné.
Nuevamente entrelazó nuestras manos para que camináramos hasta el lago hermoso que nos regalaba la naturaleza.
—Porque mañana debo hacer algo y Mercedes me dio doce horas para estar contigo—susurró algo nervioso.
Procese la información en mi mente. ¿Doce? Muy poco, estaría doce horas muertas sin él.
—¿Quien es Mercedes?—pregunté mientras metía mi mano dentro de la cálida agua del lago.
—¿Jamás te hablé de ella?—preguntó sorprendido y mirándome fijamente.
—No que lo recuerde—dije, quizás lo hizo, quizás cuando lo hizo me distraje con sus ojos.
—Mercedes es la manda más de mi grupo—anunció introduciendo su mano en el agua y haciendo como si nadase por esta hasta juntarla con la mía y así mantenerlas unidas, aunque la leve corriente del lago no quisiera eso. Si fue tan fácil juntar nuestras manos bajo el agua ¿Por qué están difícil juntar nuestro amor en el aire?
—Grupo—susurré—no sabia que los ángeles se dividían por grupo.
—Así es, yo soy del grupo 'D'... somos especiales porque nos suicidamos, Mercedes era psicóloga antes de morir, entonces el jefe creyó que era lo mejor para ese grupo... ella lidera nuestra hora de salida hasta nuestra hora de entrada...

Y así paso la tarde, hablamos de todo lo que queríamos... de lo lindo, de lo feo. Nos divertimos y nos aburrimos mirando las hojas caer. Jugamos con nuestras manos, moldeamos nuestros cuerpos de maneras divertidas. Traté de morder uno de sus rulos y el trató de mojarme con el agua. Fue lo más genial... pero llegó la noche y con ella la hora de regresar a casa. Por suerte Finn dijo que estaría conmigo toda la noche. Pero que antes debía decidir que me gustaba más, si la noche o el día.

—¡Llegué!—grité cuando entre en la casa.
Mi madre asomo su rostro desde la cocina y se acercó a mi de manera extraña, corriendo en puntillas y con una mezcla extrañas de sentimientos dibujados en su rostro.
—Hay alguien esperando por ti—espetó y volteó sigilosamente hacia la cocina.
—¿Quien?—consulté y miré hacia la cocina.
—Es un pequeño—dijo y luego sacudió su cabeza—no, tendrá ¿tu edad?
No tenía el genio ni el tiempo para acertijos. Mañana estaría doce horas sin mi chico, doce horas muerta, doce horas tratando de respirar yo sola.
Caminé hacia la cocina y mi madre me siguió en puntillas. Empuje la puerta de manera rápida y le vi sentado. Subió su rostro al verme y sonrió.
—Disculpa, ¿te conozco?—pregunté al tiempo que miraba hacia tras y veía como mi madre desaparecía.
—Un placer, ¿mi nombre? Sam. ¿Me conoces? Lo dudo.
Comencé a llamar a Finn con la mente, algo en él no me gustaba.
—Supongo que también es un placer—dije y estreché la mano que el había estirado.
Al hacer contacto con su piel, ese sentimiento de reconocer lo que tocas, de reconocer la temperatura de piel. Un sentimiento extraño, ese sentimiento que siento cuando solo Finn esta junto a mi se hizo presente.
El sonido de la puerta abrirse hizo que nuestras manos perdieran el contacto. Voltee agradecida. Era imposible no reconocer ese olor.
Sonrió al verme y luego su expresión cambio al ver a Sam. Al extraño Sam.
—¿Mercedes te mando?—cuestionó mi ángel.
—Si lo hizo o no ¡que más da!
Al momento en que nombró a Mercedes supe que Sam era un ángel.
—Adiós—dijo Finn elevando su mano en gesto de despedida.
—¿Ya se lo explicaste?—preguntó Sam de manera irónica y elevó una ceja.
Finn rugió, pude sentirlo y oírlo. Entonces los miré pero Finn hizo un movimiento algo extraño, tan rápido que no pudo ser captado por mi vista.
Y ya no estaban más frente a mi... ninguno de los dos. Siquiera el olor seguía en el aire. Nada.

Di media vuelta... Finn prometió pasar tiempo conmigo lo debía cumplir. Subí las escaleras rápidamente y me cambié de ropa, coloqué mi pijama y me escabullí entre las sabanas.

**

¡Malditos arcángeles! Como odiaba que me odiasen. Como odiaba tener solo treinta y tres horas para despedirme de ella. ¡¿Cómo iba a lograr alejarme?!

Miré a Sam quien no dejaba de sonreír.
—¡Vamos Finn solo estaba bromeando!—dijo riendo y canalizando el vuelo para retirarse.
—Escuchame bien—dije tomando de su camiseta y haciendo que tocara el suelo a la fuerza—vuelves otra vez a tratar de hablar con mi chica y te saco el resto de existencia que te queda ¿oíste?
Este asintió y luego lo deje ir. Pobre imbécil.

Subí por la ventana y crucé su habitación. Ella ya dormía y no quería que lo hiciera. Hundí mi rostro en su cuello para tratar de despertarla y ella solo suspiro para luego tomar mis rulos con delicadeza y arrastrarme lentamente hasta sus labios.
Lentamente me posicione sobre su cuerpo y besé aquellos labios, mi propia droga.
—Me gusta más la noche—susurró y luego soltó una sonrisita.
Carcajee.
—Entonces mañana estaré junto a ti toda la noche.
—¿Lo prometes?—consultó.
—Lo prometo.
Nos quedamos dormidos de forma inmediata. Ella abrazada a mi. No podía creer lo poco y nada que nos quedaba juntos.

Mire mi reloj de muñeca, me puse de pie. Ya solo faltaba un minuto para que las veinticuatro horas con ella acabaran. Gimió al momento de no sentirme cerca. Era increíble como se había acostumbrado a mi y como me iba a doler dejarla.
Fruncí el entrecejo y me acerque a ella para solo besar sus labios antes de alejarme por doce horas. Una eternidad.
—Volveré en doce horas más—espeté con delicadeza sobre su rostro.
—No te alejes—susurró adormilada.
Me partía el corazón oírla decir eso. Pero quería pasar tiempo con ella y si quería eso debía irme.
Mire mi reloj y ya eran las veinticuatro, bese por ultima vez sus labios y partí...

*

Desperté dando un salto sobre la cama. Mis manos sobre mi pecho... mi mente no estaba en mi cuerpo. ¿Mi corazón estaba junto a mi? Asustada inhalaba y exhalaba tratando de calmar mi respiración y darme un tiempo para oír si mi corazón latía dentro. 

Mi querido ángel (Adaptada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora