Capítulo 2

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—Iré al instituto—susurré.
— ¿Para qué? hoy no tienes clases—dijo algo extrañada por mi repentina salida, y más extrañada aun porque era en mi pesadilla viviente; el instituto.
—Me inscribí en un torpe taller de música—dije y salí de mi casa hacia mi carro.
Sentía los pasos de mi madre tras mí.
—Hija si te sientes mal…
—Mamá—gruñí—asúmelo de una maldita vez ¿quieres? Ocurrió hace dos años atrás.
Subí enrabiada a mi auto y lo hice arrancar rápidamente.
Conduje con cuidado por las curvas y peligrosas calles de Lima.

Llegue al frío instituto y baje rápidamente para llegar al taller de música.
Entré al salón sin golpear y tomé asiento en unos de los muchos y vacíos bancos. No miré a mí alrededor. Debía ser invisible, y para eso debo parecer ocupada.
Llegó un profesor, un hombre ya de edad a dar la clase. Llevaba una sonrisa consigo y parecía tan pasivo y bueno.

La clase se comenzó a llenar de apoco. Comenzaron a llegar chicos. Comenzó a llegar el ánimo para comenzar.
Pasaron las dos horas y el profesor dio el fin de la clase. Todos nos pusimos de pie de manera rápida y ligera, comenzamos a salir de la clase de forma elegante. Sin parecer desesperados por retirarnos.
Yo nuevamente salí de las ultimas.

Caminé por los pasillos ya oscurecidos del instituto. Y llegué a la parte delantera.
Había un grupo de chicos de pie allí. Mirando no sé qué cosa. Entusiasmados.
Comencé a agudizar mi vista y logre divisar a una chica en el suelo, en medio del grupo de chicos. Deposite mis cuadernos sobre mi auto y camine hacia donde la chica.

— ¡Déjenla, tarados déjenla!—grité empujando a los chicos para poder poner de pie a la chica.
— ¡Mira, tenemos a otra!—exclamó un tarado.
Me cogió por los hombros y me lanzó al lado de la menuda castaña. Caí de golpe. Y solo pude levantar mi mirada para observar cada rostro.
—Ayúdame—susurro la pequeña castaña.
Entonces la miré a los ojos y pude ver aquel miedo. Estaba golpeada y no tenía otra cosa más como propia protección que sus brazos; los cuales también estaban moreteados.
—Aléjate —oí que gritaron.
Cubrí a la chica que estaba en el suelo con mi cuerpo y tape mi rostro con ambas manos.
Sentía los gruñidos y los insultos que habían a nuestro alrededor.
— ¡Largo!—volvió a gritar la misma voz.
Ese aire pesado y delirante que había de un principio se comenzó a desenvolver y solo quedo el aire liviano que expresa paz.
—Gracias—le oí decir a la castaña.
Saqué las manos de mi rostro y observé a nuestro héroe.
Sonreí aliviada. Me pareció haberlo visto antes, pero aquello no importaba.
— ¿Cómo lo has hecho? Eran como diez—alargue asombrada y con una sonrisa en mi rostro.
El chico no hablaba, solo sonreía. Y no podía ver bien su rostro ya que la luz del sol me lo impedía. Pero su anatomía se me hacía familiar.
—Yo me voy, pero chicos… muchas, muchas gracias. No saben cómo se los agradezco—dijo la castaña—nos vemos mañana amiga—susurró y me dedicó una sonrisa.
Ella era la primera persona que me llama amiga con ese tono de voz tan sensible.
—Veo que no fui el único héroe—dijo el muchacho y estiro su mano para que yo me pusiera de pie.
—Yo ya los tenia, no te preocupes—dije riendo. Tirándome flores yo misma.
—Ja-já—rió agudamente—como digas.
Hubo un minuto de silencio. Una pausa y el chico se movió ligeramente hacia mí.
—Me debo ir—le anuncié—muchas gracias.
—No te preocupes—señaló.
—Ok, adiós superhéroe—me burlé—gracias otra vez.
—Adiós, Rachel—exclamó cuando ya me encontraba a unos pasos de distancia.
Procesé aquello en mi mente y asombrada volteé.
— ¿Cómo sabes mi nombre?—dije al aire. Ya que el castaño no se encontraba allí.

Caminé de manera decidida a mi carro y entré en este para volver a casa.
¿Cómo sabia mi nombre?... esa preguntaba rondó mi mente el resto del día. El resto de la semana siguiente. Con la castaña; Marley, nos volvimos buenas amigas… en realidad no sabría cómo decirlo. Quizás nos volvimos buenas conocidas. Es tan tímida como yo, quizás no tanto como yo, pero es tímida.
—Berry—me llamó el profesor de música—te busca un chico.
Subí mi rostro asombrada.
—Ve—susurró Marley.
Me puse de pie lentamente y caminé hacia la entrada. El profesor hizo un gesto y abrió la puerta.

Mire su rostro aun incrédula. ¿Qué? Era un sueño, eso debía ser. Era imposible que ocurriera algo como eso. Completamente imposible aun de procesar por mi mente. Aquello no podía ser cierto.
—Tú—susurré al borde de un colapso nervioso.
Mi respiración se volvió una obligación para mi cuerpo.
Llevé torpemente una de mis manos a mi brazo para pellizcarlo con intención. Pero aquello solo me dejo aún más claro que estaba despierta y consiente de aquello.
Comenzó mi mente a funcionar como una película, comencé a recordar lo que paso hace dos malditos años atrás. Comencé a pensar si es que debía arrancar de aquel lugar y dejar a mis torpes recuerdos junto a él.
Su rostro, aquello que pedí a gritos olvidar pero que lamentablemente sé que jamás lograre hacer.
—Berry ¿verdad?—consultó. Asentí.
Volteé para tratar de entrar a clases y hacer como si aquello no fuera real. Quería engañar a mis ojos.
—Aguarda—murmuró— ¿Podemos hablar?
—No eres real, no eres real, no eres real—susurraba en voz alta. Aquello no debía ser real.
—Si lo soy—exclamó—por favor voltea.
— ¡Tú no eres real!—grité.
Voltee para plantarle cara al muchacho producto de mi imaginación. Pero ya no estaba.
Suspiré aliviada y apoye mi espalda a la pared, me resbale por esta hasta tocar el piso y exigirle a mi mente que olvidara aquello.

Entré a la clase y tome asiento en mi lugar.
— ¿Quién era?—consultó Marley sonriendo.
—Nadie—susurré.

La clase fue lenta. Traté de tomar atención, de olvidarme de aquello. Pero no tenía opción.

Al salir del instituto corrí a mi carro junto a Marley. Había comenzado una tormenta y no quería llegar empapada a mi casa.
Subimos rápidamente y de la misma forma arranqué. Manejé con cuidado y llegué hasta la casa de mi amiga-conocida.
—Mañana nos vemos—dijo sonriendo y bajo.
— ¡Chao!—le grité desde mi carro.
Volteó y sonrió.
Arranqué nuevamente y comencé a conducir. No podía quitar de mi mente aquella visita tan sorpresiva. Era imposible que me haya quedado dormida en clases… imposible.
Mi parabrisas dejo de funcionar, haciendo que las gotas de lluvia cubrieran mi vista.

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Aqui esta otro capitulo :) esta historia no es muy larga, a si que cuando suba capitulos, no los subire de cuatro ni de cinco, a lo mucho dos :/ espero y les guste :P

Mi querido ángel (Adaptada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora