Thomas elevó la mirada para buscar a Dylan entre toda esa gente que no dejaba de llegar a la fiesta por el término de las grabaciones de Prueba de Fuego, una cabellera que él conocía de memoria apareció delante de sus ojos. Dyl… su Dyl le estaba hablando con toda la alegría del mundo a un hombre el cual no había visto nunca antes. El hombre le rodeó la cintura con un brazo y lo acercó disimuladamente a su cuerpo, un movimiento que no pasó desapercibido para Thomas, quien se encargaba de que nadie más que él acariciara de sobra a su castaño de ojos pardos. Apretó los puños con fuerza y se obligó a sí mismo a mantener la calma si no quería hacer un espectáculo, se encaminó con toda la velocidad que le daban sus pies hasta el centro de la pista de baile, donde Dylan se colgaba de los brazos de aquel hombre mayor, o eso era lo que parecía desde lejos.
-Baby trombone, qué milagro que aún no te hayas ido a casa –le dijo el castaño, apretujándose aún más a aquel desconocido sólo para causarle celos a su amigo. Thomas se mordió el labio inferior y contó hasta diez en una milésima de segundo, se aclaró la garganta y tomó de la mano a su amigo, alejándolo de la otra persona, quien le fulminó con la mirada como si pensara que así podría atravesarle y matarle.
-¿Por qué te perdiste así? –le preguntó el rubio, soltándolo de pronto. Todavía le picaban las manos por las meras ganas de enterrar sus dedos en la cintura de él. Sus nervios le provocaban escalofríos y eso lo ponía tiritón de una manera que no podría explicarse nunca en la vida. Dylan se encogió de hombros para luego alzar ambas cejas, desafiante. Sangster lo hizo a un lado, dispuesto a marcharse, pero su amigo le rodeó el cuello con sus fuertes brazos, aprisionándolo contra una muralla.
-¿Crees que podamos vernos antes de las grabaciones de Cura Mortal? –le preguntó con una pequeña pizca de esperanzas que le hacían brillar sus grandes ojos cafés verdosos. El rubio no pudo evitar hacer una mueca, intentando zafarse de su prisión, lo que resultó en vano.
-No lo sé, Dylan. Con Bella hemos estado hablando sobre mudarnos a otro sitio y tengo la cabeza puesta sólo en eso. Dame permiso… -lo tomó de la muñeca y lo apartó, alejándose de él. El castaño tuvo que trotar los últimos metros para alcanzarlo.
-No puedes ser más idiota, trombón. ¡Se supone que somos amigos! –exclamó enfadado, y algo en el interior de Sangster le advirtió sobre las lágrimas que estaban acumulándose en los ojos de su compañero de trabajo.
-Pero no llores, Dyl, ¿no ves que me haces sentir culpable?
-¡Es que lo eres! –el castaño se marchó prácticamente pateando la perra, y Thomas no hizo nada por impedirlo. Aquel chico ya lo tenía lo suficientemente estresado como para no querer saber nada más sobre el mundo y en especial sobre Maze Runner. Fue con Dexter y se sentó a su lado, sirviéndose un gran vaso con alcohol, uno de nombre muy raro, pero que no se permitió preguntar el por qué. Su amigo se reía con Kaya y Chris, que no dejaban de hacer bromas sobre cosas que ya habían pasado hace mucho tiempo con el rodaje de Correr o Morir.
-¿Qué te pasa? Andas medio perdido.
-¿Yo? –preguntó el rubio, aturdido. Dexter rodeó los ojos y asintió lentamente con la cabeza, como creyendo que todo en Sangster daba vueltas y que era necesario tratarlo con pinzas. Thomas se cruzó de brazos y apoyó la frente contra el cristal de la barra del bar.
-¿Vas a decirme qué anda mal? –insistió el moreno, tomando un gran sorbo de su vaso.
Quiso decirle cuál era su maldito problema, pero era un tema muy complicado y delicado de tocar; no era cosa de llegar y decir “creo que siento atracción por Dylan”. No podía hacerlo. Ni siquiera sabía si su teoría era válida, pero dedujo que algo pasaba consigo mismo una vez que comenzó a sentir penitentes revolviéndole el estómago. Había bajado de peso y ya casi no podía dormir por aquellos sueños… en los que Dylan estaba presente. Despertaba con las sábanas mojadas y con el corazón taladrándole las costillas debido a la excitación, ¡y con lo que le costaba fingir en frente de Isabella! ¿Cómo le dices a tu novia que, de un día para el otro, han comenzado a gustarte los hombres también? El otro problema era relacionado con su supuesta bisexualidad, cuando la realidad era que el único chico que realmente había llamado su atención era Dylan. No es que ahora cada persona con pene le moviera el piso. Eso sólo podía hacerlo él… Dyl.
Nuevamente se había perdido en la oscuridad de sus pensamientos. Negó con la cabeza y se concentró lo que más pudo para darle una respuesta clara a su amigo.
-No, Dex, es sólo que estoy algo cansado –mintió. Su compañero pareció notar la fingida tonalidad de su voz, pero no continuó insistiéndole para no hostigarle demasiado. Por algún extraño motivo, Thomas era un excelente actor, pero no cuando se trataba de mentirle a alguien con algo sobre su vida personal.
Volvió a beber de su bebida y se echó hacia atrás en su asiento, dejándose dominar por el cansancio y el peso de sus párpados.
Dylan, por su parte, estaba de brazos cruzados en un rincón de la fiesta. Rosa se le acercó con un pequeño vasito que contenía un viscoso líquido verde, le entregó uno y, sin pensarlo mucho, se lo bebió en menos de dos segundos. Rosa no había alcanzado ni a sentarse a su lado cuando Dylan ya le había devuelto el pequeño vasito de cristal.
-¡Qué precoz, pequeñín! –le comentó con tono burlón, aunque él ya no estaba de ánimos para chistes y bromas de mal gusto. Thomas le había rechazado una y otra vez.
Todo empezó cuando le desafiaron –durante las grabaciones de Correr o Morir– si era capaz de besarse con Thomas (en su papel de Newt) en una de las escenas que compartían ambos personajes.
-Claro que puedo.
Y no le había tomado el peso a aquellas palabras y lo que podría significar besarse con uno de sus mejores amigos. Aquel día brillaba un sol hermoso, el pasto relucía verde y brillante, brindándoles un fresco aroma a tierra húmeda. ¿Qué iba a saber él que todo iba a cambiar? Incluso podía escuchar la voz de Kaya (interpretando a Teresa) diciendo una y otra vez: Dylan, todo va a cambiar. CRUEL es bueno… Bueno sería haber rechazado esa tontera desde un comienzo.
Esa noche, a la luz de la fogata, se había arrepentido a sólo dos centímetros de tocar sus labios. Sólo dos centímetros más y… Aunque habían pasado meses desde ése entonces, aún podía sentir cómo se le aguaba la boca al recordar a su amigo remojarse los labios. O sus dedos desplazándose con cautela en toda la extensión de su pierna, que descansaba floja sobre el césped. Desde ese día, no hacía otra cosa más que enviarle indirectas a Thomas para que volvieran a repetir el desafío. Esta vez cumpliría. Lo haría. Quería hacerlo. Pero, también se preguntaba por qué en ese entonces no lo había hecho, ¿por qué se había arrepentido cuando faltaba tan poco? Y ahora la respuesta aparecía frente a sus ojos tan clara como el agua: le daba miedo sentir cosas por su amigo.
Thomas estaba intentando tragar el último trozo de carne mientras que él trataba de respirar reguladamente para que no se le notaran las ansias que sentía. Blake se reía como un miertero, lo que le provocaba un leve rubor en las mejillas de sólo pensar en lo que diría el mundo una vez que esto fuera publicado en las redes sociales. Miró los labios del rubio, que los lamió una vez más antes de acercarse del todo hacia Dylan. O’Brien levantó lentamente la mirada, encontrándose con una inesperada sorpresa… Thomas había cerrado los ojos. ¡El muy imbécil los había cerrado! En esos pocos milisegundos que le quedaban, Dylan buscó en su Wikipedia mental el significado de cerrar los ojos al momento de besarse y se sorprendió muchísimo cuando leyó la respuesta: entrega, amor, pasión, confianza…, amor, amor, amor, ¿es posible que Thomas sintiese algo por él, y que por ése motivo haya preferido cerrarlos, para disfrutar al máximo de los labios de Dylan? Su rostro se contrajo al sentir el cálido aliento de Sangster, las piernas le temblaron y sus mejillas enrojecieron por la tensión del momento. Los ojos le picaron y su vista se tornó borrosa, supo de inmediato que no se debía por intentar en vano enfocar la mirada en su amigo, más bien, la culpa la tenía la pena por haberse separado del rubio, que lo miraba con una expresión de decepción.
Todos se echaron a reír, pero él ya no tenía la fuerza suficiente para hacer nada, ¡ni siquiera le daba risa la situación! Todo le parecía una completa mierda, pero se obligó a reír forzadamente para no quedar como un idiota. Le echó una mirada de súplica a su amigo, como pidiéndole que por favor riera con él para que nadie más notara la incomodidad que los inundaba a ambos. Thomas le siguió el juego y sonrió falsamente, dándole la espalda al castaño. Dylan comenzó a aplaudir, como si todo fuera amor y felicidad, rosas y corazones, amor y… ¿Amor? Le daba asco pensar en esa palabra.
Rosa sacudió una de sus manos en frente de su rostro, trayéndolo de vuelta a la realidad.
-Ahí viene Tommy… -le anunció su nueva amiga, y compañera de reparto.
-No le llames así. No le gusta que le digan “Tommy”.
-Lo sé, lo hago a posta para hacerlo enfadar –Rosa dejó escapar una risita traviesa que logró, sorprendentemente, contagiarlo.
Sangster frunció el ceño al notar que el castaño no estaba en las mejores condiciones: se le habían desabotonado los primeros dos botones de su camisa que, además, se le había salido de adentro del pantalón. El pelo se le había vuelto un remolino de lo desordenado que estaba. Y ni hablar de aquellas manchas de licor que ensuciaban lo que era, hasta sólo hace un rato atrás, su impecable vestimenta.
Se apresuró en llegar hasta él, pero no fue necesario extenderle la mano ya que Dylan apretó los dedos alrededor de sus muñecas, escalando sobre el cuerpo del rubio para ayudarse a sí mismo a ponerse de pie. Rosa se quedó sentada donde mismo, con la mirada fija en la nada y vagando en sus propios pensamientos, que estaban lejos de ser si quiera parecidos a los de aquellos otros dos.
-Baby trombone, ven aquí –le dijo Dylan a Thomas. No se había percatado en qué momento el alcohol había empezado a hacer efecto en él, pero no le importó cuán ridículo podría verse ahora mismo, y rodeó el cuello de su amigo con ambos brazos, intentando besarlo como había querido hacerlo hace harto tiempo atrás, cuando fue un estúpido y cobarde shank.
-No, Dyl, por favor… -le pidió Thomas con una voz áspera, casi ronca.
Dylan no estaba escuchándolo. Tenía un agudo pitido resonándole en los oídos y si a eso le sumábamos el hecho de que había estado meses… ¡meses!... intentando hacerle ver que lo quería, pues tenía sentido que ése fuera su comportamiento. Intentó arrastrarlo a un lugar más apartado para tener más privacidad, pero Thomas lo había agarrado de las caderas para mantenerlo fijo, sin posibilidad de soltarse. Dylan lloriqueó en silencio y los mocos comenzaron a hacerse presentes.
-Dyl… -intentó tranquilizarlo, acercándose para abrazarlo, pero el castaño le había lanzado un fuerte golpe en el pecho, haciéndolo tambalear en su propio eje.
-¡Cállate, estúpido! Eso es lo que eres. Un maldito estúpido –le chilló en el oído. El rubio sintió que su amigo le había roto los tímpanos, pero era más que nada por el miedo de ver una personalidad de Dylan que nunca había aflorado antes.
-¿Por qué me dices eso? –le preguntó Sangster, que estaba comenzando a sentirse adolorido de cuerpo y alma.
-Porque no hay peor ciego que el que no quiere ver. ¡Y tú eres un ciego que además no quiere ver!… Eres el doblemente de idiota que el resto de las personas que viven en este mundo de mierda. –volvió a gritarle.
Se tambaleó como un rombo que daba sus últimas vueltas y Thomas tuvo que sostenerlo para que no cayera al suelo. O’Brien quiso pegarle de nuevo, pero Sangster juntó sus manos por detrás de su espalda, inmovilizándolo.
-Ven conmigo. Te llevaré a mi cuarto para que puedas descansar.
-¡No! Estuve ahí para ti, en tus momentos más oscuros. –Cantó muy fuerte una canción de Maroon 5 y tuvo que colocarle la palma de su mano sobre sus labios para que guardara silencio, pero su voz seguía retumbándole en lo más profundo de su mente–. Estuve ahí para ti, en tus noches más oscuras… Pero me pregunto en dónde andabas tú woooah, cuando yo estaba en mis peores momentos. ¿En dónde estabas, baby trombone?
Hipeó un par de veces antes de caer rendido por completo, acurrucándose en el cuerpo del rubio y escondiendo su rostro en el cuello de él.
-Tranquilo, Dyl.
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Dylmas (Dylan y Thomas)
Fanfiction¡HISTORIA BASADA EN HECHOS REALES! -recuerden siempre leer las letras pequeñas- Después de un encuentro sexual entre Thomas y Dylan, donde el primero solamente deseaba aclarar si lo que sentía por él era amor o atracción, se desencadena una serie de...