Tampoco le importé

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Thomas terminó de arreglar sus cosas lo más rápido que pudo. Bella no tardaba en llegar y la cama deshecha no ayudaba mucho; arrancó las sábanas y las apretó con sus dedos largos y firmes.

-Ni se te ocurra, Thomas –se advirtió a sí mismo antes de hacer la estupidez más grande del universo. Acercó las ropas a su rostro y aspiró el olor de Dylan–. No me gusta. Ya he comprobado que no me gusta.

No quería admitir que desde el primer segundo en que el castaño abandonó la habitación, sintió como si algo en su interior se hubiese roto. Si su aroma permanecía en aquel cuarto, a lo mejor él podría sentirse completo de nuevo.

Unos suaves golpecitos en la puerta lo hicieron volver a la realidad. Tuvo la esperanza de que fuera O'Brien, quizás abriría la puerta y se encontraría con su típica cara de niñito travieso, luego se lanzaría a sus brazos y le diría cuánto lo quiere.

-Deja de fantasear, Thomas –se obligó con tono de determinación. Bella entró en la habitación, repartiéndole besos en todo el rostro, lo cual lo hizo sonreír como un idiota.

-Hola, Timmy. Cariño, no me has llamado hoy –le dijo su pelirroja novia, dándole un último beso pero ahora en los labios. Thomas la apartó unos centímetros y por un segundo pensó ver la cara de Dylan envés de la de ella.

-No he tenido tiempo, bebé –le mintió. La chica se sentó sobre el colchón y miró extrañada el lugar, como si sospechara que algo raro hubiera ocurrido hace sólo instantes atrás.

-¿Por qué no tiene fundas tu litera? ¿Has dormido sobre el colchón o algo parecido?

-No –le respondió enseguida sumado a una risita nerviosa–. ¡Cómo crees! Acabo de ir a dejar las mantas al tiesto de la ropa sucia. No me gusta dejar las sábanas así como si nada. ¿Qué has hecho estos días?

-Viajar, tú sabes, el tipo de cosas que me gusta hacer. Pero háblame de ti, amor, quiero saber qué tal el rodaje de la película.

La maldijo mentalmente. La amaba como a nadie en el mundo, pero odiaba cuando ella evadía las preguntas o respondía con frases cortantes.

-Bien. Ha salido todo tal cual como Wes lo ha planeado. Habrán muchos cambios con respecto al libro, pero...

-¿Y Dylan? –lo asaltó Bella, tomándolo por sorpresa.

-¿Qué pasa con él? –fue todo lo que logró preguntarle. No es que fuera algo inusual que ella le preguntara cosas sobre el cast, pero justamente hoy no quería hablar específicamente de O'Brien. Isabella se encogió de hombros y le dedicó una sonrisa forzada.

-¿Por qué tiene que pasar algo? –le respondió con otra pregunta–, quiero saber cómo se han comportado las personas que conviven con mi chico. Eso es todo.

-Ah, está bien. Él ha estado... hmmm... normal.

-¿Qué te sucede, Timmy? Has actuado extraño todo este rato. No pareces el mismo Thomas de antes. ¿Tienes algo?

Antes de si quiera poder pensar en una respuesta lógica, una risotada en la habitación de al lado llamó su atención. No era la risa de Dylan, eso estaba claro.

-Me siento perfectamente bien –le respondió a la chica, tomándola de la cintura para poder besarla. La amaba, sí, pero lo que de verdad quería era una excusa para poder acercarse a la pared contraría... así lograría escuchar qué estaba pasando en el cuarto de Dyl. Apretó a Bella contra su cuerpo y bajó la cabeza para estar a su misma altura; la chica se puso de puntillas y posó sus labios sobre los de Sangster. Eso le bastó al rubio para comenzar a arrastrarla dentro de la habitación entre besos apasionados. Se apegó a la muralla todo lo que le era posible e intentó oír quiénes eran los que hablaban al lado.

Dylmas (Dylan y Thomas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora