Trust is like a mirror

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“La confianza es como un espejo, puedes arreglarlo una vez que se ha roto, pero todavía se puede ver la grieta en el reflejo de ese hijo de puta”, escribió Dylan en su Facebook por mero despecho. Thomas le había dejado la noche anterior a punto de, y la erección era lo de menos; después de publicar aquel estado de Britt y él, se había echado a llorar como una maldita magdalena hasta las tres de la mañana, que fue cuando cayó rendido en un profundo sueño.
Había soñado con Thomas esa noche.

Ya no le importaban las consecuencias porque sabía que, al fin y al cabo, estaba enamorado de él y no podía luchar contra eso nunca más.
-¿No me dirás nada? –le preguntó con algo de decepción.
-¿Sobre qué? –le respondió con otra pregunta. Dylan negó con la cabeza y le rodeó el cuello con sus brazos, atrayéndolo a su boca.
-No importa… -le dijo, rozándole los labios con los suyos. Cambiaron de posiciones, quedando el castaño sobre el estómago de Sangster.
-Te quiero, Dyl.
Su voz sonó muy suave, profunda, casi de ultratumba. ¿Había sido real? No se permitió seguir pensando en ello y volvió a besarlo como hace un rato atrás, introduciéndole la lengua hasta adentro. Thomas le apretaba el trasero y se restregaba contra él como si quisiera unir sus cuerpos de esa forma.
-Yo igual –le dijo entre jadeos; mientras se besaban, Dylan le intentaba desabotonar el pantalón para luego bajarle el cierre. El rubio, con una expresión de desesperación en su rostro, lo volteó sobre la cama, subiéndose sobre él. Le arrancó la camiseta y la lanzó al suelo, sin preocuparse en dónde pudiera llegar a parar. Thomas comenzó a entrar en él lentamente, procurando no lastimarlo, pero el castaño quería más. Lo abrazó de la cintura y le pidió entre gemidos que por favor fuera más deprisa, aunque el rubio pareció no escucharlo, o estaba muy hundido en sus propios pensamientos, porque continuó penetrándolo tan cuidadosamente que a Dylan se le hizo más doloroso aquello que lo otro, como si lo estuviesen desgarrando por dentro. No quería separarse de él nunca más. Como pudo, movió sus caderas en dirección contraria a los movimientos de Sangster.
-Ah… hmmm… -se mordió el labio inferior y O’Brien sintió como si estuviese tocando el cielo con las manos. Ver a Thomas de esa forma hacía que su corazón latiera más rápidamente, desbocado.
Dylan le acarició el cabello al rubio y le depositó un beso en su sudorosa mejilla. Todo su cuerpo estaba cubierto por una capa de sudor, aunque el suyo no estaba mucho mejor, incluso parecía más empapado él que Thomas.
-¡Aggh! –se quejó Sangster cuando su erección se había salido de la entrada de Dylan. Se sintió vacío, pero luego volvió a embestirlo con fuerza, obligándolo a cerrar los ojos. Comenzó a moverse con rapidez, causándole un placentero dolor.
-¡Aaaah, THOMAS! –exclamó en un fuerte grito, corriéndose sobre su propio estómago. Abrió los ojos, asustado, y observó a su alrededor.
Había sido un sueño. Continuaba en la misma posición en la cual se había dormido, y aún seguía desnudo de la mitad del cuerpo hacia abajo. Recogió sus bóxers del suelo y se los colocó, acurrucándose nuevamente sobre su cama y arropándose con las sábanas, que ahora estaban manchadas con su semen. Tenía frío y se sentía jodidamente triste. Se mordió la lengua, prohibiéndose llorar.
Thomas estaba en su habitación, revisando sus mensajes en Facebook mientras se tomaba una taza de café y se fumaba un cigarrillo. Buscó a Dylan entre sus amistades para enviarle un mensaje, pero no lo encontró.
-No puede ser. El muy cabrón me ha bloqueado… -susurró en voz baja, lanzó su teléfono al suelo y pegó su oído junto a la pared que lo unía con Dylan: pudo escuchar cómo murmuraba su nombre en voz baja, casi en jadeos.
-¿Se estará mastur…? Qué mierda estoy diciendo. Thomas, olvídalo –se dijo a sí mismo, incrédulo. Aún le costaba acostumbrarse a su nueva personalidad. Ahora se había vuelto prácticamente un psicópata y todo se debía a Dylan. Tenerlo lejos lo volvía paranoico y no hacía más que pensar en con quién se estaría acostando...  o si estaría con Britt… o si… ¡de todo! Extrañaba la época en la cual sólo se sentaba a fumarse un cigarrillo con Bella y disfrutaba de la soledad y la tranquilidad de ciertos lugares, pero ahora todo era caótico en su vida. Dylan le había puesto todo patas para arriba, y ya no podía hacer nada para volver el tiempo atrás. Tampoco quería hacerlo. Amaba la sensación de la incertidumbre, aunque le llevara tiempo familiarizarse con aquello.

Al día siguiente Dylan se había levantado muy temprano para ir a buscar a Tyler al aeropuerto, y Thomas había arreglado sus maletas para irse con Bella a su casa. Se toparon durante la mañana en el comedor del edificio, pero no cruzaron palabras. Ambos tenían chupones en sus cuellos y se sentían decepcionados el uno con el otro.
-Buenos días –le dijo Thomas solamente por no verse como un mal educado.
-Hola –le respondió Dylan. Thomas no pudo evitar notar cuán arreglado estaba, se veía hermoso con aquellos vaqueros negros y su remera blanca con cuello en forma de V, y ni hablar de su exquisito aroma.
-¿Vas a algún lado?
-Sí.
-… -el rubio no dijo nada, hubiese deseado golpearlo por el simple motivo de que el castaño estaba siendo demasiado cortante con él. Respiró hondo, y le preguntó otra cosa con la esperanza de que Dyl fuera más específico con sus respuestas y dijera más que simples monosílabos–. ¿Saldrás con alguien?
El castaño alzó una ceja, haciendo una mueca con su boca.
-Sí, ya te lo he dicho ayer.
Thomas se aventuró en preguntarle:
-¿Estás molesto por algo?
Dylan bufó, evidentemente enfadado, haciéndole ver cuánto comenzaba a detestarlo.
-No –le mintió. Y la razón de ello era porque no quería darle demasiada importancia a lo que había sucedido la noche anterior. Esa era la mejor forma de molestar a Thomas, ignorarlo, serle indiferente, humillarlo, etc.
-¿Puedes dejar de responderme de esa forma? Me está exasperando…
-¿Así cómo?
-Así, justamente como acabas de hacerlo, ¿podemos hablar como amigos…, como lo hemos hecho desde siempre?
Dylan cogió su celular de la mesa y salió de edificio, haciéndole señas a un taxi que venía doblando la calle.
-Verás, Brodie, los amigos no se besan ni desean follarse. Si me das permiso… -quiso hacerlo a un lado para abrir la puerta del auto que ya se había estacionado delante de él, pero Sangster se colocó en frente del castaño, impidiéndole continuar avanzando.
-Dyl…
-¡Déjame pasar de una puta vez! –explotó. Tenía los ojos rojos y se oía a millas el dolor en su timbre de voz. Lo empujó lejos y abrió la puerta del coche, indicándole al chofer que echara a andar el motor para largarse de allí cuanto antes.
Thomas se sintió ofendido y no era debido a lo que le había hecho Dylan. Tomó su teléfono y subió nuevamente a su cuarto, topándose con Rosa en el camino.
-Hola, Tommy –ignoró el hecho de que ella lo hubiese llamado así y le hizo una seña con la mano en forma de saludo.
-Hola –le dijo antes de subirse al ascensor. Se metió a Facebook una vez que ya estuvo en su cuarto y se creó una cuenta falsa.
Nombres: Sam.
Apellidos: O’Conner.
No quiso ser tan específico con respecto al nombre, de todas formas, era sólo para poder hablarle a Dylan nuevamente.
Sexo: masculino.
Una vez que terminó, le dio click a Registrarse y buscó enseguida el Facebook de Dylan, mandándole una solicitud de amistad. Bajó en su muro y vio una publicación que lo hizo enojar como pocas veces antes: “dejaré de ser un novio de mierda” con una foto de él y Britt. Él le había escrito eso justo después de que salió de su cuarto a eso de las dos de la madrugada… ¿Quién demonios se creía para hacerle eso? Le envió un mensaje para pedirle explicaciones.
Sam: Tenemos que vernos, pero que sea ahora. Quiero verte.
Se acostó en su cama porque no quería saber nada más del mundo y se dispuso a dormir.
Dylan ya había llegado al aeropuerto y ahora estaba sentado en uno de los asientos a la espera de que apareciera su amigo.
-¡Dyl! –le grito Tyler de lejos. El chico corría con su maleta en mano a toda prisa, demasiado contento por volver a ver a su amigo de años.
-Tyler, qué bueno verte de nuevo, hermano… -el castaño lo abrazó, escondiendo la cara en su hombro justo en el momento en que un ruido proveniente de su celular comenzó a sonar. El teléfono le vibró, anunciándole que le había llegado un mensaje y lo sacó del bolsillo de su pantalón–. Discúlpame, por favor.
-Claro, tú contesta no más. Debe ser algo importante… -hizo una pausa y luego agregó en tono burlón–… más importante que tu amigo al cual no ves hace tantas semanas.
La culpabilidad le removió el interior y, antes de encender la pantalla de su celular, volvió a guardarlo en sus vaqueros.
-Tienes razón. Nada es más importante que tú ahora mismo.
-Hermano, es joda. Obvio que puedes atender esa cosa –perdió su sentido del humor, adoptando una expresión de seriedad. Dylan dudó un momento, pero no se echó para atrás; ya lo había dicho: ahora nada era más importante para él que estar con Tyler, su mejor amigo.

Dylmas (Dylan y Thomas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora