Capítulo 16: Parte 5

4 2 0
                                    

El obsequio prometido: La protección absoluta contra los demonios desalmados

Después del festejo de nuestro enlace matrimonial—que por cierto fue tan grande como no lo hubiera imaginado. Todo el pueblo se había quedado a la celebración y la agrupación musical tocaba un sinfín de canciones con tonos melodiosos. La gente bailaba y la comida era tan abundante que todos disfrutaron del banquete—Hîan y yo nos fuimos a vivir a una pequeña pero bonita y cómoda casa de madera con tejado de dos aguas de color rojo, cobertizo de barrotes de madera, y alta chimenea de piedra, que está situada entre estilizados fresnos y arbustos de arándanos color cereza y violáceos. Casa que él y su padre trabajaron, en un terreno lleno de hermosas anémonas de múltiples colores, del otro lado del pueblo. Yo estaba encantada con el lugar y más aún porque Hîan había puesto todo su empeño en aquel lugar especial.

Luego de ese día en que Keynar me dijo que estaba en cinta, los síntomas se hicieron presentes. Los mareos y las náuseas invadieron mi cuerpo. Tenía antojos exagerados y mi ciclo había desaparecido desde hace varias semanas. En mi vientre había crecido un pequeño bulto, y yo estaba tremendamente asustada. ¿El oráculo de Keynar era cierto?

—Eyalín, me tengo que ir al trabajo —me dijo mi esposo, quien ya estaba vestido y listo para salir de casa, mientras yo seguía tirada en la cama. Se acercó a mí y me besó con cariño en los labios—. Te amo —murmuró con dulzura.

—Vuelve pronto a casa —le respondí, ocultando mi miedo y mi pálido rostro causado por las náuseas.

—¿Qué te ocurre? —me preguntó Hîan. En su frente apareció una arruga.

A pesar de que deseaba ocultarle mi ¨posible estado¨ a Hîan, parecía que él ya lo estaba presintiendo.

—¿Ehh? —murmuré, mordiéndome los labios por la impaciencia.

—Hace días que te noto extraña. ¿Te pasa algo? —volvió a insistir.

—Yo... no lo sé con exactitud; pero creo que...

Inhalé hondo antes de expulsar las mágicas palabras. Me incorporé de la cama y me senté, con las manos apretadas sobre mi estómago.

—Estoy embarazada...

—¿Qué?

Los ojos miel de Hîan se abrieron tanto que parecía que se saldrían de sus orbitas.

—¿En serio? —su voz sonó emocionada.

—Aguarda, no sé aún si es eso. Necesito hablar con la señora Yarai o con tu madre.

Me mordí el labio inferior.

—Ha pasado tan poco tiempo desde que nos casamos...

Lo interrumpí:

—Lo sé, lo sé. No estaba entre los planes —le dije.

—Pero qué dices, un hijo sería maravilloso.

Me abrazó con fuerza y me besó en la frente.

—Te amo, Eyalín.

—Yo también, Hîan —una media luna se dibujó en mis cadavéricos labios.

—Con razón tanta palidez. Es más, yo mismo te voy a llevar con mi madre. Te espero a que te arregles.—señaló.

Tragué saliva.

—Ok.

Me vestí rápidamente, me arreglé el cabello y lo acomodé sobre mi hombro, y salí a mi encuentro con Hîan, quien impaciente me esperaba en la entrada de nuestra casa.

—¿Lista? —me preguntó.

—Sí...

—Bien, vayamos.

Amarga Aurora © [COMPLETO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora