Capítulo 17: Epílogo

6 3 1
                                    

Estrella del norte

◆ ˚Año del leopardo de sol˚◆

Le devuelvo al tiempo lo que es suyo,

y la aurora me devuelve lo que es mío...

A lo largo de 36 años contemplé a Keynar de una manera sorprendente. Él jamás envejeció. Tenía la misma tersa y firme piel albugínea. La misma juventud. La misma fuerza. Nada había cambiado en él. Su fascinante mirada todavía mostraba aquella curiosidad infinita que incluso se desvaneció de la mirada de Sjel Saphēda. Lo seguí viendo a pesar de que yo ya no era una niña y aun así, Keynar todavía me miraba con ternura, y sus ojos plateados jamás dejaron de gritarme que me amaba. Amor que yo había tenido que sopesar en lo más profundo de mi corazón latente.

Muchas lunas pasaron y los tres hijos que tuve con Hîan, mi esposo, crecieron. Sjel Saphēda, mi primogénita, se casó a los 19 años de edad con un joven herrero de la familia Andeikz. Ahora tiene 35 años y de ella nacieron 3 hijos: Una niña y mi primera nieta de ahora 17 años de nombre Kaiya. La segunda de 14 años llamada Lizdda y el tercero de 12 años de nombre Bõrh. Mi segundo hijo y el único varón de nombre Heykan se casó dos años después de su hermana, a los 17. Ahora tiene 34 años y tuvo con su esposa tres hijos: La primera tiene 15 años y se llama Lirkå, el segundo de 11 años de nombre Jaelan y el tercero llamado Frolkan. Mi tercera hija, Rynnai, se casó a los 20 años de edad, 3 años después de Heykan. Tiene un hijo de 10 años de nombre Nolka y una hija de 9 años llamada Svaika. Ella ahora tiene 32 años de edad.

Las arrugas aparecieron en mi rostro, al igual que las canas. Pero aun cuando yo ya no era una niña de 14 años, seguía creyendo en cuentos mágicos. Cada sábado por la noche, nuestros nietos nos visitaban a mí y a Hîan y los más grandes—quienes sabían de la historia—me pedían que les contara el cuento que les conté de niños a Sjel Saphēda, Heykan y Rynnai.

—¡Abuela! —exclamó Kaiya, mi primer nieta—. ¡Cuéntanos! ¡Cuéntanos!

—¡Sí, abuela! Cuéntanos la historia de Erin y el bosque encantado —ahora fue Lirkå la que me apremió con entusiasmo.

—A ver, a ver —les dije, sonriente. Me senté a un lado del fuego y me cubrí las piernas con una frazada de piel afelpada.

—Anda, Eyalín. Platícales el cuento a nuestros nietos —me dijo Hîan. Se acercó a mí y me besó la frente con cariño.

Le sonreí.

—Les contaré —espeté, contenta. Contar aquella historia me hacía sentir en aquella época, cuando pase algunos días con el hombre de mi vida y de mis sueños.

—Iré a traer leña para el fogón —me comentó mi esposo.

Asentí.

De nuevo se acercó a mí y me besó la mejilla con amor. Lo vi alejarse de nosotros. Mis 8 nietos estaban sentados alrededor de mí, aguardando mi cuento. Sus rostros infantiles me llenaban de felicidad. Kaiya, Lizdda y Lirkå se habían convertido en unas hermosas jovencitas. Svaika aún tenía 9 años, pero su rostro infantil en forma de corazón era bello. Su largo cabello castaño le llegaba hasta la espalda. Por su parte Bõrh, Jaelan, Frolkan y Nolka eran unos niños de increíbles y finas facciones. Estaba segura que cuando crecieran se convertirían en unos jóvenes apuestos, llenos de bondad.

—¡Abuela! ¡Queremos escuchar el cuento!—me pidió Lirkå con la voz alta.

—Está bien, está bien —le contesté. Me aclaré la voz. Sin hacerlos esperar más, comencé: —Hubo un tiempo en el que el firmamento contenía aprensado a él un puñado de brillantes y tiritantes estrellas. En ese puñado había una aglomeración de estrellas nombrada constelación. Dicha constelación fue llamada la constelación de los amantes. Bajo ese cielo estrellado había un bosque encantado llamado la tierra prohibida. Un largo prado en el que la gente no daba un paso por miedo a perecer con algún artilugio, pero muchos siglos después, una niña, de nombre Erin, se aventuró a entrar en aquel lugar, sin saber nada acerca del encantamiento que encerraba aquel bosque de coníferas. Asustada, desorientada y sin cobijo, perdió la esperanza y cayó al suelo desmayada; pero hubo alguien que la encontró y la llevó a una pequeña casa en medio de la tierra prohibida y el pueblo más cercano.

Amarga Aurora © [COMPLETO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora