Capítulo 15: Parte 4

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La promesa hecha realidad: Las huellas escarchadas frente a mí

◆ ˚Año del zorro de fuego◆

Pasaron 2 meses y con ello mi cumpleaños número 16. Era temprano cuando me dispuse a recolectar frutos rojos a las afueras de Ragnãr para preparar un pastel con motivo de mi cumpleaños, cuando lo vi frente a mí. No había cambiado en nada. Sus ojos refulgían desmedidamente como dos lunas plateadas. Mis ojos se volvieron acuosos. Sus cabellos chocolate brillaban sobre su blanca piel y sus labios mostraban una mágica sonrisa que me deleitó la pupila. Tal como lo había prometido, estaba aquí, hoy 7 de enero.

—Eyalín... —pronunció mi nombre con escrupulosidad.

—K-Keynar... —farfullé.

Mis ojos se abrieron desmesuradamente al verlo después de tanto tiempo. Llevaba en la mano un ramo de flores silvestres en racimos de espigas con hojas verde claro de tonalidades brillantes, como el amarillo, el azul cielo, guinda, el rojo, malva, lavanda y el blanco.

—Feliz cumpleaños —espetó con dulzura al mismo tiempo que extendía su brazo para obsequiarme el delicado ramo de flores. En ese preciso momento—cuando hizo el movimiento de su brazo frente a mí para obsequiarme el ramillete—una delicada y dulce fragancia se desprendió de aquel conjunto de flores. Era un aroma azucarado con notas exquisitas a vainilla y caramelo.

—Gracias —respondí con la voz dos tonos abajo, como si Keynar fuera un extraño parado delante de mí. Y es que tanto tiempo que había pasado me hacía sentir extraña y al mismo tiempo emocional al estar a su lado.

Me apreté las manos en el rostro y me sequé rápidamente una lágrima que se había desbordado del nacimiento de mis pestañas hasta mis labios por la impresión de haberlo visto de nuevo. No quería que se diera cuenta que su presencia me entristecía. Mi corazón comenzó a palpitar fuertemente dentro de mi pecho.

—No sabía que color era tu favorito, así que te traje uno de cada uno —volvió a decir con afabilidad.

—T-Todas l-lucen bellas en sus distintas tonalidades —le dije, con la voz entrecortada—. Gracias, Keynar. Son muy lindas —una pequeñita sonrisa se dibujó en mis labios trémulos.

—Que bien que te hayan gustado. No sabía que darte en este día tan especial; pero recordé que detrás de mi casa se despliega un amplio bosque y pasando ese bosque, se encuentra un extenso terreno repleto de flores silvestres llamadas Friskya. Sólo crecen en Lenkåo, por extraño que parezca, y son especiales porque sus pétalos segregan un extracto perfumado que hace sentir feliz a la persona que lo olisquea. Esa misteriosa flor fue llamada flor de la inocencia en mi pueblo, hace varios siglos, y permanecen vivas después de 3 meses de haber sido cortadas. Las traje para ti porque quiero que siempre seas feliz.—expresó con sinceridad.

—La felicidad escapó de mi corazón el día que me dejaste, pero... —hice una pequeña pausa—, lentamente ha estado desarrollándose de nuevo en mi interior —le dije, mordiéndome los labios.

Hubo un silencio.

—Es bueno escuchar eso de tus labios... —hizo una pausa—. Después de todo, veo que me hiciste caso —espetó, con la voz dos tonos abajo. Enterró sus largos dedos en su chocolatina cabellera.

Mientras pronunciaba aquellas palabras, yo me dediqué a oler su arrebatador y deleitoso aroma. Aquel aroma era todavía más delicado que el ramillete de fantásticas flores que me había traído como regalo. La verdad es que, con su presencia, yo estaba más que feliz. Su presencia era todo lo que yo había deseado como obsequio de cumpleaños.

—Tenía que hacerlo... hubiera muerto de tristeza sin la ayuda de... —me mordí los labios con fuerza. Aparté la vista de él.

—Me alegra ver que te encuentras bien —en sus labios se dibujó una media luna—. Me alegra saber que aquel que te desposo te trata bien.

Amarga Aurora © [COMPLETO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora