XXI

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-No te has presentado a trabajar en 3 semanas-. Roger sacudió la cabeza y miró hacia arriba, las ojeras oscuras debajo de sus ojos azules siendo bastante evidentes.

-Si, lo siento.- refunfuñó. Claramente no había dormido lo suficiente, le dolía la cabeza. Se sentó detrás del escritorio en el que se sentaba todos los fines de semana para su trabajo de asistente, sosteniendo un bolígrafo con fuerza, fingiendo escribir cosas.

Su jefe, el viejo Sr. Adams se paró frente a él, molesto. -¿Es por la facultad de derecho? ¿Te ha quitado mucho tiempo?-

-Sí, señor- respondió Roger sin decirle la verdad, pues también había perdido todas sus clases.

-Está bien. Bueno, hoy tengo que ir a la corte- Dijo el Sr. Adams, suspirando. Miró su reloj y luego volvió a mirar a Roger. -Me ayudarás. Supongo que tienes todos los papeles, ¿cierto?-

-Oh, Dios.- Roger exhaló, despertando de repente. -¿Hoy es miércoles? Oh Dios, hoy tengo que ir a ayudarle a la corte- se recordó a sí mismo. Se había olvidado por completo. Las últimas semanas habían sido tan agotadoras mentalmente que no pudo evitar olvidarlo.

- Roger, tienes que tomarte este trabajo en serio o tendré que despedirte- Dijo el Sr. Adams. Roger asintió, sacando los papeles y un folder. Lo abrió, recordándose rápidamente a sí mismo sobre el caso.

No tenía que hacer mucho, estaba allí básicamente para observar, pero era bueno tener algo para mantener su mente ocupada.

Un caso. Correcto. Defendían a un hombre que había sido acusado de lavado de dinero. Correcto. Cosas habituales.

Roger estaba bastante seguro de que el hombre había ocultado la procedencia del dinero obtenido ilegalmente en bancos extranjeros, pero bueno. Ser abogado significaba a veces defender a las malas personas.

Se levantó de su asiento y siguió al hombre mayor fuera del edificio. Parecía mas estresado que nunca.

-¿Ese bastardo se presentará a la corte esta vez, o simplemente enviará a su asistente de nuevo?-

-¿Qu-quién?- Preguntó Roger, con los ojos muy abiertos.

- Brian May- Dijo el Sr. Adams con voz irritada. Roger se quedó helado.

-¿E-el abogado del otro lado e-es Brian May?- Roger exhaló, su corazón palpitando rápidamente. El hombre mayor no respondió. Roger se miró a sí mismo en el reflejo de una ventana. Tenía un aspecto terrible, con una vieja camisa azul y pantalones negros, el pelo enmarañado y los ojos apagados.

Respiró hondo y siguió al hombre mayor fuera del edificio. El juzgado no estaba muy lejos, por lo que el viaje en auto hasta allí fue corto, afortunadamente. Llegaron y caminaron hacia la sala de audiencia bastante rápido.

Su acusado ya estaba presente, luciendo nervioso, jugando con sus manos entre sí. Era el 'acusado' de lavado de dinero, una escoria rica que quería ser más rica, como de costumbre.

Se levantó al ver a Roger y al Sr. Adams.

-Ese maldito bastardo arrogante ya está aquí- refunfuñó el hombre, y Roger se tensó detrás del Sr. Adams.- Hijo de puta... No tiene ninguna información sobre mi, ¿Cierto Prometiste que no tendría nada- le espetó el hombre al Sr. Adams.

-Haremos lo mejor.- Dijo el Sr. Adams, pero sonaba inseguro.

Roger siguió a los dos hombres hasta la sala del tribunal y luego se detuvo junto a la puerta. Avanzaron para sentarse en el frente, pero Roger no pudo moverse. Brian estaba allí, hablando con una mujer, su asistente.

Se veía bastante intimidante, su cabello rizado luciendo un poco más largo desde atrás, peinado. Llevaba un traje negro, luciendo deslumbrantemente atractivo como siempre.

SOMEBODY TO LOVE [Maylor] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora