Estado de shock

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POV: Arianne

Día 6.

6 días para que se acabe este infierno, aunque solo para comenzar uno peor.

Alejé los pensamientos con rapidez. Me había propuesto no torturarme con ello, pues eso era justamente lo que quería "dios" al darme ese tiempo de espera. Quería que me volviese loca, pensando en las mil maneras en las que me torturará y que buscase treinta mil formas de escapar, que tanto él como yo, sabíamos que fracasarían.

Iba a hacer vida normal, ya me había mentalizado que dentro de 6 días habría un apocalipsis zombi y todo el mundo morirá, no solo yo.

Es la única forma que me queda de no darle lo que quiere. Así que en estos seis días haría todas las cosas que consideraba que se deben hacer los últimos días de tu vida.

Abrí los ojos lentamente, dejándolos que se acostumbraran a la luz que entraba por la ventana. Puf... ¿Por qué no habría cerrado bien esa estúpida cortina?

Suspiré cubriéndome con las sábanas.

Estaba sola en esa enorme cama, así que llamé a Romeo y permití (aunque está en contra de mis normas) que se subiera a la cama para hacerme compañía.

Romeo se acurrucó agradecido en mis brazos, haciéndose una bolita de lo más adorable y dándome lametazos en la piel que le quedaba cerca.

Miré mi móvil, todavía era demasiado temprano como para que hubiera alguien despierto en esta enorme casa.

Volví a bloquear el IPhone después de pasarme más de treinta segundos observando la foto que tenía en la pantalla: una foto nuestra, Eric abrazándome por la espalda mientras mordisqueaba mi mejilla.

Me puse a jugar con Romeo para evitar (en vano) pensar en él.

Lea había desaparecido desde que tuvimos aquella conversación, lo cierto es que ni mis padres sabían dónde estaba.

Dijo que volvería a la universidad, pero ni siquiera se había despedido y eso me dolía, en el fondo la quiero mucho, y me cuesta creer que mi última conversación con ella fuera para discutir.

Espero poder verla una vez más por lo menos.

Me levanto con pesadez y obligo a mi cuerpo a pararse frente al espejo.

Estaba horrible, unas manchas violetas se habían instalado de forma permanente bajo mis ojos.

No dormí nada anoche, parecía mentira que, cuando solo quería descansar, mi mente se dedicó a repetir una y otra vez, lo estúpida que fui con él.

Fui una cobarde, no pude explicarle correctamente lo que sentía sin que las fuerzas me abandonaran.

Y, sí, como no quise derrumbarme frente a él, salí corriendo, tan apresurada que casi me caigo al tropezar con una maceta, cosa que lo hizo aún más patético. Eso en las películas de Cameron Díaz no pasaba.

No sé cómo lo está llevando.

Supongo que estará confundido, sé que debo darle más explicaciones. Pero Eric es un chico fuerte y puede con todo, de eso estoy segura.

Me estiré para que mis músculos dejasen de estar agarrotados, y muchas de mis articulaciones hicieron un ruido extraño.

Me moví hasta la bañera y esperé hasta que se llenara. Mi mirada se fija en las sales de baño de la estantería, oh, con Eric había utilizado las que tenían olor a rosas...

Oh Eric.

Cuánto daría por tenerlo aquí conmigo, siendo un engreído horroroso y disfrutando cuando me hace sonrojar.

Quiero darte un besoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora